¿A qué huele la educación?

jueves, 25 de julio de 2013

Me gusta el olor de la educación. Me encanta que tenga tantos matices distintos, desde el perfume más sofisticado hasta el efluvio más sutil.

Quizá, por una cuestión de tradición, el olor más característico de la educación es la mezcla de tiza, lápiz, goma de borrar, tinta de bolígrafo y papel... Aunque, desde hace algún tiempo, se le está añadiendo unas gotas de PDI y de ordenador, una pizca de netbook y un toque de tablet.

La educación huele a niños jugando, a bocadillo de mantequilla y chocolate, a golosinas y caramelos de fresa y menta. También desprende efluvios de mar, de montaña...; de libertad, en definitiva.

La educación huele a sonrisas, a lágrimas...; a aprendizaje, al fin y al cabo.

La educación tiene esencia de sueño, de utopía, de esperanza. Pero, quizá, la fragancia que más le caracteriza es la de la curiosidad (con unos matices de entusiasmo y creatividad).

Un docente es un perfumista que debe mezclar cada día, y en las proporciones exactas, las distintas fragancias de la educación, para que su perfume llegue a lo más profundo de sus alumnos.

¡Qué afortunados somos de poder disfrutar de los aromas de la educación!

6 comentarios:

  1. Se inhala muy rico su descripción. Cerré los ojos y olí la educación...

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  2. Muy evocador... Me ha gustado mucho pensar y oler tu descripción que, como un buen perfume, sigue presente pasado el tiempo de la lectura-aplicación. MaiteM

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  3. He vuelto a mi infancia por unos instantes. Gracias por el viaje.

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  4. Como pedagoga, mi reconocimiento por tantos posts frescos, sencillos y vividos con el corazón. Grácias Salvador por poner el toque poètico en la educación. Rosa Rodríguez Gascons, pedagoga

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  5. Mmmmmmm... ¡qué bien huele! Genial descripción de esos aromas. Un saludo :-).

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