"La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle." Maria Montessori
Ya no hay alumnos en nuestros centros educativos. Llegaron las vacaciones y con ellas, pasa lo mismo cada año, llegan las listas de tareas, deberes o "queredes" que algunos docentes publican en las redes sociales y triunfan en likes y tuits. Listas con incidencia a nivel de prensa, radio y televisión que se sorprenden con el hecho de que haya docentes que no propongan a sus alumnos tareas escolares para los meses de verano.
No, en este post no voy a dar una lista de tareas. ¡Ni nada que se le parezca! Solo quiero invitar a reflexionar sobre qué es la educación (en cualquier época del año, en cualquier contexto, en cualquier circunstancia).
Durante el curso, para muchos niños y niñas la vida fuera de la escuela continúa siendo excesivamente académica. Sus actividades extraescolares son una extensión de saberes y experiencias que se consideran necesarios para tener éxito en la vida (especialmente en la laboral). Y esa misma idea suele hacerse extensiva durante el periodo vacacional.
¡Por eso me encantan esas listas! Me parece que son propuestas muy necesarias para que la educación de niños y niñas cumpla con su principal propósito: prepararles para la vida (en todos los sentidos). Lo que en realidad cuestiono es que esas tareas se propongan solo para las vacaciones, deberían plantearse durante todo el año y, especialmente, en los centros educativos durante el curso académico.
Dibujar o escribir lo que te apetezca, pasear por el bosque, escuchar música, mirar las estrellas, hacer deporte, cantar, bailar, jugar, leer por gusto, hacer nuevos amigos y amigas... ¡eso hay que hacerlo siempre! Eso, junto con la adquisición de contenidos y competencias curriculares, es preparación para la vida.
Casi siempre olvidamos que el día tiene 24 horas. Si de estas, 8 las pasamos durmiendo, nos quedan 16 horas para realizar actividades de todo tipo. También durante las vacaciones. Por lo que si un niño o niña necesita reforzar algún aspecto académico durante las vacaciones, tampoco es ningún crimen. Al contrario, es necesario para que se ponga al día, para compensar aquellos aspectos en los que pueda tener alguna limitación o deficiencia.
Pero para hacer esto no es necesario volver a encerrarse en un aula. Se puede hacer mediante juegos, retos y desafíos que les hagan trabajar y disfrutar al mismo tiempo. La propuesta de actividades gamificadas se me antoja una herramienta genial para estas tareas.
¡Feliz verano!
Ya no hay alumnos en nuestros centros educativos. Llegaron las vacaciones y con ellas, pasa lo mismo cada año, llegan las listas de tareas, deberes o "queredes" que algunos docentes publican en las redes sociales y triunfan en likes y tuits. Listas con incidencia a nivel de prensa, radio y televisión que se sorprenden con el hecho de que haya docentes que no propongan a sus alumnos tareas escolares para los meses de verano.
No, en este post no voy a dar una lista de tareas. ¡Ni nada que se le parezca! Solo quiero invitar a reflexionar sobre qué es la educación (en cualquier época del año, en cualquier contexto, en cualquier circunstancia).
Durante el curso, para muchos niños y niñas la vida fuera de la escuela continúa siendo excesivamente académica. Sus actividades extraescolares son una extensión de saberes y experiencias que se consideran necesarios para tener éxito en la vida (especialmente en la laboral). Y esa misma idea suele hacerse extensiva durante el periodo vacacional.
¡Por eso me encantan esas listas! Me parece que son propuestas muy necesarias para que la educación de niños y niñas cumpla con su principal propósito: prepararles para la vida (en todos los sentidos). Lo que en realidad cuestiono es que esas tareas se propongan solo para las vacaciones, deberían plantearse durante todo el año y, especialmente, en los centros educativos durante el curso académico.
Dibujar o escribir lo que te apetezca, pasear por el bosque, escuchar música, mirar las estrellas, hacer deporte, cantar, bailar, jugar, leer por gusto, hacer nuevos amigos y amigas... ¡eso hay que hacerlo siempre! Eso, junto con la adquisición de contenidos y competencias curriculares, es preparación para la vida.
Casi siempre olvidamos que el día tiene 24 horas. Si de estas, 8 las pasamos durmiendo, nos quedan 16 horas para realizar actividades de todo tipo. También durante las vacaciones. Por lo que si un niño o niña necesita reforzar algún aspecto académico durante las vacaciones, tampoco es ningún crimen. Al contrario, es necesario para que se ponga al día, para compensar aquellos aspectos en los que pueda tener alguna limitación o deficiencia.
Pero para hacer esto no es necesario volver a encerrarse en un aula. Se puede hacer mediante juegos, retos y desafíos que les hagan trabajar y disfrutar al mismo tiempo. La propuesta de actividades gamificadas se me antoja una herramienta genial para estas tareas.
¡Feliz verano!