La responsabilidad de un docente es enseñar a cada uno de sus alumnos y alumnas como si de él o ella dependiera el futuro de la humanidad o, al menos, como si pudieran aportar alguna cosa que mejore de un modo u otro nuestro mundo.
Alguno de ellos podrá hacer algún importante descubrimiento científico, encontrar la cura de alguna enfermedad, descubrir la manera de teletransportarnos, averiguar el modo de viajar al espacio a la velocidad de la luz... o puede que sea capaz de escribir una obra literaria a la altura del Quijote, componer música que perdure en el tiempo, pintar cuadros que lleguen al alma de las personas... quién sabe qué es lo que pueden hacer nuestros alumnos. Lo único cierto es que merecen que los eduquemos como si cada uno de ellos sea especial y pueda hacer algo importante en la vida.
Hay un conocido dicho que afirma que "a veces se gana, a veces se pierde, pero siempre se aprende", por ello, es importante que la educación no limite a las personas sino que permita que desarrollen al máximo sus potencialidades y talentos.
Yo quiero estudiantes que sepan matemáticas, física, tecnología, literatura, filosofía... pero quiero que también sean creativos, capaces de controlar sus emociones, capaces de tolerar la frustración que aprendan de sus errores, que conviertan sus fracasos en un paso más hacia el éxito. En principio, el conocimiento por sí mismo no sirve para nada, lo que realmente importa es que podamos utilizarlo para resolver problemas, adaptarnos a los cambios, tener espíritu crítico, crear cultura...
La educación debe orientarse hacia el ser y no hacia el tener. Cada día estoy más convencido de ello. Al igual que sucede con el dinero, la acumulación de información, de datos no da la felicidad, depende de cómo y para qué se use. Ni yo, ni nadie sabemos cómo serán la sociedad y la educación del futuro. Se está construyendo, pero por desgracia no hay ningún plano que dirija esta inmensa obra. Se están levantando de manera descoordinada las diversas partes del edificio sin preocuparnos de hacer una buena planificación, unos buenos cimientos ni utilizar los mejores materiales. Da un poco de miedo pensar en lo que puede llegar a ser la educación del futuro si no somos capaces de elaborar unos buenos planos que nos guíen.
Alguno de ellos podrá hacer algún importante descubrimiento científico, encontrar la cura de alguna enfermedad, descubrir la manera de teletransportarnos, averiguar el modo de viajar al espacio a la velocidad de la luz... o puede que sea capaz de escribir una obra literaria a la altura del Quijote, componer música que perdure en el tiempo, pintar cuadros que lleguen al alma de las personas... quién sabe qué es lo que pueden hacer nuestros alumnos. Lo único cierto es que merecen que los eduquemos como si cada uno de ellos sea especial y pueda hacer algo importante en la vida.
Hay un conocido dicho que afirma que "a veces se gana, a veces se pierde, pero siempre se aprende", por ello, es importante que la educación no limite a las personas sino que permita que desarrollen al máximo sus potencialidades y talentos.
Yo quiero estudiantes que sepan matemáticas, física, tecnología, literatura, filosofía... pero quiero que también sean creativos, capaces de controlar sus emociones, capaces de tolerar la frustración que aprendan de sus errores, que conviertan sus fracasos en un paso más hacia el éxito. En principio, el conocimiento por sí mismo no sirve para nada, lo que realmente importa es que podamos utilizarlo para resolver problemas, adaptarnos a los cambios, tener espíritu crítico, crear cultura...
La educación debe orientarse hacia el ser y no hacia el tener. Cada día estoy más convencido de ello. Al igual que sucede con el dinero, la acumulación de información, de datos no da la felicidad, depende de cómo y para qué se use. Ni yo, ni nadie sabemos cómo serán la sociedad y la educación del futuro. Se está construyendo, pero por desgracia no hay ningún plano que dirija esta inmensa obra. Se están levantando de manera descoordinada las diversas partes del edificio sin preocuparnos de hacer una buena planificación, unos buenos cimientos ni utilizar los mejores materiales. Da un poco de miedo pensar en lo que puede llegar a ser la educación del futuro si no somos capaces de elaborar unos buenos planos que nos guíen.