Hacia una educación sostenible

domingo, 29 de septiembre de 2019
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"La enseñanza debería ser el trabajo más importante del siglo XXI porque estamos en una época en la que todos los recursos de la Tierra se están agotando, y el único que no lo hace y es ilimitado es la inteligencia humana y, precisamente, los profesores son quienes la cultivan" Alex Beard

Dicen que la educación no puede dejar un mundo mejor a nuestros niños y niñas, pero sí mejores personas para nuestro planeta. Y esa es una tarea fundamental para la supervivencia de este mundo frágil y enfermo.

La emergencia es tan grande, el problema es tan grave, que hoy en día es tan importante hablar sobre qué, cómo y cuándo educar como conseguir que nuestros alumnos aprendan cómo cuidar el medio ambiente y hacer un uso responsable de los limitados recursos que nos ofrece la naturaleza... porque si destruimos nuestro planeta nada tiene sentido, ni siquiera hablar de educación.

No se trata de querer incluir una asignatura más en nuestro ya de por sí extenso currículo, se trata de incorporar en toda la esencia educativa los valores y los conocimientos que nos permitan dar respuesta a esta necesidad social, como leí que la definía Víctor Cuevas en una entrevista. Si no somos capaces de hacer que los hombres y mujeres del futuro tengan un comportamiento sostenible, la labor de los educadores nunca será completa.

Que la educación sea sostenible significa que debe ser perdurable en el tiempo... y eso debe ser aplicable tanto a los valores que transmite como a los aprendizajes que adquieren los alumnos. La educación debe quedar al margen de modas y contenidos vacíos, la educación debe incidir en lo más profundo de las personas.

No esperes al futuro de la educación: ¡créalo!

domingo, 22 de septiembre de 2019
"La tecnología es solo una herramienta. Para conseguir que los niños trabajen juntos y motivarles, el profesor es lo más importante." Bill Gates

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Si estás esperando a que la tecnología, por mucho que esta avance día a día, cambie la educación, un consejo: no sigas esperando y actúa, haz tú que cambien las cosas. Somos las personas las que cambiaremos la educación y no las máquinas.

De hecho, la digitalización de la educación no está siendo ni tan rápida ni tan profunda como en otros sectores: la música, el cine, el comercio... En mi opinión, esto es debido a que la educación no es un producto, sino un servicio. La educación no busca un resultado final sino que es un proceso que dota de herramientas, competencias y habilidades para poder desenvolvernos en un mundo cambiante.

La tecnología no es ni el enemigo de los docentes, ni la panacea que resolverá todos los problemas de aprendizaje de nuestros alumnos. La tecnología es y será lo que las personas hacemos que sea, porque es una herramienta, una herramienta muy potente para facilitar el aprendizaje, pero una herramienta al fin y al cabo y su funcionalidad está determinada por el uso que hacemos de ella.

Los humanos somos creadores de tecnología desde nuestros orígenes y una de nuestras señas de identidad es nuestra capacidad de aprendizaje... nuestra vida es un aprendizaje continuo y la tecnología debe usarse para que ese aprendizaje sea más efectivo y significativo. Dejar la tecnología fuera de la escuela es un error que no podemos permitirnos, pero utilizar la tecnología sin que esté al servicio de la educación sin tener un propósito educativo claro, sería un error de consecuencias imprevisibles.
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10 cualidades para educar en tiempos de inquietud*

domingo, 15 de septiembre de 2019
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*Inquietud: 1. Falta de quietud, desasosiego, desazón. 2. Curiosidad o interés.

"Sabemos con certeza que nos orientaremos con mapas que todavía no existen, tendremos una idea de la belleza que no sabemos prever, y llamaremos verdad a una red de imágenes que en el pasado habríamos denunciado como mentiras." Alessandro Baricco 

Seguramente la palabra que mejor define cómo nos sentimos ante todo lo que está sucediendo en el mundo en el que vivimos es inquietud. Curiosamente en la doble acepción de la palabra: desasosiego e interés:

- Desasosiego porque están reapareciendo ideas, actitudes y acciones que parecían estar olvidadas, lo que provoca la sensación de estar retrocediendo en el tiempo, de estar volviendo a épocas superadas con mucho esfuerzo y sacrificio. En lo que se refiere al mundo educativo son cosas como la propuesta de introducir el conocido como "pin parental", el cuestionar constantemente la labor docente y su capacidad para hacerla, el criticar la enseñanza inclusiva, sostenible y en igualdad de género... entre otras muchas "perlas".

- Interés porque hoy más que nunca hay un enorme movimiento en la búsqueda de nuevas soluciones a los problemas del mundo, hay más propuestas que nunca por conseguir que el mundo sea más sostenible, más justo y más colaborativo. En educación, esto se refleja en un constante intento de plantear nuevas maneras de enseñar (aprendizaje basado en proyectos, trabajo colaborativo...), rediseñar los espacios de aprendizaje, etc.

Estas dos visiones del mundo conviven y, de alguna manera, existe un evidente conflicto entre ambas. Por este motivo me parece muy importante que los alumnos y alumnas de nuestros centros educativos trabajen una serie de cualidades que les permitan ser personas autónomas y responsables en este mundo inquietante e inquieto. Entre otras, destacaría las 10 cualidades siguientes:

1. Respeto. Para poder ser educado, lo primero es respeto por uno mismo y por los demás. Sin ello no hay posibilidad de aprendizaje.
2. Agradecimiento. Para poder ser educados, los alumnos y las alumnas deben entender que la labor docente es realmente importante para ellos y valorarla como tal.
3. Diálogo. Para poder ser educado, hay que fomentar la capacidad de conversar con otros exponiendo las ideas propias y escuchando y respetando las de los demás.
4. Compromiso. Para aprender deben ser conscientes de que deben contraer la obligación de hacerlo porque es importante para ellos y para la sociedad.
5. Esfuerzo. No hay aprendizaje sin esfuerzo. Pero esfuerzo no es sinónimo de angustia y dolor sino que puede ir de la mano del goce y la satisfacción del trabajo bien hecho.
6. Honestidad. Para aprender hay que ser razonable y justo con uno mismo y con los demás.
7. Humildad. Para poder ser educado hay que ser consciente de las habilidades y las cualidades propias pero también de las limitaciones y carencias.
8. Prudencia. Para aprender es necesario este valor que está relacionado con la discreción y la reflexión, y que nos ayuda a considerar los efectos de nuestros actos.
9. Rigor. Para aprender debemos perseguir nuestros objetivos con eficacia y firmeza, dando todo lo que está en nuestras manos.
10. Sostenibilidad. Para ser educado hay que entender que este planeta tiene recursos limitados y que debemos hacer buen uso de ellos.
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El coraje de enseñar y la coherencia educativa

domingo, 8 de septiembre de 2019
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"Los maestros deben enseñar, se les debe permitir enseñar, y más aún, deben tener el coraje de enseñar." Gert Biesta

La coherencia tiene que ver con la relación entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. Ser coherente está muy relacionado con la integridad y con ser fiel a las propias ideas. En cambio, los miedos, las inseguridades y/o los complejos a la hora de defender nuestras ideas, conducen a la incoherencia... y nada es más contrario a la educación que la incoherencia.

Dedicamos mucho tiempo y esfuerzo a aplicar métodos y metodologías "innovadoras" sin el previo e imprescindible trabajo de saber cuál es el propósito de la acción educativa que se va a llevar a cabo. Nos preocupamos demasiado por el cómo sin plantearnos el por qué y el para qué. ¡Qué más da cómo se enseñar si no se tiene claro lo que se quiere enseñar!

Para ser coherentes necesitamos establecer siempre cuál es el propósito de nuestra intervención educativa. Gert Biesta distingue tres tipos o dominios de propósitos educativos:

1. de cualificación (conocimientos y habilidades)
2. de socialización (el encuentro educativo con culturas y tradiciones)
3. de subjetivación (orientació educativa hacia el niño como sujeto de acción y responsabilidad)

Los y las docentes combinan los tres tipos para establecer sus fines educativos, dando mayor o menor importancia a cada uno de ellos en función de aquello que quiere que sus alumnos aprendan.

El foco de la educación escolar debe pasar de la enseñanza al aprendizaje, pero eso no significa que los y las docentes tengan un papel menos importante en este contexto. Cualquier aprendizaje de los alumnos y alumnos debe realizarse en contextos intencionales con propósito educativo propiciados por el profesor/a. Por tanto, los y las docentes deben tener el coraje de enseñar y no dejar de hacerlo nunca, porque el aprendizaje de sus alumnos solo es posible en contextos creados para ello. En demasiadas ocasiones se enseñan cosas solo por el hecho de que "lo dice el currículo" y, por ello, no se produce el aprendizaje de nuestros alumnos.

Las diferentes metodologías didácticas que podemos aplicar en el aula deben estar al servicio del propósito educativo que perseguimos y no son un fin en sí mismas... por mucho que se presenten como la solución a todos los males de la educación.
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Oportunidades educativas del verano

domingo, 30 de junio de 2019
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"De vez en cuando desaparece, tómate un pequeño descanso, para que cuando vuelvas a tu trabajo tu juicio sea más acertado. Toma cierta distancia, porque así el trabajo parece más pequeño, la mayor parte se puede asimilar en un abrir y cerrar de ojos, y la falta de armonía y la proporción es más fácil de ver." Leonardo da Vinci

Esta cita atribuida a Da Vinci es aplicable tanto a alumnos como a docentes... Y es que el verano es una época que permite tomar cierta distancia con el día a día, con lo cotidiano. Por eso es un buen momento para descansar, desconectar y, porque no, para tener nuevas experiencias y nuevos aprendizajes. Aprendizajes que en el contexto del ocio y del divertimento serán siempre significativos.

El verano es un buen momento para seguir aprendiendo, pero lejos de lo académico, de lo formal, de lo común, de lo corriente, de lo cotidiano. ¿Significa eso que no hay que revisar los contenidos que se han trabajado a lo largo del curso? ¿Significa que no hay que hacer que los niños utilicen cuadernos de verano o los docentes asistir a cursos de formación? No, que cada uno haga lo que quiera y lo que necesite... he visto a muchos niños y niñas disfrutar de lo lindo completando esos cuadernos y a docentes divirtiéndose al tiempo que formándose en cursos de verano de lo más dispares.

Pero el descanso veraniego es para disfrutar de la familia, para conocer a otras personas, para hacer nuevas amistades, para vivir nuevas experiencias. Es tiempo de tener más contacto con la naturaleza para aprender a amarla y hacer un mundo más sostenible. Es un buen momento para disfrutar de nuestras aficiones e incluso para aburrirse, que a veces viene bien.

Es también tiempo para leer lo que nos venga en gana, cuando queramos y donde queramos, sin tener que hacer resúmenes, ni rellenar fichas ni hacer actividades sobre ello. Pero sin olvidar que es un buen momento para hacer actividad física: correr, andar, nadar, saltar, bailar...

Puede que haya a quien le parezca que estos aprendizajes veraniegos no tienen demasiado valor porque no tienen nada que ver con lo que se hace en la escuela. Pero nada más lejos de la realidad, estos aprendizajes nos permiten llegar a ellos más fácilmente porque nos dotan de más herramientas, habilidades, destrezas y competencias para la vida y nos hacen mejores personas.
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¿Debemos retirar los relojes analógicos de los colegios? Lo digital como efecto, no como causa

domingo, 16 de junio de 2019
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"Pensamos que el mundo digital es la causa de todo y tendríamos, por el contrario, que leerlo como lo que probablemente es, o sea, un efecto: la consecuencia de una determinada revolución mental." Alessandro Baricco

Leí, hace unos días, en la versión digital de La Vanguardia (hace tiempo que deje de leer la prensa en papel), la siguiente noticia: Los colegios británicos retiran los relojes tradicionales porque los niños no saben leer las manecillas

En este artículo la directora de un colegio del barrio de Camden (Londres) comenta que no tiene sentido que los alumnos tengan que preocuparse de interpretar qué hora es en "un reloj que no forma parte de sus vidas". Recomiendo la lectura del artículo completo para hacernos una idea de por dónde van los tiros en el tema de la digitalización de la educación... y podréis comprobar que está muy distante de lo que en realidad deberíamos estar debatiendo y haciendo.

La noticia, ya de por sí impactante para mí, coincidió en el tiempo con la lectura del último libro de Alessandro Baricco: The Game... con lo que me dio aún más pie a reflexionar sobre cómo lo digital está cambiando el mundo o, más correctamente, cómo el mundo está utilizando lo digital en su cambio. No es lo mismo.

Sabemos con certeza que en un futuro no muy lejano tendremos que manejarnos con herramientas que todavía hoy no existen. Pero todavía sabemos con mayor claridad que no queremos que el mundo del siglo XXI se mueva con los parámetros del siglo XX, cuyos resultados fueron muy contradictorios, capaces de mostrar los mayores progresos de la humanidad, pero también sus más terribles miserias. En este sentido, la escuela (la educación en general) se está transformando porque hoy ya no se consideran válidos los paradigmas educativos del siglo pasado. Se rechaza sistemáticamente, casi de forma visceral, todo vestigio de la escuela del siglo XX: se repudian los libros de texto, se niega la importancia de las asignaturas, se menosprecia el valor del profesor transmisor/expositor, se reniega de las clases magistrales, se minusvaloran las metodologías didácticas de antaño... Todo está en proceso de cambio.

No es la cultura digital la promotora de este cambio en la educación. Es la necesidad de cambiar la educación la que está utilizando las herramientas y la tecnología digital para cambiar el paradigma educativo. Por tanto, lo importante no es si utilizamos o no IPads, chromebooks o cualquier otro gadget. Lo verdaderamente relevante es aprovechar estas posibilidades en nuestro interés y para conseguir nuestros objetivos.

Por tanto, lo importante no es si utilizamos los relojes analógicos o no en la escuela, o si dedicamos parte del tiempo escolar a enseñar a nuestros alumnos y alumnas a cómo interpretar el movimiento y la posición de las agujas del reloj. Lo importante es cómo podemos integrar la cultura digital en nuestros centros educativos para conseguir cambiar el propósito de la educación. Si queremos una civilización que sepa vivir y convivir en paz, un mundo sostenible, una sociedad más justa y equitativa... necesitamos una escuela nueva, una nueva forma de educar.

Soy muy consciente de que todo cambio, toda revolución, provoca un fuerte movimiento de resistencia. Por ello, existe aún un nutrido grupo de educadores que insisten en mantener los principios de la educación del siglo XX como los pilares básicos de la formación de las nuevas generaciones. Pero el cambio en la educación llegará (se está produciendo de forma exponencial) como ha llegado a otras instituciones y distintos ámbitos de la sociedad, la economía y la política. El cambio es imparable.
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10 claves para aprender (de verdad)

domingo, 9 de junio de 2019
Las 10 cleves son igualmente importantes.
"A los ignorantes les aventajan los que leen libros. A estos, los que retienen lo que han leído. A estos, lo que comprenden lo que han leído. A estos, los que se ponen manos a la obra." Proverbio hindú

Todos sabemos que en la escuela no siempre aprendizaje y aprobado son sinónimos. Y creo que todos estaremos de acuerdo en admitir que ya es hora de que aprender es más importante que aprobar. O, al menos, que ambas cosas fueran lo mismo.

A continuación, me gustaría compartir 10 claves que considero fundamentales para conseguir que los alumnos y alumnas aprendan (de verdad), para que el aprendizaje que adquieren en la escuela les sirva para toda la vida, para que sean no solo creadores de contenido sino de conocimiento:

1. Utilizar las metodologías y los recursos disponibles en función del contenido y de los objetivos de aprendizaje a conseguir, y no al revés. En función de qué queremos que aprendan, debemos elegir la mejor manera de que lo hagan.

2. Por eso, los contenidos deben ser significativos y adecuados para todos los alumnos y alumnas...

3. ... Y las tareas y actividades que se propongan deben contemplar distintos niveles de dificultad y distintos procesos cognitivos.

4. Es necesaria (y debe ser exigida) la máxima implicación de los docentes (a nivel individual y como claustro), de los alumnos y alumnas y de las familias. Todo aprendizaje requiere de un esfuerzo, de un tiempo y de un buen grado de atención y concentración.

5. Las tareas que se propongan deben promover en buena medida el trabajo colaborativo. Los alumnos y alumnas deben ser agrupados a los largo de las diferentes tareas siguiendo distintos criterios en función del trabajo a realizar (grupos heterogéneos, homogéneos...).

6. Es muy importante entender que la escuela forma parte de una comunidad, que está condicionada por su entorno y sus circunstancias. La labor que se realiza en las aulas puede y debe tener una incidencia real en la comunidad.

7. No deben menospreciarse las habilidades (blandas y no tan blandas) de los alumnos y alumnas. Valorar las posibilidades de todos y cada uno de los alumnos y alumnas y potenciar su autoestima.

8. Aceptar los currículos oficiales de de manera crítica y entender que en la vida real los contenidos nunca se presentan de forma estanca como sucede con las asignaturas escolares.

9. Es imprescindible que exista un proyecto de centro compartido por toda la comunidad. Solo así la integración de lo que se lleva a cabo en la escuela conducirá a un aprendizaje significativo y será coherente y compartido por todos.

10. Evaluar a diario el proceso de aprendizaje, más allá del examen o el test puntual correspondiente. Evaluar para mejorar el aprendizaje, no para calificarlo.
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7 exámenes en una semana: ¿Evaluamos?

domingo, 2 de junio de 2019
"Cuando los estudiantes hacen trampa en los exámenes es porque nuestro sistema escolar valora más las notas de lo que los estudiantes valoran el aprendizaje." Neil deGrasse Tyson

Se acerca el final de curso. Como cada año es época de evaluaciones finales, es el momento de aprobar o suspender, Es tiempo de prisas, ansiedad, agobio, nervios. insomnio... para alumnos, pero también para profesores y familias.

Habitualmente es el momento de querer hacer en unos días lo que es trabajo de todo el curso. Es el sprint final, es como si tras los 42 kilómetros de una maratón, empezáramos a esforzarnos cuando solo faltan los últimos 195 metros...

Es época de exámenes. Y no, no estoy en contra de los exámenes. Un buen examen es un instrumento muy válido de medición del aprendizaje. Estoy en contra de los exámenes si facilitan que se pueda empollar unos contenidos en poco tiempo para que sean aprobados, olvidando por completo, o casi, todo lo memorizado en unos pocos días. Y es que aprobar es mucho más que calificar.

En estas fechas de evaluaciones finales son habituales las travesías de hacer un examen tras otro en unos pocos días. Siete exámenes en una semana (es un ejemplo real de un centro educativo cuyo nombre no voy a citar) es una cantidad de exámenes que más que medir el aprendizaje, ponen a prueba la capacidad de alumnos, docentes y familias para aguantar la presión, los nervios y la ansiedad. Y es que sin duda la evaluación no consiste en eso.

La evaluación no es un momento puntual, es un proceso; ni debería servir para etiquetar el aprendizaje con un número. La evaluación debe servir para que los alumnos y alumnas conozcan sus fortalezas y sus debilidades, para que puedan seguir aprendiendo mejorando su proceso de aprendizaje.

Evaluar es tan necesario como difícil. Porque, según Neus Sanmartí, es el motor del aprendizaje, ya que de ella depende tanto qué y cómo se enseña, como el qué y el cómo se aprende. Dime cómo evalúas y sabré qué tipo de docente eres. Ya es hora de entender que la nota no siempre es sinónimo de aprendizaje, ya es hora de valorar el aprendizaje.
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La educación tiene que cambiar, pero ¿cómo?

domingo, 26 de mayo de 2019
"Uno de los peligros que encierra la educación normalizada es el concepto de que una sola fórmula sirve para todos y la vida es lineal." Ken Robinson

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay 
La educación tiene que cambiar. Lo cierto es que puede hacerlo y lo está haciendo. Y creo que es el cambio es tan necesario como inevitable. Los conocimientos y las destrezas que se necesitaban hace cincuenta años no son las mismas que las que se necesitan hoy, porque el mundo de hoy poco o nada tiene que ver con el mundo de hace cincuenta años.

Pero lo cierto es que se siguen necesitando conocimientos. Los niños y niñas que asisten a la escuela deben aprender los conceptos que les permitan ser parte activa y responsable de su sociedad, los conceptos que les permitan reconocerse como pertenecientes a su cultura y las habilidades que les permitan tener una vida individual y social plena. Y para ello no hay fórmulas universales ni mágicas (aunque algunos sigan pensando lo contrario)... aunque sí que existen recursos y posibilidades que faciliten conseguir nuestros objetivos educativos.

Si bien no podemos utilizar con todos nuestros alumnos y alumnas una misma solución para que aprendan, sí que debemos saber que el aprendizaje es más fácil cuando emociona. Y como a todos no nos emocionan las mismas cosas, es muy importante que los y las docentes tengan un conocimiento personalizado de sus alumnos y alumnas. Es evidente que también se aprende sin emoción, se puede aprender por obligación (todos lo hemos hecho y aún lo hacemos) y por necesidad (si el aprendizaje me facilita la vida es más factible conseguirlo).

La utilización de distintas metodologías didácticas también es un recurso que facilita el aprendizaje. Cuantos más y mejores recursos utilicemos, más y mejores posibilidades hay de que nuestros alumnos y alumnas aprendan. Pero como ya escribí en una ocasión: "Estos días hay demasiados fashion victims en nuestras aulas, docentes que aplican de manera poco reflexiva las metodologías de moda, por el simple hecho de estar de moda. Estas metodologías hay que conocerlas, reflexionar sobre ellas, aplicarlas y evaluarlas... no convirtamos en un inconveniente lo que es, sin duda, una ventaja."

En este contexto, los y las docentes deben recibir una formación continua y coherente. Pero no solo de metodologías didácticas, neurociencia, mindfulness, etc., sino también de didácticas específica de las distintas áreas del conocimiento, sin que esto vaya en detrimento de trabajar los contenidos de forma integrada por proyectos. Tan importante es lo que se explica como la forma en la que se hace... y en las ofertas formativas habituales es muy difícil encontrar cursos de mejora de las didácticas específicas de las diferentes áreas del saber.

También se habla mucho de la incorporación de las TIC en nuestras escuelas como parte de ese proceso de cambio. La tecnología solo es efectiva cuando es invisible, es decir, cuando su uso no está por encima del objetivo educativo a conseguir, sino que es una herramienta, más dentro de un proceso complejo, para conseguirlo. Las TIC son tan necesarias como inevitables porque forman parte de nuestra vida cotidiana, pero siempre deben estar al servicio de la mejora del proceso de aprendizaje.

La educación está cambiando, pero depende de nosotros que ese cambio sea para mejor. Porque el cambio en sí mismo no conlleva una mejora. La mejora se produce cuando el cambio nos hace mejores personas.
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Enseñar en el siglo XXI: el conocimiento que nos hace mejores personas

domingo, 19 de mayo de 2019
"El cerebro no teje de la nada el nuevo conocimiento o las ideas creativas. Buena parte de lo que hacemos, tal vez la mayor parte de lo que hacemos, se modela en mayor o menor grado sobre información adquirida con anterioridad, incluso cuando se trata de la innovación más original y de los más sobresalientes actos de creatividad." Elkhonon Goldberg

Aunque no todo el mundo estará de acuerdo con esta afirmación, estoy seguro de que la mayor parte de la información y los contenidos que hacemos que los alumnos y alumnas aprendan en la escuela ni son importantes ni deben utilizarlos con frecuencia, por este motivo acaban desvaneciéndose, olvidándose.

Pero a pesar de ello, también estoy convencido de que esa información, que esa adquisición de contenidos no solo es importante, sino que es imprescindible. Mar Romera afirma que la escuela del siglo XXI que quiere es la que se ocupa del Ser y no del Saber. Entiendo lo que quiere decir y sé que ese tipo de afirmaciones son titulares muy llamativos y provocadores, pero la escuela del siglo XXI no tiene que elegir entre lo uno y lo otro, sino que debe proporcionar los conocimientos que se conviertan en mejores personas. Además, es un lugar privilegiado para que aprendan a hacer cosas con los conocimientos adquiridos y para que aprendan a compartirlos y a convivir con los demás. La escuela del siglo XXI es la escuela del Saber, del Ser, del Hacer y del Convivir.

Enseñar no puede limitarse a transmitir conocimiento compartimentado en asignaturas. La complejidad de la realidad del mundo en el que vivimos nos obliga a ofrecer conocimientos integrados y aplicados a situaciones y contextos reales. Pero la adquisición de conocimientos es imprescindible... la cuestión es hacer una selección significativa de ellos, escoger aquellos que son básicos e imprescindibles. No es una tarea fácil, pero es muy necesaria. Lo que no tiene ningún sentido son los actuales currículos repletos de conceptos superfluos y caducos.

El aprendizaje es algo parecido a construir una figura con piezas de Lego. De cuantas más piezas dispongas y cuanto más variadas sean, más posibilidades hay de construir figuras más complejas, creativas e innovadoras. Dotar a nuestros alumnos y alumnas de esas piezas requiere de experiencia, práctica, formación y evaluación, necesita de implicación y profesionalidad docente.

Enseñar es mucho más que explicar de forma superficial conceptos vagos cuyo único fin es el de olvidarse al cabo un tiempo. Enseñar es dar las herramientas, las destrezas y los conocimientos que nos permitirán ser mejores personas.
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¿Existe un modelo de buen profesor?

domingo, 12 de mayo de 2019
¿Qué maestros y/o profesores te han influido más a lo largo de tus años de vida académica? ¿Qué docentes consideras que han sido importantes en algún aspecto de tu vida personal y/o laboral? Dedica unos instantes a pensar en esos hombres y mujeres…

Es muy probable que esos maestros y profesores sean muy distintos entre sí, tanto en su forma de dar clase como en su forma de ser. Al menos, así sucede con los docentes que me han influido a mi, aquellos que han dejado su huella en mi manera de entender la educación, de entender el mundo.

Puede que alguno de esos docentes se pasara la clase hablando, explicando con pasión y rigor los más diversos contenidos de su asignatura. Es posible que otros fomentaran de manera efusiva tu participación activa en el aula, planteándote retos, desafiándote a alcanzar tus metas. O quizás tenías la certeza de que alguno de ellos se preocupaba sinceramente por ti, por tus problemas, por tus ilusiones, por tus inquietudes, por tus sueños…

Me atrevo a afirmar que es una verdad incuestionable que los buenos docentes son muy diferentes entre sí, por lo que es imposible establecer de una forma clara, concisa e indiscutible un “modelo de buen profesor”. Mas si tenemos en cuenta que el docente que te influye a ti, no tiene porque causar el mismo efecto en tus compañeros y compañeras por mucho que estéis en la misma aula y os trate de igual forma.


*Este post fue publicado originalmente para la campaña #realinfluencers con el título Los buenos docentes.
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El aprendizaje sincero: contra el postureo educativo

domingo, 5 de mayo de 2019
Vivimos en la sociedad de la apariencia, donde se valora más parecer que ser, tener que saber. Hoy lo importante para triunfar no es lo que sabes, sino lo que aparentas saber. En psicología se conoce como complejo de Eróstrato al trastorno que lleva a una persona a querer ser el centro de atención, a destacar a cualquier precio. Y creo que es un mal muy extendido en el mundo actual.

Las redes sociales (facilitan mostrar una imagen idealizada de nuestra realidad), la infoxicación (recibimos cada vez más información y no hay tiempo para leerla y menos aún para asimilarla), las fake news (lo importante no es la veracidad de la información, sino su impacto) son algunos de los ejemplos que condicionan nuestra manera de estar en el mundo y de comprenderlo. Y la educación no es ajena a esto...

Vaya por delante que todos hemos utlilizado el postureo alguna vez, yo el primero. Pero, ¿merece la pena ese tipo de reconocimiento? ¿Aporta algo positivo a nuestra forma de afrontar la vida? Cuando alguien aparenta saber y no sabe, tarde o temprano pone en evidencia su incapacidad o lo que es aún peor puede estar haciendo un mal irreparable. Es por eso que creo que debemos acabar con el postureo educativo.

Propongo que la educación que transmitamos en nuestras escuelas tenga como consecuencia un aprendizaje sincero. Todo aprendizaje necesita de información y motivación, y para ser significativo y perdurable, necesita procesar más que memorizar. No es que la memoria no sea importante, lo es y mucho, lo que no es lícito es potenciar la memoria a corto plazo para aprobar un test y desechar el contenido al cabo de poco tiempo. Este no debe ser el objetivo de la educación que impartimos en nuestras escuelas, ni el resultado para nuestros alumnos.


Un aprendizaje sincero es perdurable, adaptable, significativo y extrapolable. Un aprendizaje que no se base en el postureo sino en el conocimiento facilitaría que nuestro sistema educativo acabara con el abandono escolar temprano, del que somos número uno en Europa. Hay que crear espacios de aprendizaje formal que den cabida al mayor número de personas para que no queden al margen de la sociedad y puedan aprender para tener una vida más plena.

Desde aquí quiero pedir encarecidamente a todos los miembros de la comunidad educativa que hagamos un esfuerzo por dejar de lado el postureo y por sentar las bases de una educación que cumpla con el objetivo de formar personas capaces de cambiar el mundo, de adaptarse a las circunstancias cambiantes y de tener un pensamiento crítico y sostenible.
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Educar en la era de la innovación

domingo, 28 de abril de 2019
"Pero en una sociedad en la que el conocimiento y las habilidades se tornan obsoletas antes incluso de convertirse en rutina, prácticamente todos los miembros de la sociedad pasan a formar parte del proceso creativo, quizá no generando nuevas ideas, pero sí aprendiendo e incorporando a sus vidas esas nuevas ideas, conceptos y habilidades." Elkhonon Goldberg


En un mundo en constante cambio, la educación, para cumplir con su propósito de preparar a las personas para la vida, debe tener un doble referente: por un lado, la sociedad en la que vivimos y, por otro, la sociedad en la que queremos vivir.

Para educar es necesario conocer el contexto en el que vivimos, la forma y los medios con los que nos relacionamos con el mundo y las personas, los recursos de los que disponemos... Pero también es necesario tener claro hacia dónde queremos que vaya la sociedad, cómo queremos que sea el mundo y cómo debemos relacionarnos con los demás. Y esto que parece muy obvio, no siempre lo tenemos presente.

Además de este doble referente, la educación también debe tener siempre presente el pasado, su historia y sus prácticas porque son fruto de momentos y contextos históricos precisos. Si no se mantienen los referentes del pasado, corremos el peligro de repetir nuestros errores una y otra vez  y perdemos la perspectiva de lo que estamos haciendo, con lo que podemos creer que estamos inventando o innovando cosas que ya fueron inventadas o innovadas en su momento.

En el contexto actual tenemos que acabar con lo que Goldberg denomina "el piloto automático mental", es decir, afrontar la vida con los conocimientos y habilidades adquiridas en nuestra infancia y juventud. Nuestro cerebro tiene la capacidad de adaptarse y de aprender a lo largo de toda la vida, por lo que la educación que ofrecemos a nuestros alumnos y alumnas debe estar encaminada a este propósito. Aprender de forma autónoma, ser resilientes y tolerantes a la frustración, saber trabajar colaborativamente, tener una mirada disruptiva que lleve a planteamientos y respuestas creativas son los objetivos de la educación en la era de la innovación.

Si a todo esto le sumamos que según Francesco Tonucci "cada uno de nuestros hijos o nuestros alumnos tiene un ámbito de excelencia, lo que Gabriel García Márquez llamaba el juguete preferido", lo que es garantía de su trabajo futuro y su felicidad, es evidente que la educación del siglo XXI debe ser inclusiva, que nadie puede quedar al margen, que nadie puede permanecer en los márgenes de la sociedad y que la creatividad es uno de sus principales valores. 

Este post ha sido inspirado por la lectura de Elkhonon Goldberg: Creatividad. El cerebro humano en la era de la innovación. Ed. Crítica, 2019.
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Evaluar para aprender no para juzgar*

domingo, 21 de abril de 2019
La evaluación supone una plataforma de diálogo entre los evaluadores y los evaluados, entre diversos estamentos de los evaluados, entre los evaluadores y las diversas audiencias, entre éstas y los evaluados, etc. Pero el diálogo tiene una doble finalidad: trata por una parte, de generar comprensión del programa y, por otra, de mejorar la calidad del mismo.” Miguel Ángel Santos Guerra

Para entender todo lo que comentaremos a continuación, debemos tener presente que ir a la escuela es inevitable, pero aprender es una opción.

El sistema educativo actual tienen el efecto perverso de convertir a los docentes “seleccionadores” que deciden quién sigue en el sistema y quién queda fuera, en función de criterios poco claros. Los actuales sistemas de evaluación obligan a los docentes a etiquetar a los alumnos de manera rígida valorando aspectos memorísticos y de recitación de contenidos.

La escuela que necesitamos en el siglo XXI ya no debe ser selectiva sino inclusiva. Una escuela en la que nadie debe quedar excluido, ya que lo que se adquiere en ella son las destrezas, las habilidades cognitivas y no cognitivas, los conocimientos… que permitirán a las personas ser capaces de aprender autónomamente a lo largo de toda su vida. De esta manera podrá afrontar con garantías de éxito los retos y desafíos que la vida le irá deparando.

En esta escuela inclusiva, el criterio tradicional de comparar a los alumnos y a las alumnas entre sí, carece de todo fundamento. La evaluación del aprendizaje adquiere una dimensión distinta a la de la escuela selectiva: los aspectos a evaluar van más allá de la memorización de conceptos (y su recitado). Incluyen también la habilidad para pensar críticamente, la capacidad de comunicarse oralmente y por escrito), la resolución de problemas, la competencia tecnológica…

Acostumbramos a aceptar que la evaluación es el final del proceso de aprendizaje, un “punto y final” que nos permite discernir si se ha producido ese aprendizaje y en qué grado. La materialización de este tipo de evaluación es el examen. Pero, en realidad, la evaluación debe ser una actividad sistémica y continua, debe producirse durante todo el proceso de aprendizaje, como un “punto y seguido” que nos permite en todo momento ser una guía que acompañe al alumnado a su consecución. La materialización de este tipo de evaluación son la rúbricas.

Hay tres preguntas clave que todo docente debe plantearse a la hora de evaluar a su alumnado:

1. ¿Qué queremos que aprendan?
2. ¿Qué han aprendido hasta ahora?
3. ¿Qué hacer para acortar la distancia entre lo que han aprendido y lo que tienen que aprender?

Con las respuestas que obtengamos al plantearnos estas preguntas, podremos decidir cuál es la estrategia más adecuada que debemos aplicar para que cada uno de nuestros alumnos y de nuestras alumnas aprendan.

La evaluación no es calificación, sino que es diagnóstico. Y en este contexto la evaluación del aprendizaje no debe ser competencia exclusiva de quien ejerce la docencia. La autoevaluación y la coevaluación son herramientas indispensables porque los alumnos y las alumnas son parte activa del proceso. Ser consciente del propio aprendizaje (metacognición) y conocer cómo te ve el resto aporta una información esencial para gozar cada vez de una mayor autonomía.

En la escuela del siglo XXI, los docentes y las docentes deben evaluar para que su alumnado aprenda y no para ser juzgado. Bajo esa perspectiva la evaluación debe ser sistémica, continua, formativa y participativa. Solo así conseguiremos que lo importante sea aprender y no juzgar.


*Revisión de artículo publicado en EvaluAcción el 16 de octubre de 2017.
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Profesores excepcionales

domingo, 14 de abril de 2019
"He llegado a creer que un gran maestro es un gran artista y que existen tan pocos como existen grandes artistas. La enseñanza podría incluso ser la mayor de las artes ya que el medio es la mente y el espíritu humano." John Steinbeck

Los grandes maestros son tan escasos como los superhéroes de los cómics y las películas de Marvel. Tiene poderes excepcionales como ellos y los emplean para que sus alumnos y alumnas aprendan todo aquello que les ha de permitir ser mejores personas y tener una vida plena.

"Un gran poder conlleva una gran responsabilidad" le dijo el tío Ben a Spiderman... y eso es lo que también deben tener siempre presente los profesores y profesoras excepcionales. ¿Pero qué es un profesor excepcional?

Un profesor excepcional es aquella persona que utiliza todo su conocimiento, sus habilidades, su humanidad, su entusiasmo y su tiempo para hacer más fácil, más eficaz y más significativo el aprendizaje para sus alumnos y alumnas.

A mí me fascinan estos docentes, me sirven de modelo, me motivan con su entusiasmo, aprendo de ellos y disfruto comentando y compartiendo sus experiencias... pero estos docentes son excepcionales en el doble sentido de la palabra: constituyen una excepción a la norma y se apartan de lo ordinario. Por este motivo, su manera de enseñar no puede convertirse en norma, no se puede ser exportable al conjunto de los docentes.

No es lícito pedir a los docentes que lo sean las 24 horas del día, los 365 días de la semana. Hacer esto es opcional, pero no puede ser norma. Esto es así para cualquier profesional de cualquier ámbito.

Ojalá cada vez existan más profesores y profesoras excepcionales porque ellos y ellas hacen una labor impagable con los alumnos y alumnas que tiene la fortuna de recibir sus aprendizajes. Pero no debemos olvidar que son la excepción y no la norma. Hay miles y miles de docentes que, sin ser excepcionales, consiguen que sus alumnas y alumnos aprendan de manera autónoma y adquieran los conocimientos y las competencias que necesitan para tener éxito en la vida. ¡Gracias a todos!
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¿Por qué la realidad supera (casi) siempre a la pedagogía?

domingo, 31 de marzo de 2019
"Cuestionarse las cosas permite a los innovadores romper con lo establecido y considerar nuevas posibilidades." Tony Wagner

Imagen de Ulrike Mai en Pixabay 
El interés que demuestra la comunidad educativa es inversamente proporcional a la dotación de recursos que recibe por parte de las administraciones. Es una paradoja, cuantos menos recursos, más propuestas disruptivas se producen y más congresos y jornadas sobre educación con gran afluencia de docentes se organizan y se llevan a cabo. Me parece que es una respuesta comprensible, pero... ¿es eficaz?

La realidad, es decir, la falta de recursos económicos, las insostenibles ratios de alumnos y alumnas, el desinterés de los políticos, la nula valoración social del trabajo de los educadores y educadoras..., es una piedra muy pesada en la espalda de la pedagogía, por lo que muchas de sus propuestas quedan en acciones bienintencionadas sin resultados efectivos sobre la mejora del aprendizaje.

Esa es la cruda realidad. Un montón de docentes, orientadores, pedagogos... haciendo mucho más de lo que su profesionalidad les demanda y logrando apenas pequeños logros en su espacio más próximo sin tener una incidencia destacada en el conjunto del sistema.

¿Significa eso que debemos dejar de intentar aportar nuestro grano de arena? Dijo Eduardo Galeano que "Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo" y me parece una frase tan hermosa como peligrosa. El hacer pequeñas cosas no debería ser motivo de dejar de lado el hacer grandes cosas. Me explico: el esfuerzo vocacional de miles de educadores debe ir siempre acompañado de acciones contundentes por conseguir que las administraciones dediquen los recursos necesarios para que nuestros niños y jóvenes reciban la educación que merecen y necesitan.

Yo, como el niño de la película El sexto sentido, en ocasiones veo innovadores. Ojalá los siga viendo por mucho tiempo, pero con el apoyo real para que sus acciones tengan una incidencia menos parcial y mucho más global.
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Las 10 palabras que tienen que cambiar la educación

domingo, 24 de marzo de 2019
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay 
"Una palabra mal colocada estropea el más bello pensamiento." Voltaire

La neurociencia considera que las palabras que usamos pueden cambiar nuestra mente. Del mismo modo, las palabras que utilizamos en nuestra manera de educar definen lo que entendemos por educación. Por eso es muy importante elegir bien las palabras que usamos, porque van a configurar aquello de lo que hablamos.

Nuestra forma de entender la educación, y, por tanto nuestra forma de educar, viene definida por las palabras con la que hablamos de ella. Este es el motivo por el que me gustaría compartir con cuáles son las diez palabras que creo que pueden cambiar la educación:

1. Inversión. Sin inversión económica para dotar a los centros educativos de recursos, para poder reducir las ratios, para mejorar los recursos materiales de las aulas, para formar más y mejor a los y las docentes... todas las demás palabras que puedan utilizarse pierden una parte de su poder.

2. Saber. Una de las funciones fundamentales de la educación es la adquisición de conocimientos... eso no deberíamos olvidarlo nunca. Pero esos conocimientos deben ser útiles, aplicables a la vida, que nos permitan ser críticos. Hay que huir del saber fugaz, ese que se olvida a las pocas horas de hacer un examen. ¡Ah! Por cierto, cualquier aprendizaje requiere de un esfuerzo y de un nivel de concentración y atención. Pero ese esfuerzo puede realizarse de muchas formas y no vales eso de que la letra con sangre entra... ese es el recurso de quien no tiene recursos.

3. Hacer. La educación también necesita de la palabra hacer porque siempre debe invitar a la acción. Lo que aprendemos debe poder materializarse en cosas concretas que nos permitan mejorar nuestra vida y la de los demás.

4. Pensar. La educación también debe ayudarnos a pensar mejor a dotarnos de estrategias y destrezas que nos permitan tener una visión propia de las cosas y nos permita discernir entre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo...

5. Convivir. No estamos solos, cualquier aspecto de nuestra vida necesitas de otros. Saber convivir es un valor imprescindible en nuestro mundo y la educación no puede estar al margen de esta realidad.

6. Colaborar. Pero no se trata solo de convivir en armonía con los demás, sino de tener la capacidad de colaborar, de cooperar, de compartir conocimientos y experiencias. La educación debe hacernos competentes más que competitivos.

7. Inclusión. No podemos dejar a nadie fuera de la educación. Se trata de que cualquier individuo, sea como sea, tenga el talento que tenga quede incluido en el sistema educativo para que pueda desarrollar al máximo su potencial, sea este cual sea.

8. Emoción. Hay quien dice que sin emoción no hay aprendizaje. Quizás es una afirmación algo extremista (creo que se aprende también por necesidad e incluso por obligación), pero que duda cabe de que con emoción el aprendizaje es un poco más fácil y significativo. 

9. Sostenible. La educación debe incidir en los valores que hacen el mundo sostenible porque nada de lo dicho anteriormente tiene sentido si acabamos con el planeta.

10. Creatividad. Tener una mirada disruptiva, ser creativo/a a la hora de afrontar los problemas y desafíos de la vida es fundamental para desarrollarnos como personas y para colaborar en hacer un mundo cada vez un poco mejor.
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5 cosas que no sé sobre Educación

domingo, 10 de marzo de 2019
"Jamás he conocido un hombre tan ignorante del que no pudiera aprender algo." Galileo Galilei

La única certeza que tengo sobre el mundo de la Educación es que no hay verdades absolutas ni fórmulas mágicas ni recetas infalibles. De hecho, cada vez soy más consciente de que para afrontar cómo educar es mejor ser consciente de tu ignorancia que de tu sabiduría. Es decir, si crees que sabes mucho no tendrás la capacidad de adaptar tu forma de educar a las circunstancias, a las necesidades, al entorno... En cambio, si eres consciente de tu ignorancia, antes de actuar, analizarás las circunstancias, las necesidades, el entorno...

Por este motivo, ando estos días reflexionando sobre las cosas que no sé sobre Educación. Y me gustaría compartir con vosotros 5 de ellas:

1. No sé cómo podemos ponernos de acuerdo sobre cuál es el propósito de la Educación. La manera de entender la Educación condiciona, sin ningún lugar a dudas, nuestra forma de educar.

2. No sé cómo colaborar o debatir sobre Educación con quien no quiere hacerlo. La intransigencia es uno de los mayores males de la Educación. Quien no es capaz de escuchar con la mente abierta las opiniones de otros, nunca progresará ni avanzará en su manera de educar.

3. No sé cómo hacer que la Educación sea realmente inclusiva, que no deje a nadie de lado, que no se limite a seleccionar quién vale y quién no con criterios más que dudosos.

4. No sé qué es en realidad la innovación educativa. Se presentan como innovadoras muchas propuestas que no lo son en absoluto y, por ignorancia de la herencia pedagógica, se presentan como novedosas propuestas que en ocasiones tienen más de cien años de antigüedad.

5. No sé cómo convencer a los incrédulos de que la pedagogía no es la causa de los males de la Educación, sino su única solución.

Espero que estas 5 muestras de mi ignorancia sobre la educación nos ayuden a todos reflexionar sobre ella y nos ayuden a educar cada día un poco mejor.
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La educación se construye con el lenguaje de los sueños

domingo, 3 de marzo de 2019
"Siembra en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan... Los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de hacerlas florecer en su corazón." María Montessori

Imagen de darksouls1 en Pixabay

Los niños y las niñas no ponen límites a las cosas que pueden llegar a hacer. Todos y cada uno de ellos se cree capaz de cualquier cosa y actúa como tal. Se creen capaces de viajar por el espacio, de luchar contra dragones, de pintar los más hermosos cuadros, de encontrar la cura de las perores enfermedades... Según Ken Robinson, esto sucede porque no tienen ningún miedo a equivocarse... "hasta que el sistema les va enseñando poco a poco que el error existe y que deben avergonzarse de él".

Los contenidos, las competencias, los valores son importantísimos para la educación de los niños y las niñas, pero la educación verdadera, esa que les permite crecer siendo quienes quieren y pueden ser, que les impulsa a desarrollar sus talentos, que les da las herramientas para tener opinión propia y espíritu crítico, esa educación se construye con el lenguaje de los sueños.

Los sueños están hechos con un material capaz de adaptarse a cualquier persona, que les motiva a perseguir metas, que les da fuerza para trabajar sin descanso para alcanzar sus objetivos. En los sueños todo es posible... y ese debe ser siempre el punto de partida de la educación: TODO ES POSIBLE. Los límites de aquello que podemos o no podemos hacer los deben poner nuestras capacidades y no ser el resultado de una educación que no nos permita desarrollarnos al máximo.

Si la educación se construye exclusivamente con el lenguaje de la realidad, es meramente reproductiva y su función es la de conservar lo establecido. Pero la educación también debe formar personas capaces de hacer del mundo un lugar siempre un poco mejor y por eso es necesario que utilice el lenguaje de los sueños. La vida es mejor cuando nunca se deja de soñar.
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Educar sin miedo

domingo, 24 de febrero de 2019
"La educación ayuda a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser." Hesíodo

Una de las características más definitoria del ser humano es nuestra diversidad. Tenemos culturas y religiones distintas, opiniones diferentes, ideologías políticas en ocasiones contrapuestas y, por tanto, hay tantas maneras de entender el mundo como personas habitan el planeta.

Puede que esta sea una de las causas por las que es tan complicado ponernos de acuerdo sobre cuál es la mejor manera de educar. Porque para decidir cómo hay que educar a nuestros niños y niñas, lo primero que hay que plantearse es cuál es el propósito de la educación. Y esta no es una decisión nimia ya que los niños y las niñas son lo más importante que tiene una sociedad porque ellos son los protectores de los sueños de la misma y los garantes de su buen funcionamiento futuro. Por este motivo debemos educarlos sin miedo.

Si entendemos el mundo como un lugar competitivo donde el más fuerte se impone sobre el débil educaremos a nuestros niños y niñas de forma selectiva, procurando que cada uno ellos intenten ser el mejor de manera individual, algo así como una competición deportiva sin fin.

En cambio, si creemos en un mundo en el que todos tenemos cabida, donde todos colaboramos, educaremos a nuestros niños y niñas de manera inclusiva, sin excluir a nadie. El objetivo es que cada persona sin excepción alcance lo mejor de sí misma.

Y entre estas dos maneras extremas de entender el mundo hay muchas otras que se diferencias en matices, pero que implican otras formas de entender el propósito de la educación.

Por todo lo explicado es por lo que la mayoría de las discusiones sobre si una metodología didáctica es adecuada o no, si utilizamos libros de texto o no, si damos clases magistrales o no... tienen más que ver sobre cómo entendemos el mundo y no sobre las bondades o deficiencias de las metodologías mismas. Y aquí radica la dificultad para que nos pongamos de acuerdo sobre cuál es la mejor manera de educar.

Por eso es tan importante educar sin miedo, porque nuestras generaciones futuras serán en buena parte el resultado de la manera como les hemos educado e interactuarán en el mundo con los valores que les hayamos transmitido. Aquí radica el valor de la docencia y la importancia sin parangón de la educación.
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Corazón y razón en la educación actual

domingo, 10 de febrero de 2019
"Es muy importante entender que la inteligencia emocional no es lo opuesto a la inteligencia, no es el triunfo del corazón sobre la cabeza, es la intersección de ambas." David Caruso

En la sociedad actual y, por tanto, también en la educación, la razón parece haber perdido parte de la importancia que tenía. ¡Qué terrible error! ¿Cómo podemos vivir y aprender sin discurrir sobre todas las cosas?

Pero en el mundo actual tampoco parece que la emoción esté mucho mejor considerada. Todo se hace en función del interés, de los réditos materiales que se puedan conseguir con nuestras acciones. Y eso también sucede en la educación del siglo XXI, muy encaminada en formar personas que en el futuro sean buenos profesionales.

La razón y la emoción, el cerebro y el corazón, deben formar parte por igual de la educación. Es un error optar por lo uno o por lo otro. Los contenidos son importantes y el nivel de exigencia para su adquisición debe ser alto. Pero estos contenidos deben aprenderse de modo significativo, deben entenderse y saber utilizar en distintos contextos. Los contenidos no tienen sentido si se pretende que se memoricen de manera provisional y se olviden tras un examen. Además, parece probado que el aprendizaje es más significativo cuando emociona.

La gestión y el control de las emociones también dota a las personas de una mayor capacidad para adaptarse a situaciones cambiantes... y eso en el mundo actual es un gran valor para tener éxito. Reconocer nuestras emociones es tan importante como identificar las de los demás. La resiliencia es una capacidad que nos ayuda a ser más inteligentes en todos los sentidos.

La razón es básica para entender el mundo, la emoción es fundamental para gestionarlo. Por eso no podemos ofrecer a nuestros alumnos y alumnas una educación sin uno de estos elementos. No tiene ningún sentido perder ni un minuto de nuestro tiempo en discutir si la educación debe dejar de lado los contenidos o si la emoción no debe formar parte de la formación en nuestras escuelas. Cerebro y corazón deben formar parte de cualquier proceso de enseñanza/aprendizaje.

Dicen que la manera más rápida y efectiva de cambiar la mente de una persona es conectando con ella a través del corazón. Por eso, por mucho que a ciertas personas les cueste entenderlo, la mejor manera de que nuestros alumnos y alumnas aprendan es emocionándoles. Tú como docentes debes encontrar cuál es la mejor manera de hacerlo, porque hay múltiples formas de conseguirlo... conoces a tus estudiantes y sé capaz de encontrar aquello que les motiva.
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