Gracias por compartir... me hace cada día un poco mejor

jueves, 27 de junio de 2013
Esto de las redes sociales no deja de sorprenderme cada día un poco más. Gracias a mi actividad en Twitter y a lo que escribo en este blog he conseguido contactar con personas que se dedican al mundo de la educación en casi todos los rincones del mundo: Colombia, México, Argentina, Uruguay, Chile, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Alemania, Rusia...
Ver que mis ideas sobre qué es la educación y cómo enseñar en las escuelas del siglo XXI coinciden con las de personas de orígenes y culturas tan diversas produce una cierta sensación de vértigo, que me confirma que la educación es un valor universal y sus problemas están muy globalizados.
Pero lo mejor de todo es ver cómo mis ideas y opiniones crecen y mejoran con las aportaciones desinteresadas de muchas personas. Principalmente con los comentarios directos de los post que publico (siempre son geniales las aportaciones de @agustindelacru2 @miriamleiros @leiruleugim @teresaterradesp @alb_del_mazo y otros muchos).
Pero últimamente me he visto gratamente sorprendido por referencias y citas en distintos Blogs y, lo que es aún más impresionante, he recibido un videos realizado por @Dielmer y unas viñetas de cómic dibujadas por @zaimoneri basados en los contenidos de algunos de mis escritos, que quiero compartir con todos vosotros.
Gracias a todos por darme fuerzas para seguir escribiendo y por hacer que mis ideas y opiniones sean mejores.


¿Puede la educación transformar la estupidez humana?

lunes, 24 de junio de 2013
¿Es la estupidez el estado natural del ser humano? Escuchando las últimas declaraciones de algún político (llamémosle "El Innombrable", como el personaje de Harry Potter) sobre las becas podría parecer que sí, sin lugar a dudas.
¿Es educable la estupidez humana? Siempre he creído que sí... de lo contrario no hubiera estudiado Pedagogía y no me hubiera dedicado a esto de la educación.
Pero los hechos que leemos a diario en la prensa, lo que vemos por la televisión o lo que descubrimos por Internet parecen demostrar lo contrario.
Personas consideradas muy inteligentes, muy preparadas, aquellas que han tenido acceso a los más altos grados de educación, nos han llevado a guerras terribles por conseguir poder, contaminan nuestro planeta hasta hacerlo cada vez más inhabitable para acumular riqueza y explotan a otras personas para beneficio propio: tener un coche más moderno, un barco más grande o un palacio con un indecente número de habitaciones y lavabos.
¿Por qué las personas más "educadas" pueden tener comportamientos tan irracionales? Porque tener varios títulos universitarios, dos másters y un MBA no son indicadores de haber recibido una buena educación, tan solo indican que se ha recibido una formación completa y cara dirigida a triunfar en la vida y los negocios... a cualquier precio.
La educación es otra cosa. La educación no puede ser elitista como pretende El Innombrable, la educación no puede llegar tan solo a unos pocos, no debe tener como objetivo acumular riqueza a toda costa. La educación debe ayudarnos a todos y cada uno de nosotros a triunfar en la vida, siendo personas con criterio propio, personas que piensan en los valores colectivos, que participa aportando todo lo que puede en el conjunto de la sociedad. La educación debe ayudar a que todos triunfemos en la vida desarrollando al máximo nuestro talento.
Las redes sociales, aunque les pese a muchos, están ayudando a que la humanidad sea un poco menos estúpida, nos hace más libres y nos ayuda a crear el peor enemigo de la estupidez humana: la inteligencia colectiva.
La estupidez no es el estado natural del ser humano... aunque algunos humanos demuestren cada día ser muy estúpidos.
La educación es el arma que tenemos los humanos para no caer en la estupidez. 
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TIC-TAC el tiempo corre y la escuela sigue igual

lunes, 17 de junio de 2013

A pesar de que la mayoría de los relojes actuales son digitales y de que muchas personas han dejado de llevarlos en sus muñecas para mirar la hora en su smartphone... seguimos usando la onomatopeya tictac para representar el sonido que hacen los relojes. Por tanto el tictac de un reloj representa el paso inexorable del tiempo, aunque los relojes ya no hagan este sonido.

Algo parecido sucede en nuestras escuelas. Las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) y las TAC (Tecnologías del Aprendizaje y del Conocimiento) también nos muestran, aunque de otro modo, el paso del tiempo en la institución escolar. A pesar de que lo digital se ha ido incorporando en todos los ámbitos de la vida, la escuela todavía permanece como un reducto de resistencia al cambio.

Aunque si bien es cierto que se han producido algunas filtraciones, la institución como escuela y muchos de sus miembros están oponiendo una resistencia numantina, ya sea por acción u omisión. No ayuda en absoluto a cambiar esta situación el hecho de que la investigación sobre didáctica 2.0 (o digital o TIC...) todavía no tenga la entidad que debiera y que, en consecuencia, el profesorado reciba una formación escasa al respecto.

Esta actitud de resistencia, de enfrentamiento, está provocando una situación que me atrevería a etiquetar como “peligrosa”. Por un lado, una minoría significativa de profesores está llevando a cabo excelentes experiencias de buenas prácticas en el aula gracias a este nuevo paradigma educativo que todavía lleva pañales; pero, y esto también hay que decirlo, al mismo tiempo, se están llevando a cabo algunas experiencias de dudosa eficacia sin ningún tipo de control o evaluación efectiva.

Internet y las redes sociales no son una herramienta más para las generaciones jóvenes, forman parte de su vida, de su proceso vital, configuran su yo. La escuela enseña cómo comportarse en la vida cotidiana, en las instituciones habituales (escuela, familia, mundo laboral...), y ahora tiene la obligación de “e.ducar”, es decir, enseñar a comportarse en el mundo virtual, en la realidad aumentada donde los jóvenes desarrollan una parte esencial de su vida. La escuela debe apoyarse en el mundo virtual para enseñar a sus alumnos porque tiene la obligación de hablar su mismo lenguaje y de utilizar las mismas herramientas que usan ellos para enfrentarse al mundo.

La escuela del futuro próximo será “e.scuela” y la educación será “e.ducación”... eso es inevitable. Por tanto, o nos subimos rápidamente a este tren o quizá, sin darnos cuenta, pase de largo dejándonos abandonados en la estación del olvido.
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Educación se escribe con la letra E

miércoles, 12 de junio de 2013
Sé que puede parecer inverosímil, pero hasta hoy no me he percatado de que Educación se escribe con la letra E.

Pero es que, además, me he fijado en que la E es una letra muy especial, que ofrece palabras muy dispares, con significados muy distintos y no todas estas palabras se llevan bien con lo que es la educación.

Por ejemplo, el ministro Wert, el de la LOMCE, escribe Educación con la misma letra E con la que escribe Españolizar y Evangelizar. El problema es que esa letra E forma parte del ámbito familiar, de lo particular y no del Escolar, de lo público.
 
Como político que es, el señor Wert también escribe Educación con la misma E con la que escribe Excelencia y Evaluación Externa. Esta es una E perversa, pues aunque a simple vista puede parece una E "buena", tal y como la utiliza el ministro se convierte en una E que nada tiene que con la de Equidad sino con el Elitismo y el Encasillar a los alumnos en los que tienen posibilidades económicas y los que no las tienen, sin tener en cuenta su talento, sus capacidades.

En realidad, Educación se escribe con la misma letra E con la que se escriben las palabras Entusiasmo, Empatía, Enamorar, Emprender, Estimular... son palabras Ejemplares que ayudan a los docentes a Enseñar y a Edificar una Escuela mejor.
 
Son palabras que permiten a los alumnos Entender con Espíritu crítico lo que sucede a su alrededor, que les dotan de capacidad para Escuchar y Escoger el camino correcto en su desarrollo como personas.
 
En realidad, Educación se escribe con la letra E de Esperanza en un futuro mejor. 
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La educación “humilde” o la educación para la vida cotidiana

lunes, 10 de junio de 2013

Más allá de los grandes objetivos de la educación (que, sin duda, son muy importantes), más allá de las metas educativas que ocupan la atención de los organismos internacionales (que, sin duda, cumplen un papel fundamental), más allá de aquellas funciones de la educación sobre las que se escriben ríos de tinta o montañas de megabytes (que, sin duda, son muy necesarios)... existen también los objetivos “humildes” de la educación, a los que casi nunca prestamos suficiente atención.
Cada vez que voy al teatro, al cine o a un concierto me doy cuenta de que algo estamos haciendo mal en la educación: ¿Os habéis fijado en los problemas que tienen muchas personas para encontrar el asiento que les corresponde? ¿Y las dificultades que tienen muchas personas para rellenar un impreso para hacerse socio del gimnasio del barrio? ¿O el problema que representa para mucha gente orientarse en una ciudad siguiendo un plano?
Localizar la fila y el número de la butaca que se tiene asignada (especialmente cuando las filas están separadas en pares e impares), rellenar unas casillas o encontrar una calle en un plano se convierten en tareas arduas y complejas por la incapacidad de trasladar a nuestro día a día aquello que aprendemos de manera teórica en las diferentes materias del currículo. No hay una transferencia eficaz del saber teórico al saber práctico.
En general todos, y yo el primero, tenemos una tendencia natural a tratar los temas de la educación con grandes objetivos, se nos llena la boca con palabras grandilocuentes: la educación es un arma de construcción masiva, es la solución a los grandes problemas del mundo.
Estos objetivos son muy loables, pero tan inabarcables que pueden dar lugar a frustración y tan sumamente difíciles de evaluar, de comprobar su logro, que pierden funcionalidad.
Es por ello que propongo que tengamos más presente la “educación humilde”, la de la vida cotidiana. La que permite a las personas desenvolverse en el día a día con solvencia. Para ello es imprescindible que mostremos a los alumnos la aplicación práctica de aquello que explicamos a nivel teórico en las diferentes asignaturas, aunque en realidad lo más conveniente sería dar un enfoque mucho más multidisciplinar al aprendizaje: trabajar por proyectos, por retos que necesiten de diferentes áreas de conocimiento.
Por ejemplo, para muchos estudiantes el aprendizaje de las matemáticas se convierte en un suplicio si no son capaces de percibir que tienen una aplicación directa en su vida cotidiana. En cambio, cuando son capaces de darse cuenta de la aplicación práctica de lo que se les está explicando, el aprendizaje es mucho más significativo y, por tanto, mucho más fácil.
Que la educación es una herramienta para hacer un mundo mejor, es indudable. Pero no olvidemos que también nos puede ayudar a vivir mejor, a movernos por la vida más fácilmente. 
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Federico García Lorca y la escuela

miércoles, 5 de junio de 2013
Con motivo del 115 aniversario del nacimiento del poeta Federico García Lorca me gustaría compartir con vosotros algunos de sus poemas que pueden ayudarnos a reflexionar sobre la escuela y la educación.
Los grandes poetas no solo pintan de colores las palabras, sino que cuando, por medio de la lectura, sus palabras penetran en nuestro interior, estallan en nuestra consciencia dando lugar a la inquietud que producen los pensamientos profundos.

Ojalá todos los diálogos entre maestro y alumno fueran así:

Escuela

 MAESTRO
¿Qué doncella se casa
con el viento?
NIÑO
La doncella de todos
los deseos.
MAESTRO
¿Qué le regala
el viento?
NIÑO
Remolinos de oro
y mapas superpuestos.
MAESTRO
Ella ¿le ofrece algo?
NIÑO
Su corazón abierto.
MAESTRO
Decid cómo se llama.
NIÑO
Su nombre es un secreto.
La ventana del colegio tiene una cortina de luceros.

Me gustaría que la siguiente estampa que dibuja Lorca fuera cotidiana y viéramos salir siempre contentos a los niños de la escuela, pero no porque se escapan de ella sino porque sienten la felicidad propia de haber estado aprendiendo:

Canción primavera
(fragmento)

Salen los niños alegres 
De la escuela, 
Poniendo en el aire tibio 
Del abril, canciones tiernas. 
¡Que alegría tiene el hondo 
Silencio de la calleja! 
Un silencio hecho pedazos 
por risas de plata nueva.

Para acabar, unos versos sacados de contexto... pero no os habéis sentido así alguna vez en vuestra labor docente:


Canción menor
(fragmento)

Daré todo a los demás
y lloraré mi pasión
como niño abandonado
en cuento que se borró.
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La antieducación: los valores no educativos

lunes, 3 de junio de 2013

Cada vez que me enfrento a una página en blanco, justo antes de escribir un post, me pregunto: ¿Sirve de algo escribir un blog educativo como este? ¿Merece la pena dedicarle tanto tiempo y tanto esfuerzo?

Para los demás, no lo sé; pero para mí escribir este blog tiene una función terapéutica, que me permite no tener que visitar al psicoanalista una vez al mes, y, también, me da la posibilidad de participar de forma activa, de aportar mi granito de arena, en lo que creo que es un deber inexcusable de los que nos dedicamos a esto: intentar ofrecer una educación mejor, para conseguir una sociedad mejor.

Esto viene al caso porque el propósito que me marque con este blog es reflexionar sobre la educación en tiempos de crisis. Y, en estos tiempos, la crisis es cada vez más importante... y me refiero a la crisis de valores, pues la económica es consecuencia de la falta de principios éticos que promueven políticas sociales cada vez más injustas.

Vivimos en una época donde se están pervirtiendo los valores educativos, vivimos tiempos de antieducación.

Me explico... Del mismo modo que el universo está formado por materia y antimateria, la sociedad también está compuesta por valores educativos y valores antieducativos. Su contraposición produce el progreso de la sociedad... hacia adelante (hacia mejor) si prevalecen los valores educativos, hacia atrás (hacia peor) si lo hacen los valores antieducativos.

Todo valor educativo tiene en contraposición una actitud o un comportamiento antieducativo. Por ejemplo, educamos en el valor de respetar la naturaleza porque cada día vemos cómo es sobreexplotada, contaminada y maltratada para obtener unos beneficios económicos que solo benefician a unos pocos y que, aunque no se den cuenta, son “pan para hoy y hambre para mañana”.

Desgraciadamente, a pesar del esfuerzo que realizan a diario los educadores que están en el aula, aquellos que de una forma u otra están en contacto directo con nuestros niños y jóvenes, vivimos tiempos en los que se están imponiendo los valores antieducativos.

Cuando las personas y el bien de la sociedad en su conjunto dejan de ser el objetivo prioritario de la educación, cuando los que prevalecen son los intereses de los grupos de poder, de eso que fantásticamente llaman “los mercados”, cuando los que marcan la pauta de la educación de un país son los intereses ideológicos... eso no es educación, es antieducación.

Y no nos equivoquemos, esta no es una opinión ideológica, es una cuestión de justicia social, porque es inmoral sacrificar el bien común por el interés de unos pocos.
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