La educación impaciente

lunes, 26 de mayo de 2014
"La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte." Immanuel Kant


La impaciencia es, quizás, la característica más significativa que define la sociedad en la que vivimos. "Rápido", "de prisa", "inmediato", "ahora"... son expresiones cotidianas en los tiempos que corren (o vuelan). Todo se basa en "aquí y ahora"; ya no hacemos planes a largo plazo. Y, por supuesto, esto también ocurre en la educación.

Hoy la educación es impaciente. De hecho, este post podría haberse titulado también Pedagogía del tuit, por nuestra tendencia a condensarlo todo, a expresar nuestras ideas en 140 caracteres. La educación actual es multitarea y, como diría Nicholas Carr, algo superficial. Pero eso no es a causa de internet, ni de las tecnologías de la información, es consecuencia de la actitud de las personas que nos dedicamos a la educación ante nuestra tarea diaria.

Queremos enseñar tan deprisa que incluso tenemos la tendencia, algo absurda, de utilizar acrónimos y abreviaturas para referirnos a conceptos pedagógicos e instituciones educativas: MOOC, PLE, ESO, IES, CEIP, LOMCE, PISA, UNED, TIC... se convierten en expresiones habituales en nuestro lenguaje educativo cotidiano.

Muchas veces caemos en la impaciencia por tener que enseñar a nuestros alumnos todo lo que se establece en los (inabarcables) currículos según marca la legislación educativa, otras veces por la presión de las evaluaciones externas, otras por la exigencia de la dirección de nuestro centro que pide resultados...

La impaciencia en educación solo puede generar desencanto, frustración, agresividad, depresión. Necesitamos una educación que deje de lado lo inmediato para centrarse en el incierto futuro que se encontrarán nuestros alumnos. Educar significa dotar de las herramientas (competencias, destrezas, habilidades) necesarias para saber afrontar lo desconocido, para saber adaptarse a situaciones cambiantes. Los objetivos de la educación deben ser la búsqueda permanente, desaprender, olvidar, crear, reconsiderar, innovar y eso es un proceso de largo recorrido.

Resilencia, tolerancia a la frustración son conceptos clave en la educación actual. En palabras de Pablo Neruda:

"Solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano."

La pedagogía del salmón

martes, 20 de mayo de 2014
Siempre seguí la misma dirección, la difícil la que usa el salmón.
                                                          Andrés Calamaro: El salmón

Cuando era pequeño, recuerdo haber visto por televisión algún reportaje sobre la migración del salmón. Me impresionó la tenacidad de estos peces, que son capaces de nadar miles de kilómetros y remontar ríos contracorriente para ir a desovar en el mismo lugar donde ellos han nacido.

Me sorprendieron también los enormes saltos que daban para salvar los desniveles de los ríos, sobre todo porque lo hacían a pesar de que unos osos enormes esperaban pacientemente en el agua para cogerlos al vuelo y convertirlos en su comida.

Ir contracorriente, como el salmón, debería ser el estado natural de los docentes, educadores y miembros de la comunidad educativa en general. El inconformismo debería ser una de las características esenciales del buen educador porque siempre hay algo que cambiar, algo que mejorar, algo que incorporar, algo nuevo a lo que adaptarse, un reto que superar, un alumno al que ayudar...

No creo que exista un solo docente innovador que no se haya sentido en su centro como si fuera un salmón... Hay que reconocer que la actitud de los profesores/salmón puede resultar incómoda para aquellos docentes que, desencantados con la profesión y el sistema, han decidido dejar pasa las horas sentados en el aula, evitando al máximo los sobresaltos, los cambios y las preocupaciones. Pero esto no debe ser un impedimento para que sigan "nadando contracorriente".

Al igual que con los salmones, el agotamiento puede con algunos de estos docentes innovadores. Otros, en cambio, perseveran sin descanso hasta alcanzar sus objetivos. Algunos son “cazados” por los “osos” de la incomprensión, el conformismo y la envidia, que son tres de los peligros más importantes para un profesor/salmón.

Ojalá todos los centros educativos estuvieran llenos de salmones y, con el esfuerzo de todos, fuera más fácil nada contracorriente. 



P.D.: Quisiera agradeceros las muestras de afecto y apoyo que me habéis transmitido estos días porque este blog es uno de los premiados en Espiral Edublogs 2014 en la categoría de reflexión educativa.

¡Gracias por vuestra amabilidad y por compartir sobre educación para hacer que esta sea cada día un poco mejor!
LEER MÁS...

La escuela ya no es solo una fábrica de conocimiento

miércoles, 14 de mayo de 2014
"El aprendizaje para toda la vida no es tanto la continua adquisición de conocimiento, sino la mejora de nuestra habilidad para realizar esos procesos por medio de la adquisición y el análisis de las experiencias aportadas." Roger SCHANK

La sociedad ya no demanda a los colegios que sean los garantes de la transmisión de conocimiento porque el acceso a la información (al saber) se ha facilitado de un modo impensable hace apenas unos años. Pero, aún así, muchos miembros de la comunidad educativa insisten en ello, manteniendo una enseñanza basada en la repetición y en la memorización y un sistema de evaluación que castiga el error y premia la recitación mecánica de conceptos.

La escuela es (debería ser) mucho más que números y palabras... aunque los sistemas educativos y sus múltiples reformas se empeñen en insistir en lo contrario. Experiencias sobre las inteligencias múltiples de Gardner (como las del Colegio Montserrat de Barcelona) demuestran que es posible abordar la enseñanza desde otros puntos de vista. La creciente importancia de la educación en valores y de la educación emocional dota a la escuela (junto con las familias) de una función social ineludible.

Todo lo que he comentado hasta ahora es una reflexión previa al verdadero objetivo de este post, que es reflexionar sobre una cuestión que debería plantearse todo docente:

¿Qué debo hacer cuando sé que mi alumno (alumna) es brillante aunque su expediente académico insista en mostrar lo contrario?

Ken Robinson en su obra El Elemento presenta una ingente cantidad de ejemplos de personas que, a pesar de no destacar en la escuela, han acabado triunfando en diferentes facetas, como es el caso de Matt Groening (creador de Los Simpson y Futurama) o Paul MacCartney (The Beatles). Estas personas empezaron a desarrollar sus talentos al dejar la enseñanza formal, pues no encontraron en ella los estímulos necesarios. 

Como es razonable en un docente, la respuesta a esta cuestión no puede ser animar a estos alumnos a abandonar la institución escolar. Lo que se debe hacer es proponer cambios en la rígida estructura académica, innovar con proyectos que integren distintos tipos de habilidades y competencias, facilitarles el acceso a otros conocimientos a partir de sus talentos..., en definitiva, situar la creatividad en la cúspide de la educación escolar.

No todos los alumnos pueden (ni deben) ser científicos, abogados, matemáticos o profesores. También debe haber poetas, pintores, músicos, actores... ¡soñadores! Cambiemos la escuela para que esto sea posible.
LEER MÁS...

Tienes que aprenderlo todo, todo, todo

lunes, 5 de mayo de 2014
Imagínate como un smartphone humano. ¿Qué aplicaciones anticuadas debes borrar de tu mentalidad y qué sistemas, habilidades y actitudes va siendo hora que descargues?” Richard Gerver: El Cambio (página 49)

Me parece una imagen sugerente la que propone Gerver en la cita anterior, pero tiene algunos matices que me gustaría comentar. Imaginemos a docentes y alumnos como smartphones... es cierto que no pueden manejarse siempre con el mismo sistema operativo sino que deben actualizarlo cada cierto tiempo (cada vez más a menudo), ya que la sociedad y la tecnología se transforman a velocidad de vértigo. Pero a diferencia de los gadgets tecnológicos, las personas tenemos la capacidad de decidir si queremos o no actualizar el sistema, de si queremos cambiar de sistema operativo, etc.

No es menos cierto que cada día aparecen nuevos programas y aplicaciones (app) que mejoran las prestaciones de los smartphones. La capacidad de decidir de manera autónoma qué nuevas app deben descargarse docentes y alumnos debería ser el objetivo principal de la escuela. Porque en un smartphone es el usuario quien debe dar la orden de cargar o descargar un programa, pero docentes y alumnos deben hacerlo de manera autónoma para facilitar el aprendizaje continuo a lo largo de la vida.

Finalmente, así como los teléfonos móviles funcionan con baterías recargables, docentes y alumnos necesitan del entusiasmo como fuente de energía y, desgraciadamente, no existen tomas de corriente donde conectarse para recargar el entusiasmo.

Desafortunadamente, en la comunidad educativa existe una constante (casi) universal: Los alumnos deben aprenderlo todo, o lo que es lo mismo, los docentes deben enseñarlo todo. Y lo que es peor, todos deben aprender y enseñar lo mismo. ¡Cómo si el conocimiento fuera una cosa inmutable que, una vez adquirida, durase toda la vida!

La educación que se recibe en la escuela debe servir para canalizar el espíritu crítico de las personas a través del pensamiento creativo, del trabajo colaborativo, la gestión de las emociones y la inteligencia ejecutiva. Los conceptos de las distintas áreas o materias también son importantes, sin duda. Pero se trata de no abordarlos desde la memorización mecánica, esa que es a corto plazo y se olvida justo después de la evaluación, sino que deben trabajarse desde la experimentación y la aplicabilidad, desde contextos reales y cotidianos. Y eso no está al alcance de ningún smartphone.
LEER MÁS...
Con la tecnología de Blogger.
Subir