La escuela que quiere enseñar, pero tiene que cumplir el currículo

domingo, 31 de diciembre de 2017
"El aprendizaje se considera como no lineal y navegable como lo son los nuevos medios, en vez de transmitido como lo eran los medios de comunicación convencionales; se imagina que es editable, como una wiki, en vez de ser jerárquico y dictado de una única autoría." Loveless y Williamson



Tras El niño que quería aprender, pero tenía que aprobar y El profesor que quiere enseñar, pero no le dejan cierro esta trilogía con La escuela que quiere enseñar, pero tiene que cumplir con el currículo.

Varios son los graves problemas a los que se enfrenta la institución escolar en estos tiempos de conflicto y posverdad. Una escuela que sufre un serio problema de identidad.

El primer problema es la dificultad endémica que ha demostrado siempre para adaptarse rápidamente a los cambios del mundo en el que vivimos. La escuela, como cualquier institución monolítica, es muy conservadora en su funcionamiento y en su estructura. La adaptación al cambio no es precisamente una de las virtudes de la escuela.

El segundo problema tiene que ver con un currículo excesivamente amplio, que lejos de marcar los mínimos que hay que aprender, provoca un estrés y una ansiedad por abarcarlo en su totalidad. Resultado de ello es un aprendizaje "fingido" que se olvida una vez vomitado en un examen memorístico. Todo esto llevo a un aprendizaje superficial. Se olvida con demasiada frecuencia que menos es más... que más vale poco, pero en profundidad que demasiado con ligereza.

Un tercer problema (y aunque hay más, con este acaba la enumeración) es la falta de voluntad política y la cada vez mayor escasez de recursos. La educación no debería depender de los vaivenes políticos. No es aceptable que cada vez que hay un cambio de gobierno, haya un cambio o una reforma del sistema educativo. Y tampoco es aceptable que las diferencias políticas impidan llegar a acuerdos sobre cómo debe ser la educación de un país.

Sí, la escuela se enfrenta a innumerables problemas y dificultades. Pero no es menos cierto que hay multitud de escuelas que luchan contra viento y marea para superar esas limitaciones y dotar a sus alumnos de las competencias y los conocimientos necesarios para aprender a lo largo de toda la vida. Escuelas creativas, colaborativas, inclusivas, emocionantes que ofrecen a los alumnos y a las alumnas experiencias de aprendizaje participativas, que tiene fuertes vínculos con su realidad y su entorno.

A pesar de las dificultades, hay una escuela que sabe que enseñar solo tiene sentido si hay aprendizaje. Que sabe que su función va mucho más allá de la de calificar y seleccionar a sus alumnos. Que entiende que los datos solo tienen sentido cuando son significativos. Que deja espacio para las emociones y los sentimientos.

La innovación, cuando esta es real y efectiva, es el símbolo de la identidad de nuestra escuela. Innovar significa afrontar los problemas existentes y enfrentarse a las nuevas necesidades.

La escuela está cambiando, se está transformando y continuará haciéndolo. 

La educación que crea puentes

domingo, 24 de diciembre de 2017

En noviembre del año 2015 publiqué en INED21 el artículo que podéis leer a continuación. Lo recupero porque creo, como dijo Isaac Newton, que Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes.” Estamos empeñados en poner obstáculos, en poner barreras, en no dialogar... y, quizás, el espíritu navideño que impera estos días nos ayude a dejar de hacerlo. 

Si escribes en tu navegador: puente más largo del mundo, la información que encontrarás te dirá que está en China y que se llama el Gran Puente de Danyang-Kushan, que tiene más de 160 kilómetros de longitud y que es una gran obra de ingeniería en cuya construcción trabajaron unas 10.000 personas durante 4 años.

Pero hay un secreto que me gustaría compartir con todos vosotros: ¡Internet no lo sabe todo! En realidad, el puente más largo del mundo no lo ha construido un ingeniero, sino un docente. Porque los puentes más largos del mundo no se utilizan para cruzar ríos o mares, sino para unir personas.

Son puentes que no se construye con piedras y cemento, sino con palabras, ideas y emociones. Estos puentes se construyen en muchas escuelas de distintas partes del mundo, cada día se construyen más... unen países e incluso continentes.

La educación crea puentes, la ignorancia levanta muros. Los puentes unen, comunican; los muros separan y aíslan. Esos puentes permiten colaborar, compartir, dialogar, cooperar..., es decir, establecer lazos de comprensión mutua. Posibilitan que nos conozcamos, que nos entendamos y que tengamos proyectos y objetivos comunes.

Los puentes educativos permiten transitar de la ignorancia al saber, de la desigualdad a la justicia, del sometimiento a la participación, de la obediencia ciega al pensamiento crítico. Los puentes educativos unen lugares y personas que parecían imposibles de unir.

Pero no todos los puentes son iguales. Los hay sólidos y resistentes pero también los hay frágiles e inestables. Depende del material y de las técnicas con las que se construyan. ¿Cómo tiene que ser la educación que construya puentes duraderos y consistentes?

Dice César Bona en La nueva educación que “Somos emociones, y si somos emociones debemos intentar buscar la emoción en los niños y en las niñas.” Por tanto, la educación que construye este tipo de puentes tiene que ser una educación que tenga las emociones como base no solo para la adquisición de conocimientos, sino también para el dominio de las habilidades no cognitivas que serán fundamentales para el éxito académico, profesional y vital. Algunas de estas habilidades son las que señala Tony Wagner:

1. Pensamiento crítico y resolución de problemas
2. Colaboración a través de las redes y liderazgo por influencia
3. Agilidad y adaptabilidad
4. Iniciativa y espíritu emprendedor
5. Acceso y análisis de la información
6. Comunicación oral y escrita efectiva
7. Curiosidad e imaginación

Otras habilidades que deberían añadirse a la lista de Wagner son la tolerancia a la frustración, la perseverancia y la meticulosidad.

Quizá una de las características más significativa de la educación que construye puentes resistentes es que tanto docentes como alumnos (y familiares, otros profesionales, etc.) deben tener un papel importante. Si para hacer el Gran Puente de Danyang-Kushan participaron más 10.000 personas, para construir puentes educativos es necesaria la participación responsable de todos y cada uno de los actores que participan en los procesos de enseñanza/aprendizaje. Debe de ser una educación abierta, inclusiva y colaborativa. Pero también debería ser creativa, curiosa, provocadora y activa.

Quien de verdad quiere transformar la educación para mejorarla, crea puentes; quien no, busca excusas para no hacer nada.
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El docente como provocador de sueños

domingo, 17 de diciembre de 2017

"Los jóvenes llevan dentro una mecha de entusiasmo que, cuando alguien se la enciende, explota." Nuccio Ordine

Hay dos funciones de los docentes que me parecen imprescindibles: establecer límites y provocar sueños. Puede parecer una paradoja, pero no lo es. Ambas cosas se complementan y se refuerzan mutuamente. 

Si los docentes no establecen límites, los alumnos y alumnas interpretan que no se preocupan por ellos. Esos límites se convierten en una guía, en un modelo, en un referente. Pero esos límites deben marcarse teniendo en cuenta que a los alumnos y alumnas hay que dirigirlos menos y cuestionarles más. Los límites no deben ser órdenes basadas en "porque lo digo yo", sino estar basados en un diálogo constante.

Esos límites lejos de ser barreras que frenan deben servir para que se impulsen "hacia el infinito y más allá" y puedan perseguir sus sueños.

Hay alumnos y alumnas que, por el motivo que sea, tienen claros sus sueños. Los han descubierto por sí solos. Pero otros muchos no los han descubierto todavía y es labor de los y las docentes ayudarles a que lo hagan. La labor de los profesores y profesoras va mucho más allá de transmitir los conocimientos propios de las distintas materias, su labor principal es ayudar a cada alumno a que tenga un objetivo en la vida. Los docentes han de ser provocadores se sueños.

En una entrevista publicada en el diario El Mundo, Nuccio Ordine explica que "uno debería ir a la escuela a cultivar su espíritu, no a aprender un oficio, a prepararse para encontrar un trabajo". La escuela actual está encorsetada por una visión pragmática y utilitarista, cuando debería estar llena de sueños. Los sueños nos marcan un objetivo y nos obligan a trabajar para alcanzarlos. Aquí está la clave: en la persecución del objetivo.

Mientras perseguimos nuestros sueños nos sentimos motivados y con fuerzas para hacer todo lo necesario por alcanzarlos. El esfuerzo y la perseverancia se convierten en aliados que nos ayudan a ser mejores y a aprender constantemente. Os confesaré un secreto personal: yo aún no he alcanzado mi sueño (¡afortunadamente!) y ese es el combustible que me da fuerzas para seguir aprendiendo, formándome y embarcarme en todos los proyectos que me resultan interesantes.

La educación es la herramienta que nos permiten alcanzar nuestros sueños. Por eso, debe ser creativa y no reproductiva, colaborativa y no competitiva, emocionante y no aburrida, desafiante y no memorística. Por eso, no podemos enseñar hoy como lo hacíamos ayer ni como lo haremos mañana.
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La creatividad se puede enseñar... pero no es fácil

domingo, 10 de diciembre de 2017
"La actividad creativa no es fácil ni sencilla y, de hecho, no siempre es deseable en cualquier situación." Loveless y Williamson

No tengo ninguna duda de que, como opina sir Ken Robinson, la creatividad se puede aprender cómo se aprende a leer, escribir, sumar o dibujar.

Pero la creatividad, el ser creativo. no es fácil, ni sencillo; y aún menos enseñarla y aprenderla. Habitualmente no quedamos con la visión "happy" de que para ser creativo o creativa uno debe hacer lo que quiera y le apetezca. Nada más lejos de la realidad.

La creatividad no es solo tener buenas ideas o hacer cosas bonitas y emotivas, en realidad es una experiencia disruptiva y como tal en ocasiones es dolorosa y causa frustración, pues no obliga salir de nuestra zona de confort y, lo que es peor, obliga al otro a salir de la suya... y eso suele generar conflicto, como bien saben las personas creativas.

Hay que escoger muy bien los momentos en los que debemos ser creativos. Pretender estar siempre en "modo creativo" es agotador y poco efectivo. La creatividad ayuda a la innovación y esta necesita de momentos de calma para consolidarse. Estar cambiando a un ritmo acelerado en exceso puede llegar a ser contraproducente.

Ser creativo, tener espíritu crítico, ser disruptivo... son cualidades indispensables para triunfar en este mundo de incertidumbre en el que vivimos. Tener la capacidad de mirar de otra manera, de no limitarnos a reproducir lo que otros han hecho o dicho es lo que nos facilitará adaptarnos a un mundo cambiante y progresar.

Como dije en otro post de este blog: "Educar en el conocimiento estandarizado responde a un concepto de la escuela como institución de control social. En cambio, educar en la creatividad responde a una escuela cuya función es la de transformar la sociedad." Estoy convencido de ello. Pero que nadie piense que educar en la creatividad es fácil ni sencillo. Educar en la creatividad es complejo y complicado, por eso en necesario que cambien las estructuras más profundas de la institución escolar y de nuestras formas de enseñar y aprender.

La creatividad está muy ligada al trabajo colaborativo, a la educación emocional, a aprender a pensar... y todo esto (y mucho más) debe tener cabida en nuestra tarea educativa.
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Abrazos en clase: educar con afectividad y con efectividad

domingo, 3 de diciembre de 2017
No comparto en absoluto la afirmación de que se educa en casa y se aprende en la escuela. 

Hoy en día se educa en la familia, pero también en la escuela. Y estoy convencido de que se aprende en la escuela y en la familia (y gracias a los medios de comunicación, a la facilidad del acceso a la información...). No ser consciente de ello es un grave perjuicio para los niños y los jóvenes, pero también para la escuela y las familias.

La clave está en la cooperación y la coordinación entre familia y escuela. Ya va siendo hora de que todos rememos en la misma dirección, que todos demos los mismos "mensajes", que todos entendamos y compartamos que hay algunos valores que son indispensables para sobrevivir en el mundo actual.

La tolerancia, la cooperación, la responsabilidad, la transparencia, el entusiasmo son algunos de esos valores que, además de en la familia, deben tener cabida en la escuela. Por eso es necesario educar en nuestras escuelas con afectividad y efectividad.

Los alumnos y alumnas de nuestras escuelas tienen que "abrazar" los contenidos de las distintas materias. Queremos que salgan de la escuela con el máximo nivel de conocimientos posibles. Pero los alumnos también tienen que "abrazar" las destrezas, las habilidades y las competencias que les permitirán tener una vida plena.

Pero, aunque algunos todavía sean reticentes a creerlo, los alumnos y las alumnas deben ser ellos mismo abrazados, en sentido literal y figurado. Es cierto que los abrazos no sustituyen a las ecuaciones, a las fórmulas matemáticas, a las definiciones de conceptos, a las reglas ortográficas..., eso es cierto, pero sin duda ayudan a que todo esto se entienda mejor, se asimile más y se interiorice de forma significativa de modo que sean capaz de utilizarlos durante toda su vida.

Aunque te cueste entenderlo, los abrazos no se dan solo con los brazos, no es solo acercan nuestros corazones para que latan uno junto a otro. Los abrazos también se dan con la mirada, preguntando cómo te encuentras, qué te preocupa, cómo te sientes, qué te pasa... Y de ese tipo de abrazos los docentes tenemos que darlos todos los días, en todo momento.

Sí, una de las funciones de los docentes es dar abrazos (de los reales y de los figurados). Puede que esto sea una pequeña parte de la solución para mejorar la educación en nuestras escuelas, pero es muy necesaria.
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