Aprender es el objetivo, enseñar el medio para alcanzarlo

domingo, 28 de enero de 2018
"Aprender es el objetivo, y enseñar es un medio para alcanzar ese fin. Los docentes nunca deben olvidar ese objetivo cuando idean formas de dar clase." Don Finkel


Cuenta la leyenda que había un profesor que se vanagloriaba de poder enseñar cualquier cosa que quisiera a cualquier persona. Y tenía toda la razón... él podía enseñar lo que quisiera, lo complicado era conseguir que la otra persona lo aprendiera. La labor de un profesor no es enseñar, sino conseguir que sus alumnos aprendan.

Lo cierto es que en nuestros centros educativos también hay demasiados docentes que creen que enseñan, pero hay demasiados alumnos que no aprenden. Y esa es una situación que debe cambiar urgentemente.

Los caminos para alcanzar el aprendizaje son múltiples y variados. Esa es una realidad que vemos cada día en nuestras aulas y que debemos tener muy presente a la hora de preparar nuestras clases. Pero debemos hacerlo con mucho cuidado para no tomar la dirección errónea. No se trata de enseñar a cada alumno según su estilo de aprendizaje, sino de conocer y explotar las virtudes y los talentos de nuestros alumnos y alumnas, y de reforzar sus puntos más débiles.

El propósito de todo educador es que sus alumnos aprendan y para ello tiene el deber y la obligación de conocer todos los recursos didácticos que están a su alcance. Y de utilizar los más adecuados en cada momento, situación o circunstancia. Para ello es preciso tener un gran conocimiento de nuestros alumnos y de su contexto. Por ello es imposible aplicar fórmulas mágicas que resuelvan los problemas a los que nos enfrentamos para que nuestros alumnos aprendan.

El sentido común nos debería ayudar a no dejar que los cantos de sirena (en forma de metodología mágicas y de soluciones innovadoras que anulan todo lo hecho con anterioridad) no impidan ver la realidad... ¡ya sabéis lo que le pasó a Ulises!

Lo único que debería importarnos es conseguir que nuestros alumnos y alumnas aprendan... el cómo lo hacen es importante, pero que lo hagan es una necesidad ineludible. Nos guste o no, enseñar solo tiene sentido si se produce aprendizaje... haríamos bien en no olvidarlo nunca.

¿Dar clase con la boca cerrada?

domingo, 21 de enero de 2018
"La educación debería buscar un aprendizaje de larga duración que altere para siempre nuestra apreciación del mundo, profundizándola, ampliándola, generalizándola, agudizándola." Don Finkel

El otro día revolviendo libros en la librería de mi barrio, como hago periódicamente, me encontré con una joya cuyo título me llamó la atención como una bofetada: Dar Clase con la boca cerrada de Don Finkel (Universitat de València).

¡Qué buen título! -pensé-. ¡Hay libros que te ponen las pilas sin necesidad de abrirlos! E inmediatamente se vino a casa conmigo con impaciencia por empezar a leerlo.

Pero no, este post no va sobre el contenido del libro (tendréis que leerlo 😉), esta reflexión surge de la fuerza y de la provocación de su título. Yo mismo escribí una sentencia en la misma línea en este blog: "Los docentes deben explicar menos para que los alumnos aprendan más. Los alumnos deben estudiar (empollar, memorizar...) menos para aprender de verdad y que el tiempo que pasan en la escuela sea agradable y provechoso para su vida."


Escuchar es todavía hoy una de las principales tareas de los alumnos y alumnas en nuestras clases. Hablar (explicar, contar, narrar...) sigue siendo uno de los principales quehaceres diarios de los docentes (por eso hay tantos problemas de cuerdas vocales). Necesitamos que esa realidad se invierta y vamos camino de conseguirlo.

No creo que los docentes tengan que "cerrar la boca", creo que tienen que hablar cuando quieran, pero siempre utilizando sus propias palabras al margen de tradiciones o modas. Deben utilizar las palabras que permitan que sus enseñanzas sean significativas para los alumnos, las que les conduzcan a alcanzar el objetivo final de la educación: que las personas sean capaces de vivir una vida plena adaptándose a los posibles retos y desafíos que le depare el futuro.

Y es que el objetivo de lo que hacemos en nuestras aulas debe ser un aprendizaje de larga duración, que deber ir mucho más lejos que una evaluación trimestral o anual, debe servir para ser aplicado durante toda la vida. Para que esto sea posible, los alumnos y alumnas deben ser algo más que meros espectadores del aprendizaje, deben ser participantes activos y responsables de lo que sucede en las aulas.

Un docente debe hablar cuando necesite hablar, y debe callar cuando sepa que eso es lo mejor para que los alumnos aprendan. Un docente debe estar presente y visible cuando lo necesite, pero también debe saber cuándo es el momento de dar un paso al lado y convertirse en invisible. Porque en realidad no existe una única forma de dar clase, ni metodología mágica alguna que resuelva todos los problemas. En realidad, solo el docente ante su clase y con el conocimiento de sus alumnos y de su entorno tiene la información adecuada para saber cómo debe dar sus clases.

Para poder hacer esto con éxito es totalmente necesario que los docentes conozcan todas las herramientas que están a su alcance (metodologías didácticas, materiales didácticos) y decidan cómo y cuándo aplicarlas con libertad, sin presiones, con el objetivo de que sus alumnos y alumnas alcances un aprendizaje duradero. 
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La educación de ayer no es suficiente para mañana

domingo, 14 de enero de 2018
"La arrogancia del éxito es pensar que lo que hiciste ayer será suficiente para mañana." William Pollard

Uno de los grandes errores que cometemos en educación es centrarnos en los problemas y no en las soluciones.

Dedicamos demasiados esfuerzos a gritar a los cuatro vientos lo mal que estamos, la pérdida de valoración social, el maltrato por parte de la administración, la falta de recursos..., y muy pocos a buscar soluciones efectivas para afrontarlos. Seguimos enzarzados en discusiones sobre si este o aquel es un buen docente por usar una u otra metodología, sobre si es lícito nombrar "al mejor profesor/a del mundo", sobre si uno pretende vender tal o cual cosa... La educación hoy necesita soluciones, es decir, necesita más investigación, análisis, evaluación, cooperación y menos postureo.

Para afrontar los problemas de la educación actual de forma eficaz (y esto es válido para otros muchos aspectos de la vida) no debemos olvidar nunca que lo que hicimos ayer es necesario, pero insuficiente para mañana.

Que la educación no es inmutable, que las necesidades de la sociedad se transforman, que las personas cambian, que la tecnología evoluciona es una realidad que, en demasiadas ocasiones olvidamos. Es por ese motivo que es obligación de cualquier educador estar siempre alerta a esas nuevas necesidades y contextos y hacer todo lo posible por adaptarse.

"Por qué voy a cambiar mi forma de enseñar, si siempre me ha funcionado" es una actitud que conduce al fracaso; "Hay que romper con todo lo que se ha hecho hasta ahora" conduce al mismo lugar. El equilibrio entre lo tradicional y lo innovador es la clave para que los cambios sean efectivos. Conservar aquello que funciona y desechar lo que ha dejado de hacerlo buscando nuevas soluciones es la única manera de hacer mejor la noble tarea de los y las docentes. Para que esto se realice de forma correcta son necesarias altas dosis de sentido común, profesionalidad y entusiasmo.

Las personas necesitamos aprender constantemente para sobrevivir. Los seres humanos somos lo que la educación hace de nosotros, por eso no podemos ofrecer ahora el mismo tipo de educación que ofrecíamos ayer, ni lo que hacemos hoy será eficaz para mañana.

El inconformismo que detecto en la mayoría de los profesionales de la educación y el entusiasmo por llevar a cabo una de las profesiones más bellas, necesarias e importantes del mundo son las claves que me permiten ser optimista y confiar en que cada día la educación que ofrecemos sea un poco mejor.
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El lado oscuro de la innovación educativa

domingo, 7 de enero de 2018
"Yo soy tu profe", además de un blog y una cuenta de Twitter (@yosoytuprofe_) que me encanta, es una frase con reminiscencias de Star Wars que se oye todos los días en las aulas de todos los colegios del mundo.

En la película, la frase la pronuncia un personaje de los malos malísimos; en nuestras escuelas, la dicen miles de docentes que son los heroes (o superheroes) de la película.

Esto os los explico porque el mundo de la educación se parece cada día más a un enfrentamiento entre el imperio y la república de La Guerra de las Galaxias. Y es que en nombre de la innovación educativa estamos enfrentando a los docentes como innovadores o no innovadores... ¡Qué barbaridad!

Creo que innovar es una actitud necesaria e imprescindible para cualquier docente. Es su obligación conocer a fondo las metodologías emergentes, las nuevas tendencias didácticas, pero no de cualquier forma ni a cualquier precio. Lo que no es lícito es utilizar el empleo de una metodología para atacar a aquellos que no la usan o viceversa.

No creo en teorías conspiratorias de grupos de presión que se dedican a premiar docentes para "vender" visión interesada de la educación... aunque tampoco creo que todo el mundo sea totalmente altruista. Seguramente, todos los que defienden a capa y espada una u otra metodología didáctica como la solución a todos los males de la educación, lo hacen porque creen de verdad en ello.

La clave está en "creen". La aplicación de una u otra metodología no debería estar sujeta a una creencia sino que debería ser fruto de la investigación y la evaluación sistemática de sus resultados.

Ya dije en otro post: "Estos días hay demasiados fashion victims en nuestras aulas, docentes que aplican de manera poco reflexiva las metodologías de moda, por el simple hecho de estar de moda. Estas metodologías hay que conocerlas, reflexionar sobre ellas, aplicarlas y evaluarlas... no convirtamos en un inconveniente lo que es, sin duda, una ventaja".

Docentes del mundo, seguid con vuestra labor diaria, que es indispensable para que el mundo sea un poco mejor. Y que la fuerza os acompañe.
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