Compromiso, paciencia y acompañamiento claves del éxito educativo

domingo, 18 de marzo de 2018
"Los líderes educativos necesitan comprender que el cambio es un proceso dinámico que requiere compromiso, paciencia y acompañamiento." Fernández y Pinzón


Estoy muy cansado de las posiciones excluyentes en educación. La educación es algo tan importante y tan grande que no puede dejarse exclusivamente en manos de un grupo particular, sea este cual sea.

La educación no puede depender de manera exclusiva de los políticos, pero necesitamos de su participación responsable y comprometida. No puede estar solo en manos de los investigadores de las universidades y fundaciones, pero necesitamos de sus ideas y de sus planeamientos. La educación no solo puede ser cosa de los docentes que están cada día en el aula, pero entre ignorarlos sistemáticamente y hacer solo lo que ellos quieran hay un gran abanico de posibilidades aún por explorar. También hay que escuchar a los alumnos y alumnas y tener en cuenta sus intereses, propuestas y demandas; y los de sus familias, y lo de las empresas que tendrán que emplearlos en el futuro.

Dicen que Henry Ford comentó que “Si hubiera preguntado a mis clientes qué es lo que necesitaban, me hubieran dicho que un caballo más rápido.” Quizás si lo hubiera hecho ahora nuestras calles aún estarían llenas de artefactos tirados por caballos y no por vehículos a motor. Lo mismo puede suceder en la educación. ¡La educación es cosa de todos!

Educar es generar oportunidades, no solamente transmitir conocimientos, destrezas y habilidades. Educar es preparar para la vida, es desarrollar el talento de todos y cada uno de nosotros para mejorar el mundo. Educar es incluir y no seleccionar. Educar lo es todo... y, por eso, todos debemos hacer lo posible por mejorarla, por cambiarla, por hacerla mejor.

La educación necesita del compromiso de todos y cada uno de nosotros, de nuestra paciencia, de nuestra empatía y de nuestro entusiasmo... y de nuestra capacidad de ir todos de la manos (acompañamiento) ayudándonos y no enfrentándonos.

El problema de ignorar los problemas de la educación

domingo, 11 de marzo de 2018
"El diseño de mi escuela ideal del futuro se basa en dos hipótesis: la primera es que no todo el mundo tiene los mismos intereses y capacidades; no todos aprendemos de la misma manera. La segunda hipótesis puede doler: es la de que en nuestros días nadie puede llegar a aprender todo lo que hay que aprender." Howard Gardner

Cuando hablamos de educación es fácil que coincidamos en su diagnóstico, pero es casi imposible que nos pongamos de acuerdo en las soluciones que debemos dar para mejorarla. Hay demasiados intereses políticos, ideológicos, económicos... y eso dificulta que se pueda hablar de la educación desde un punto de vista basado en las evidencias y las necesidades reales de las personas y de la sociedad.

Esta diversidad de intereses también provoca que no haya una voluntad real de atender los problemas de la educación por falta de consenso... y eso sí que es un problema.

No es aceptable que no nos enfrentemos de manera decidida y consensuada a acabar con situaciones tan dolorosas como el abandono escolar. Cuando las cifras del abandono escolar están rondando el 20% ignorar esta situación por el motivo que sea representa se condena a demasiadas personas a una exclusión inaceptable. Justo el papel de la escuela y del sistema educativo debe ser el contrario, debe ser incluir en la sociedad a todas y cada una de las personas que forman parte.

Es también inadmisible que se potencie desde distintos ámbitos el descrédito profesional de los docentes. Señalar que los profesores y profesoras de nuestros centros educativos son la causa de los males de la educación es la excusa perfecta para los políticos y administradores que no quieren afrontar los problemas de la educación. Potenciar la imagen social y profesional de los docentes es una cuestión que debe ser abordada de sin falta.

No podemos aceptar que la escuela no sea capaz de adaptarse a las necesidades cambiantes de la sociedad y del mundo en el que vivimos. El problema es especialmente grave cuando ese inmovilismo lleva a cerrar las puertas de nuestras aulas a los avances tecnológicos que están cambiando nuestra manera de interaccionar entre las personas y con la realidad. No afrontar de manera efectiva y adecuada la digitalización de nuestras aulas y de nuestra forma de enseñar y aprender puede causar daños irreparables para las generaciones futuras.

Para finalizar, no afrontar que nuestro sistema educativo se basa en diseños curriculares obsoletos y sobredimensionados nos lleva a un tipo de enseñanza basada en la memorización y a afrontar los contenidos desde la superficialidad. Menos es más en educación, aunque muchos parecen no creerlo. 

En definitiva, para afrontar los problemas de la educación debemos ponernos de acuerdo sobre cuál es la función de la educación y cuál es el propósito de la escuela. Yo creo que la escuela tiene la función de dotar a todas las personas de todas las herramientas, destrezas y conocimientos que les permitan tener una vida plena y que la escuela es el lugar idóneo para conseguirlo.
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En educación no hay lugar para la resignación

domingo, 4 de marzo de 2018
"Acepta. No es resignación, pero nada te hace perder más energía que el resistir y pelear contra una situación que no puede cambiar." Dalai Lama

Una de las cosas más difíciles en esta vida es saber escoger bien nuestras luchas. Es muy complicado reconocer cuándo una situación se puede cambiar y cuándo esa situación es totalmente irreversible. Y eso sucede de igual manera en educación.

Durante muchos años he tenido la certeza de que la resignación era el estado más habitual entre las personas que nos dedicamos a esto tan bonito y complicado de educar. Pero la resignación es el opio del docente.

Uno de los lemas más conocidos de las revueltas estudiantiles de Mayo del 68 fue "Tomar la palabra, combatir la resignación"... y no podría tener mayor vigencia en la actualidad.

En educación, resignarse suele ser sinónimo de pérdida, de rendición, de derrota:

- Si un alumno no aprende y nos resignamos, lo perdemos. Y lo que es peor aún, se pierde para sí mismo y para la sociedad de la que forma parte.

- Si las circunstancias son adversas para desarrollar de la mejor manera posible la labor docente y nos resignamos los grandes perjudicados son los sujetos de la educación, nuestros alumnos. Por supuesto hay que alzar la voz y denunciar esa situación, pero sin dejar de hacer todo lo posible (y en ocasiones un poquito más) para que eso afecte lo menos posible en nuestra aula.

- Si un docente cree que ya lo sabe todo y se resigna a no seguir aprendiendo, si es incapaz de adaptarse a los cambios y a las nuevas circunstancias... es una de las peores derrotas a las que puede enfrentarse.

Un educador no puede permitirse el lujo de la resignación porque le incapacita para desarrollar con éxito su labor, le impide desarrollar las acciones que posibilitarán que sus alumnos y alumnas aprendan, que es sin duda el único objetivo de su trabajo.
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