El desorden educativo: nadie puede quedar fuera

sábado, 9 de mayo de 2020
"Una época de movimiento y de conciencia del desorden es a la vez una época de grandes riesgos y grandes posibilidades. Puede convertirse en una época de contagio entrópico y, más aún, de implosiones y explosiones sociales en cadena y locuras desastrosas." Georges Balandier

Si el mundo educativo llevaba ya un tiempo convulso, solo ha faltado la crisis del Covid 19 para acabar de remover aún más los vientos de cambio y transformación que están azotando a nuestras escuelas, a nuestros docentes, a nuestros alumnos y a cualquier miembro de la comunidad educativa.

Esto genera un movimiento de cambio paradigmático que es, a su vez, contrarrestado por un movimiento de conservación de los modelos establecidos. Y en esas estamos, unos que, si hay que cambiarlo todo, otros que si hay que volver a los valores de la educación tradicional... con todas las posiciones intermedias que se quieran.

Los retos que se plantean ante la situación de alarma provocada por el coronavirus son, a la vez, una gran posibilidad de introducir mejorar en el sistema escolar y una posibilidad muy factible de introducir "locuras desastrosas". Hacer que en las aulas solo pueda haber 15 alumnos y que parte del horario y el trabajo escolar sean online son al mismo tiempo cambios positivos y negativos, depende de los recursos y las transformaciones metodológicas que los acompañen. Reducir el número de alumnos por aula, petición docente histórica, solo tiene sentido si va acompañada de un cambio metodológico que le dé sentido.

Pero el tema más importante es que esta crisis no acentúe aún más las diferencias entre alumnos y la igualdad de oportunidades (la equidad no es uno de los puntos fuertes de nuestro sistema educativo): que nadie quede fuera del sistema. Si los protocolos de salud recomiendan que parte del horario escolar sea online, hay que posibilitar que todos los alumnos (y todos los docentes) tienen acceso a los recursos digitales pertinente, tanto materiales (ordenadores, tablets, conectividad...) como formativo (saber utilizarlos adecuadamente).

Si la educación online consiste solamente en la comunicación a los alumnos de tareas y deberes, no aprovecharemos las circunstancias para transformar la metodología con la que nos dirigimos a los alumnos para que aprendan.

Los docentes no son ni héroes ni villanos... son los profesionales que van a formar a las generaciones futuras y necesitan de los recursos materiales y formativos para llevar a cabo su tarea de manera eficaz.

Dice Michael Fullan que un sistema educativo aburrido es malo, pero que un sistema irrelevante lo es por partida doble. Quizás podríamos aprovechar las circunstancias actuales, que por otro lado son inevitables, para conseguir que el sistema sea relevante, para que los alumnos hagan tareas a las que les vean o les hagan ver el significado y la relevancia.

Para finalizar, me gustaría decir la única forma de entender la educación es de forma inclusiva, sin dejar a nadie al margen, sin perder a nadie por el camino... porque aprender es el camino que recorremos, no los lugares a los que llegamos. Porque todos debemos aportar nuestro mejor yo, la educación debe sacar lo mejor de todos y cada uno de nosotros.

La educación en tiempos de alerta: lo que de verdad importa

sábado, 25 de abril de 2020
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay 
"Habíamos olvidado últimamente que las escuelas alimentaban a las sociedades, no solo a las economías." Alex Beard

Nunca pensé que me vería escribiendo algo así. Desde mi casa, confinado, con las calles vacías, con las escuelas cerradas, con miles de personas muriendo y muchas más enfermando. Por momentos, más que vivir en la realidad, me parece estar viviendo en una película de ciencia ficción. Pero no, lo que sucede es muy real, cruel y brutalmente real. Lo que sucede no tiene ningún aspecto positivo que resaltar, ni con una visión muy optimista de la situación.

Ante una realidad nueva, inesperada, para la que no tenemos respuestas, ni soluciones debemos actuar de la forma como se refleja en la ilustración: hay que ser consciente de ella, pensar cuál es la mejor manera de afrontarla, idear soluciones o respuestas y, lo que es fundamental, pedir ayuda y compartir nuestra forma de actuar ante ella.

Y eso es lo que estos días está sucediendo en el ámbito de la educación, con sus luces y sus sombras. Creo que hoy más que nunca es necesario reformular nuestra manera de entender la educación y replantear cuál es el propósito de la escuela. 

Algunos plantearán la necesidad de vaciar a la escuela de su valor para la sociedad. La enseñanza online es más barata, mucho más barata, pero no cubre ni un mínimo porcentaje de lo que se necesita para educar a nuestros alumnos y alumnas. Puede que sí sirva, aunque también con limitaciones, para instruirlos, pero no para educarlos.

Y es que esa es la clave para reflexionar: ¿En la escuela solo se aprenden los contenidos de las asignaturas del currículum o se aprenden también los valores, las habilidades, las destrezas que les permitan vivir con plenitud? Yo lo tengo claro: La educación de nuestra época tiene que ir mucho más allá de la mera instrucción, y debe dotar a las nuevas generaciones de los valores y las habilidades o competencias que les permitan vivir de forma responsable y activa en un mundo cambiante.

La escuela ha de ser garante de lo que Michael Tomasello llama evolución cultural acumulativa, es decir, debe garantizar que las nuevas generaciones conocen "las prácticas y los artefactos humanos más complejos -incluyendo las industrias que utilizan herramientas, la comunicación simbólica y las instituciones sociales" que en ningún caso fueron creadas una vez y para siempre, sino que han sido adaptadas y modificadas sucesivamente por las nuevas generaciones. De manera que, a diferencia de los animales, los seres humanos hemos podido progresar generación tras generación de una forma rápida y eficaz.

Para que esto sea posible la escuela debe enseñar conceptos y contenidos, pero también debe enseñar a reflexionar sobre ellos de un modo crítico, debe ser posibilitadora de la aplicación real de esos conceptos y contenidos y debe tener las herramientas para que estos puedan ser compartido con otros para trabajar en colaboración. La escuela debe enseñar a pensar, a hacer, a convivir, a compartir...

En este contexto, la función presencial del profesor es esencial y las herramientas online son un potente complemento a su labor, pero nunca pueden substituirla al 100% (ni tan siquiera al 50%). Es posible que esta situación excepcional haya destapado algunas carencias en cuanto a la formación TIC-TAC del profesorado... ¿pero a quién le sorprende eso? Más allá de heroicidades, siempre loables, pero también excepcionales, la profesionalidad y la capacidad de adaptación de los profesores y profesoras ha quedado más que demostrada... por eso, cada día a las 8 de la tarde salgo al balcón de mi casa y mi aplauso también es para ellos. Pero quiero ir más allá y pedir que se deje de recortar la inversión en educación, que se dote de recursos y formación permanente y eficaz a los docentes, que se reduzca el número de alumnos por aula, que se posibiliten espacios de intercambios de experiencias docentes... en definitiva, que ayudemos de verdad a los profesores a hacer su labor.
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