El Blog de Salvaroj os desea un 2014 lleno de éxito educativo

domingo, 22 de diciembre de 2013
A todos los que habéis decidido asomaros a mi ventana, esa que he abierto para explicarle al mundo lo que es para mí la educación, a los que os habéis detenido un rato a conversar, a los que habéis echado un vistazo y habéis continuado vuestro camino, a los que os gusta venir de tanto en tanto para mirar y comentar lo que expongo... a todos y todas: ¡gracias por compartir!

A aquellos que dedicáis vuestra vida a educar a los demás, a cultivar semillas de ilusión en nuestras escuelas, a luchas por cambiar la educación aún teniéndolo todo en contra:

FELICES FIESTAS Y QUE EL AÑO 2014 SE CUMPLAN TODOS VUESTROS DESEOS.


(El poema visual es obra de mi amiga Maite Mateo (@maite_mabe), a la que agradezco su amabilidad y generosidad)

La escuela de los animales, una fábula educativa

jueves, 12 de diciembre de 2013
En un lejano y extraño país vivían, hace muchos años, unos animales muy especiales que dedicaban su existencia al noble arte de enseñar a otros animales. Les gustaba educar a los cachorros, cuanto más pequeños mejor, porque decían que era cuando mejor asimilaban sus enseñanzas.

Lo cierto es que, un día, estos animales decidieron crear una escuela donde sus pupilos asistirían regularmente y aprenderían todo lo que necesitaban para ser animales de provecho. Dotaron a su escuela de los mejores recursos de los que disponían... pero pronto empezaron los problemas.

Los pequeños animales no aprendían como ellos habían previsto y decidieron reunirse en un claustro para evaluar lo que estaba pasando. El cangrejo, que era profesor de manualidades, dijo que en vez de avanzar iban hacia atrás. El avestruz, maestra de inglés, prefirió esconder la cabeza bajo tierra, para no tener que decir lo que pensaba... tenía muchas manías por ser un ave que no sabía volar. El pez cirujano (Dory en Buscando a Nemo), el profesor de educación física, se olvidaba al momento de lo que estaban hablando. La mula, profesora de física, erre que erre, insistía sin descanso en que no pasaba nada, en que todo iba bien.

Así pasaban las horas y el claustro no conseguía ponerse de acuerdo en cómo arreglar la situación para que la escuela funcionase mejor. El profesor camaleón, especialista en pintura, cambiaba continuamente de opinión, según quien hablara. La profesora hormiga, la más trabajadora de toda la escuela, insistía en que debían seguir trabajando sin descanso; mientras que la maestra de canto, doña Cigarra, insistía en dedicarse a dejar pasar el tiempo disfrutando de la vida. El profesor perro y el profesor gato no dejaban de pelearse entre ellos. Mientras tanto, el más veterano de todos los animales de la escuela, don dinosaurio los miraba de reojo y solo esperaba que le llegara el tiempo de la jubilación.

El claustro era una jaula de grillos. De repente, el director del centro el señor ornitorrinco decidió intervenir. Era un animal muy especial, una mezcla poco habitual de distintos animales que le otorgaba la condición de ser muy asertivo con el resto de los animales. El señor ornitorrinco pidió la palabra y explicó:

-La única manera de que consigamos averiguar lo que sucede en nuestra escuela es trabajar en equipo como si fuéramos una bandada de estorninos o un banco de peces. Solo dejando de lado nuestras manías personales, trabajando en colaboración, destacando lo que une y no lo que nos diferencia... solo así crearemos una escuela mejor. Y así lo hicieron y sus alumnos lo agradecieron.

Moraleja: Todos tenemos una manera personal de hacer las cosas pero trabajando en equipo, sumando nuestras inteligencias y nuestras fuerzas, conseguiremos mejorar nuestras escuelas.

Colorado, colorín... esta fábula ya tiene fin.
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¿En busca del docente tipo McGyver? Contra los recortes en educación

lunes, 9 de diciembre de 2013
A la próxima persona a la que escuche decir que una mayor inversión en educación no implica un mejor rendimiento... le voy a soltar un improperio de dimensiones considerable.
El 9 de diciembre de 2013 se pudo leer esta noticia en El País: El recorte educativo alcanzará en 2014 los 7.300 millones de euros. En ella se afirma que en España la inversión pública en educación se ha reducido un 16’7% en cuatro años y que han visto recortados sus presupuestos todas las administraciones y para todos los niveles educativos.

Ante cifras tan elevadas es imposible afirmar que los fundamentos básicos de la educación de calidad no se ven afectados. Ya no solo afecta a los “flecos” o a las cosas que podían estar sobredimensionadas. La calidad de la educación pública y, por tanto, la educación de los futuros ciudadanos de este país está en peligro.

Es cierto que en nuestras escuelas hay muchos docentes tipo McGyver. McGyver era el protagonista de la serie del mismo nombre de gran éxito en la década de 1980. Este personaje era capaz de inventar o construir casi cualquier cosa con una navaja suiza multiusos y un chicle. Es cierto que hay muchos profesores y profesoras capaces de crear clases maravillosas con un lápiz y un trozo de papel, capaces de motivar sus alumnos con su profesionalidad y su imaginación.

Pero no es menos cierto que para mejorar la calidad de la enseñanza habría que triplicar el sueldo de los docentes (como también ha afirmado en estas fechas Arturo Pérez-Reverte @perezreverte), que es necesaria una importante inversión económica para equipar a las escuelas de las tecnologías que permitan que nuestras aulas sean ventanas abiertas al mundo, que debe ofrecerse a los docentes una formación continua y de calidad, que debe invertirse en I+D para que las pedagogías emergentes lleguen a todos los centros educativos…

Es un tópico, lo sé… pero la educación no es un gasto, es una inversión. No hace falta que nuestros docentes sean como McGyver, pues los problemas a los que se enfrentan cada día nuestros profesores y profesoras son reales y no ficciones televisivas. 
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La educación sincera

lunes, 2 de diciembre de 2013
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, lsinceridad es "Sencillez, veracidad, modo de expresarse libre de fingimiento". ¿Existe una definición mejor de la labor docente?

En el mundo actual, donde las relaciones (entre las personas o entre colectivos) son muy complejas, la sinceridad no es un valor demasiado apreciado. La complejidad, la mentira, el modo de expresarse más conveniente a nuestros intereses marcan el día a día de las relaciones sociales.

El fruto de la falta de sinceridad en la sociedad actual es: corrupción política, búsqueda del éxito fugaz y del enriquecimiento fácil, aumento de las desigualdades sociales, deseo de aparentar lo que no se es y, lo que es aún peor, millones de jóvenes sin estudio ni trabajo.

Por este motivo, hoy quiero reivindicar el valor de la sinceridad en la educación. La sinceridad genera confianza y esto es fundamental en las relaciones que se establecen en los procesos de enseñanza/aprendizaje. Hay que ser sincero con los demás (alumnos, compañeros de claustro, familias...) pero sobre todo hay que ser sincero con uno mismo: es la única manera de desarrollar adecuadamente nuestra labor profesional.

Debemos tener siempre presente que "Mejor que con palabras la sinceridad se muestra con acciones." (William Shakespeare). Por este motivo los docentes no solo deben decir la verdad sino también actuar conforme a ella. El docente que tiene siempre presentes las necesidades de los alumnos como motor para su labor es un docente sincero y los vínculos que se crean entre docente y discente son mucho más fuertes.

"Con el tiempo es mejor una verdad dolorosa que una mentira útil." (Baltasar Gracián). Yo no creo, como pretenden algunos, que todos los niños puedan ser Einstein, ni falta que hace. Orientar adecuadamente a los alumnos en base al tipo de inteligencia en el que demuestran más capacidad, es una tarea fundamental en la educación del siglo XXI. Si educamos con sinceridad evitaremos falsas expectativas que solo pueden acabar en frustración y, en consecuencia, reduciremos el absentismo y el "fracaso" escolar: educaremos personas más felices y capaces de participar críticamente en su entorno social.

Estoy convencido de que una educación basada en la sinceridad mejora los resultados educativos de nuestros alumnos y nos ayuda a desarrollar de manera más rica nuestra labor docente... lo creo sinceramente.
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La educación en tiempos de App

jueves, 28 de noviembre de 2013
Corren malos tiempos para la tinta, el papel, el lápiz, la tiza, el encerado... Aunque estos recursos didácticos siguen estando muy arraigados en nuestras aulas, se perciben como elementos del pasado, como herramientas arcaicas de aprendizaje.

Ahora es tiempo de tablets, smartphones y aplicaciones (App), que aunque su uso todavía no está muy extendido en nuestras escuelas, se perciben como los recursos didácticos emergentes.

Hoy en día estamos educando a lo que algunos han llamado la "generación App", es decir, niños y jóvenes que usan la tecnología como un elemento cotidiano en muchas de sus actividades personales y sociales. Por ello es responsabilidad de los docentes enseñarles que las App no son solo una fuente de entretenimiento y comunicación sino también de aprendizaje.

Como todos sabéis, las App son pequeños y funcionales programas que mejoran las prestaciones de nuestras tablets y teléfonos inteligentes. Entre sus características más significativas destacan que suelen ser gratuitas (las más sencillas) o muy baratas (las más complejas), que son permanentemente actualizables (solución de errores y mejoras de funcionamiento y prestaciones) y que están en constante innovación (cada vez hay más y que realizan las más variadas funciones).

En educación, las App son complementos que ayudan a completar la labor docente. Su uso como recurso didáctico aporta un alto grado motivación al alumnado y les hace más ameno y entretenido el aprendizaje. Pero lo más importante para que su utilización dé resultados educativos es la labor de orientar y acompañar a los alumnos al emplearlas. No por hacer que los alumnos usen una App van a realizar un aprendizaje significativo, es imprescindible darle una intencionalidad para que así suceda.

El uso de App en nuestras escuelas debería ser la prueba de un cambio de paradigma educativo. Necesitamos una educación en constante innovación, con una rápida capacidad de adaptarse a los cambios y a las necesidades de las personas y de la sociedad. Una educación donde la creatividad sea el motor del aprendizaje, donde compartir sea la fuente para adquirir conocimientos y destrezas. Una educación gratuita y de calidad para todos que ayude a desarrollar el talento de cada persona. Así debe ser la educación en tiempos de App.
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¿Por qué tengo que educar en valores además de enseñar matemáticas?

lunes, 18 de noviembre de 2013
Hay que tener valor para educar en valores.

En un post de hace algún tiempo hablé de la importancia de la educación en valores y expliqué los 10 valores que considero fundamentales para educar en las escuelas del siglo XXI. Hoy pretendo reflexionar sobre por qué, para qué y cómo educar en valores.

Aún hoy muchos docentes tienen miedo y reparo a educar en valores, sienten que su única labor es la de instruir a los alumnos, es decir, enseñarles contenidos de las distintas materias que marcan los currículos: matemáticas, física, literatura... Piensan que la educación en valores es responsabilidad exclusiva de las familias, que forman parte del ámbito privado de las personas.

Pero en el mundo de incertidumbre en el que vivimos donde los contenidos no son permanentes, donde la información se genera a velocidades de vértigo, donde el cambio y la innovación continuas son la clave del aprendizaje... ¿tiene sentido solo instruir a nuestros alumnos?

En una sociedad donde los valores están en crisis, donde se persigue el enriquecimiento fácil, el éxito vacío... ¿podemos permitirnos el lujo de no educar en valores a nuestros alumnos?

La educación debe tener como objetivo la formación integral de la persona, debe trabajar tanto el aspecto personal o individual como el social o colectivo. Esa es función tanto de la familia como de la escuela. Por ello es muy importante que los centros educativos sean coherentes en los valores que trabajen y que las familias los conozcan y los compartan. No hay nada más "neurótico" para un niño (o para un joven) que recibir mensajes contradictorios, en lo que se refiere a valores, entre la escuela y la familia: en el colegio me dicen que eso está bien, en casa me dicen que está mal.

El otro día escuché decir al filósofo Francesc Torralba, en una jornada sobre El deporte como motor de valores organizada por la Fundació Bofill, que los valores se transmiten con continuidad, ejemplaridad y en actividades humanas. Educar en valores tiene que ser un trabajo constante, tiene que ser vivencial (de valores no se habla, se actúa), tienen que haber una coherencia total entre lo que se hace y el cómo se hace (no puedo estar hablando del respeto a los demás, mientras grito a mis alumnos para que se callen) y, lo que me parece aún más importante, el trabajo en valores debe ser intencional (programado, evaluado...).

La educación en sí misma no es garante de una transmisión adecuada de valores, es más, según cómo se actúe pueden transmitirse contravalores. Pero la educación es un medio privilegiado para formar personas que respeten los valores humanos, es decir, aquellos que hemos aceptado como válidos por acuerdo el conjunto de los hombres y mujeres. Durante mucho tiempo la educación en valores ha estado muy vinculada a la enseñanza religiosa, hoy es absolutamente necesario que todos eduquemos en valores para conseguir una sociedad más equitativa, más justa, más respetuosa... una sociedad mejor.
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¿Es la educación “supercalifragilisticaexpialidosa”?

martes, 12 de noviembre de 2013
Aunque la pregunta “puede parecer algo enredosa”, espero mostraros a lo largo del post que tiene más sentido del que se aprecia a simple vista. Es más, os pido que mientras leéis el post no dejéis de tener presente en vuestra cabeza la melodía de la canción.

Con esta pregunta no pretendo referirme a los recursos mágicos que utiliza Mary Poppins para educar a los niños de los que es institutriz. Aunque debo reconocer que a cualquier docente le gustaría tener un paraguas volador o la capacidad de entrar en un cuadro y pasear por su interior. ¡Serían unos recursos didácticos geniales!

Tampoco pretendo valorar la contraposición entre los métodos educativos de la famosa institutriz (amabilidad, cariño, diversión...) y los del padre de los niños (imposición, rigidez, severidad...), pues esa discusión debería formar parte de la historia de la educación y no de su presente.

Cuando pronunciamos o escuchamos la palabra supercalifragilisticoexpialidoso hay, como mínimo, tres cosas que nos vienen a la cabeza y que pueden relacionarse directamente con la educación: complejidad, entretenimiento y fantasía.

- Complejidad: La educación es siempre compleja pues en ella intervienen una enorme cantidad de variables. Se educa de manera consciente e inconsciente, por lo que la actitud del docente y su lenguaje no verbal son de vital importancia. Educar es una tarea tan compleja que requiere de una formación docente inicial y continua de gran calidad pero también es necesario tener una gran vocación.

Debemos intentar no complicar aún más los procesos educativos para no convertirlos en caóticos... en la mayoría de las ocasiones bastaría con aplicar el mal llamado sentido común. "Mal llamado" pues a la vista de lo poco que se usa muy común no parece ser. 

- Entretenimiento: La educación debe ser siempre dinámica, creativa y optimista... como la canción que inspira la palabra de nuestra pregunta. Debe motivar al alumno, debe despertar su curiosidad, debe ser inspiradora.

- Fantasía: Por último, aunque pueda sonar poco científico, la educación debería estar mucho más relacionada con el mundo de la fantasía, de la magia... pues esa es una puerta que lleva a los alumnos a aprender cosas nuevas, a imaginar nuevos mundo. Ojalá todos los docentes tuvieran los poderes de Mary Poppins... no habría niño que no quisiera acudir a la escuela.

En conclusión, parecer ser que la educación es supercalifragilisticaexpialidosa. Es compleja (aunque debemos utilizar más el sentido común para no hacerla caótica), es entretenida, motivadora, divertida y creativa y, aunque para algunos esté mal visto, está llena de fantasía porque nos lleva a conocer el mundo más allá de nuestro entorno más inmediato y nos ayuda a buscar nuevos caminos y nuevos objetivos.
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Quien tiene un buen profesor, tiene un tesoro

jueves, 7 de noviembre de 2013
“Los buenos profesores, aunque tuvieran sus rarezas, como arrojar tizas voladoras contra los cráneos más gamberros, conseguían que los chavales los adoraran. ¿Por qué? Porque ni las moscas se aburrían en sus clases y porque amaban su vocación.” Olga Merino: Carcoma en las aulas. El Periódico, 27 de octubre de 2013

No corren buenos tiempos para los docentes. Las circunstancias sociales, laborales, políticas... están en su contra. Son desprestigiados por los gobernantes de turno por estar en contra de ciertas políticas que los docentes entienden que son contrarias a la esencia misma de la educación, sufren un recorte muy significativo de los recursos de los que disponían hasta hace poco y se les exigen mejores resultados, sufren una enorme pérdida de reconocimiento social (especialmente ante las familias) y, en general, sufren la desconsideración más absoluta por su labor.

Se culpabiliza a los docentes de los malos resultados en los informes de evaluación diagnóstica internacionales, del abandono y el fracaso escolar, de los déficits de comprensión lectora y de expresión oral y escrita, se les culpa hasta de los altos índices de paro... cuando, como he dicho en otras ocasiones, el fracaso es de la sociedad en su conjunto.

La culpa es de una sociedad enferma, afectada por una enorme crisis de valores, una sociedad donde se prioriza el éxito vacío ante el reconocimiento al trabajo bien hecho, donde innovar está mal visto, una sociedad donde el mangoneo (aprovechar una situación privilegiada para hacer pingües negocios o enriquecerse sin esfuerzo alguno) es considerado como un” logro social” y no como un acto delictivo. Estos son los valores que nuestra sociedad transmite a sus futuros ciudadanos adultos.

Pero a pesar de ello, dejadme gritarlo bien alto: ¡QUIEN TIENE UN BUEN PROFESOR, TIENE UN TESORO!

Debería reconocerse el papel de los docentes en la construcción de una sociedad mejor, debería concedérseles la importancia que merecen las personas que educan y enseñan a las personas y a los ciudadanos del futuro.  Aún en las circunstancias más adversas, los docentes siempre están ahí, dando todo su apoyo a los niños y jóvenes, trabajando muchas más horas de las que son preceptivas y preocupándose de sus alumnos hasta en las circunstancias más especiales. Los docentes están siempre ahí, luchando cada día por dar a cada uno de sus alumnos la esperanza por un futuro ilusionante: ¡GRACIAS!
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El imperativo en educación

domingo, 3 de noviembre de 2013
El uso de las órdenes, acompañadas en demasiadas ocasiones de gritos, ha sido (¡y es aún hoy!) una constante en la educación escolar.

El docente, a imagen y semejanza de un militar, se dirige a los alumnos mediante el imperativo para "mandarles" una tarea, para mantener una disciplina en clase consistente en silencio y quietud: un buen grito hace callar, momentáneamente, al más rebelde de los alumnos.

El miedo al castigo (antaño físico) y la violencia verbal son elementos a desterrar en una escuela en la que debemos sustituir la competencia por la solidaridad. Para ello debemos empezar a sugerir y no a ordenar, a proponer y no a imponer. Es mucho mejor que los alumnos nos respeten por admiración, más que por temor.

Debemos cambiar el concepto de disciplina que impera en nuestras aulas. Debemos dejar de temer al ruido que provocan alumnos trabajando en pequeños grupos, debemos dejar de temer al movimiento en el aula. Aunque sea difícil de aceptar... de algún modo debemos dejar entrar el caos en la escuela. La educación que tiene como objetivo el compartir el saber no puede basarse en la quietud y el silencio, en la pasividad absoluta.

En la educación que viene, esa que se está imponiendo poco a poco, el docente ya no es el depositario del saber, el transmisor de la verdad absoluta. El docente es el guía que acompaña y no el "jefe que manda", por tanto, el lenguaje que utilice no puede ser imperativo ni impositivo sino asertivo y amable. El objetivo no es que sea obedecido, sino seguido como ejemplo.
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La receta de la buena educación

miércoles, 23 de octubre de 2013
La educación y la cocina tienen mucho en común. Un buen profesor y un buen cocinero son aquellos que saben mezclar los ingredientes adecuados y en la proporción justa para conseguir el resultado deseado.

Los mejores cocineros: Adrià, Arzak, Berasategui... destacan por su capacidad de innovación, son capaces de convertir un plato tradicional en algo totalmente distinto, en una explosión de sensaciones para los cinco sentidos que conserva al mismo tiempo la esencia de la cocina de toda la vida. Lo mismo sucede con los profesores. Los mejores docentes son aquellos capaces de reinventarse cada día en función de las necesidades reales de sus alumnos, son aquellos que no repiten esquemas año tras año, curso tras curso.

Aunque parezca una contradicción con el título del post, no hay una única receta para la buena educación, pero sí que podemos dar algunas pistas que nos permitan crear siempre un buen "caldo educativo".

El gran truco está en los ingredientes. En toda receta educativa, hay dos ingredientes que no pueden faltar nunca: vocación y profesionalidad. Estos dos ingredientes deben estar siempre bien compensados: mucha vocación y poca formación dejan al alumno demasiado dulce; y, al contrario, poca vocación y demasiada formación lo dejan demasiado soso.

Todo esto debe ir aderezado con un buen puñado de entusiasmo, que es el ingrediente esencial para no desfallecer nunca en el intento de conseguir los mejores platos educativos. El entusiasmo es la sal de la educación.

Lo importante es saber siempre cuál es el plato que conviene preparar para cada ocasión. Algunas veces será un plato con mucha TIC, otras con muchos valores, otras será una fuente llena de historias fantásticas... pero siempre debe ser un plato que cumpla con su cometido: educar a nuestros alumnos.
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¿Quién quiere acabar con la educación pública?

domingo, 20 de octubre de 2013
Un profesor que no enseña y un alumno que no aprende deberían ser tan extraños y absurdos "como un belga por soleares" (Joaquín Sabina: Así estoy yo sin ti); pero desgraciadamente son más habituales de lo deseable.

El futuro de la educación no debería verse "vacío como una isla sin Robinson, oscuro como un túnel sin tren expreso..." (Joaquín Sabina: Así estoy yo sin ti); sino que debería verse como el motor que permitirá navegar a las personas por el agitado océano de un mundo inestable. El futuro de la educación no debe estar al alcance de unos pocos, debe ser para todos y cada uno de los seres humanos que habitamos este frágil planeta.

La educación pública y de calidad está sufriendo un ataque neoliberal sin precedentes. Les asusta que todo el mundo pueda acceder a una escuela de calidad y que seamos personas con espíritu crítico: es más fácil manejar a ciudadanos sin formación y derrotados por la perspectiva de una vida vacía.

Bajo la excusa de una oportuna y sospechosa crisis económica, el capitalismo de los mercados está ganando la batalla al capitalismo social y está socavando de manera imparable el corazón mismo de los derechos sociales. Nos envían mensajes, nada sutiles, como que ahora debemos tener iniciativa emprendedora porque "papá-Estado" ya no está dispuesto a protegernos más.

Desde que la gran amenaza del capitalismo cayó junto con el muro de Berlín, ya no tienen la necesidad de invertir parte de sus beneficios en mantener contento a los ciudadanos, pues estos ya no corren el riesgo de caer bajo el influjo del demonio comunista.

Ante este ataque despiadado y salvaje, ¿podemos afirmar que la educación pública tal y como la conocemos hoy está muerta? Creo (o espero) que no. En estos momentos está herida, gravemente herida, pero depende de nosotros, de los ciudadanos y de los profesionales de la educación, de nuestra inteligencia y de nuestra capacidad de luchar contra la injusticia... que la escuela no muera y permanezca fuerte y sana para siempre. 
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Enseñar a desaprender, enseñar a olvidar

lunes, 14 de octubre de 2013
A diferencia del conocimiento, la sabiduría no envejece.” Zygmunt Bauman

Desde tiempos inmemoriales, una de las máximas de la educación ha sido la memorización de contenidos. Esta es una herencia directa de los tiempos en los que no existía la escritura y, por tanto, la transmisión oral era fundamental para que los avances culturales y tecnológicos pasaran de una generación a otra.

Muy lentamente, con el paso de los siglos, al consolidarse distintos métodos para conservar y transmitir el conocimiento, especialmente la imprenta, la memoria ha ido perdiendo protagonismo en la educación hasta quedar relegada en la actualidad a un recurso más sin especial preponderancia. Por primera vez en la historia disponemos de una inagotable memoria externa, donde almacenar todo el conocimiento de la humanidad e ir actualizándola constantemente, pudiendo dedicar nuestra actividad cerebral a otras tareas.

En esta primera década del siglo XXI se está produciendo un cambio de paradigma: la función de la educación no es fijar el conocimiento, es decir, enseñar a recordar; sino que la educación tiene como objetivo enseñar a olvidar, o sea, a identificar y desechar los conocimientos caducos.

En palabras de Bauman: “Olvidar por completo y con rapidez la información obsoleta y las costumbres añejas puede ser más importante para el éxito futuro que memorizar jugadas pasadas y construir estrategias basadas en un aprendizaje previo”.

Enseñar a desaprender significa dotar a nuestros alumnos de las herramientas, destrezas, competencias y conocimientos necesarios para reconocer en todo momento lo que está vigente. Enseñar a olvidar no significa vaciar la enseñanza de contenidos, más bien al contrario, pero sí que supone una revisión de los contenidos que deben enseñarse en función del objetivo que pretendemos conseguir.

De hecho el aprendizaje en el siglo XXI se parece mucho a lo que hace Ferran Adrià con la cocina: hay que deconstruir los conocimientos adquiridos, replantearse todo el saber tradicional, desmontarlo para volver a edificarlo.

De este modo, en la educación actual debemos manejar conceptos clave como adaptación, incertidumbre, aprender a aprender, aprendizaje permanente, asertividad, educación emocional, valores… Debemos sentirnos cómodos en un entorno cambiante, debemos aprender a entender la labor docente como una guía con la que acompañar a nuestros alumnos en un mundo inestable.

Podemos resumir todo lo dicho hasta aquí con las palabras del genio Albert Einstein: “Educación es lo que queda después de olvidar lo que se ha aprendido en la escuela.”



Las dos citas de Zygmunt Bauman están extraídas de Tiempos líquidos. Tusquets editores, Barcelona, 2013.
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Usos y costumbres en educación

viernes, 11 de octubre de 2013
Si me lo permitís, quisiera compartir con vosotros una historia que ilustra de manera clara la importancia de replantearnos por qué educamos de la manera que lo hacemos o cómo hay usos y costumbres en los procesos de enseñanza que tienen que ver más con “siempre se ha hecho así” que con la efectividad y la eficacia de sus resultados:

Hace unas semanas invité a toda mi familia a comer en mi casa. Siempre me ha gustado cocinar y decidí prepararles una receta bien sabrosa: Dorada al horno.

Siguiendo la receta tradicional de mi familia, copiando los pasos que había visto cientos de veces hacer a mi madre, empecé a preparar el pescado en presencia de mi sobrino de 12 años. Pelé y corté las patatas, piqué la cebolla y lo puse todo en una bandeja. A continuación, cogí una enorme y fresca dorada, le corte la cola...

-¿Por qué cortas la cola del pescado, tío? -me cuestionó mi sobrino.

-Porque este pescado se prepara así. Así se lo he visto hacer siempre a mi madre.

-Pero, ¿para qué se le corta la cola?

-Pues no lo sé, pero seguro que si lo hace mi madre debe de ser por algún motivo: para que se cocine más rápido, para que tenga mejor sabor...

-En realidad, tío, no sabes por qué hay que cortar la cola de la dorada.

En ese momento entró mi madre a la cocina y le pregunté el motivo por el que hay que cortarle la cola al pescado. Ella tampoco lo sabía pero me comentó que lo hace porque así se lo ha visto hacer siempre a su madre.

En eso entró mi abuela en la cocina:

-¡Mira qué oportuna! Abuela, ¿por qué hay que cortar la cola de la dorada antes de meterla en el horno? ¿Es para que se cocine más rápido, para que tenga mejor sabor...?

-Pues no hijo, por nada de todo eso -contestó mi abuela-. Le corto la cola al pescado porque mi horno es muy antiguo y muy pequeño y no cabe una dorada entera. Ese es el único motivo.

Así fue como me di cuenta que hay que replantearse los usos y costumbres de nuestra forma de educar, porque muchas veces reproducimos actitudes, formas y maneras de hacer porque tradicionalmente se ha hecho así, sin tener en cuenta que los tiempos cambian y las necesidades y los recursos de los que se disponen evolucionan.

Creo que es un ejercicio necesario para cualquier docente dedicar un tiempo a cuestionarse el porqué de su manera de enseñar y sí lo que hace en el día a día cumple con los objetivos que pretende o simplemente lo hace por tradición.
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Aquiles, la tortuga y la educación (la educación como objetivo inalcanzable)

miércoles, 9 de octubre de 2013
Todos hemos oído hablar de Zenón, el filósofo griego discípulo de Parménides, y sus aporías o paradojas. Una de las más conocidas es la de Aquiles y la tortuga:

Aquiles, llamado "el de los pies ligeros", decide salir a competir en una carrera contra una tortuga. Ya que corre mucho más rápido que ella, le da una gran ventaja inicial. “Aquiles comienza a correr hacia la tortuga, la tortuga comienza a correr en la misma dirección que Aquiles. (…) a pesar de que Aquiles corre mucho más aprisa que la tortuga, no podrá nunca cogerla. Cuando Aquiles alcanza el puesto donde estaba la tortuga cuando Aquiles comenzó a correr, la tortuga ha recorrido un poco desde ese punto. Aquiles, por tanto, ha de alcanzar el punto donde está ahora la tortuga; y cuando alcanza ese punto, la tortuga desde luego se ha movido a otro punto (…) y así continuará hasta el infinito.”

Aunque es una argumentación aparentemente lógica, es una paradoja porque la experiencia nos dice que Aquiles sí que alcanza a la tortuga.

Pero en el caso de la educación lo que dice Zenón es exactamente lo que sucede. Cuando se alcanza un objetivo, ya han cambiado las condiciones sociales, las necesidades, la tecnología, las personas… de modo que, aún alcanzado el objetivo, ya se ha planteado inevitablemente otro nuevo y así hasta el infinito. Por ese motivo la educación no puede ser más que un proceso, un camino cuyo objeto es no detenerse nunca, no dejar nunca de caminar. Las personas que se detienen pierden el tren que nos conduce por la vida...

Por tanto, la educación es un objetivo inalcanzable y ahí reside su grandeza. El aprendizaje es necesariamente permanente, continuo, porque vivimos en un mundo de incertidumbre.

Las personas y la sociedad no son inmutables sino cambiantes, por tanto, la educación también lo es, por mucho que nos resistamos a creerlo pues para muchos supone abandonar la seguridad de lo estable para adentrarse en el caos de lo cambiante.

Hasta que no entendamos que esto es así, no será posible cambiar el paradigma educativo para que responda a las necesidades del mundo actual y de las personas que vivimos en él.


El texto de la paradoja de Aquiles y la tortuga está extraído de la página 21 de:
Hartnack, Justus: Breve historia de la Filosofía. Ed. Cátedra, Madrid, 1982.
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Internet en educación: ¿un caramelo infoxicado?

lunes, 7 de octubre de 2013
Tenía el post escrito a punto de ser publicado en el blog, cuando recibí la alerta del post de Dolors Reig (@dreig) en El caparazón: Ventajas de la infoxicación:cuando el tiempo pasa más despacio. En ese momento, decidí cambiar el título de mi artículo, pues el adjetivo “infoxicado” adquiría un valor positivo, que no siempre se le concede, a la vez que mantiene esa similitud con “intoxicado”, que me permite señalar el miedo que sienten muchos docentes ante lo que significa la incorporación de las TIC en educación.

En su artículo, Dolors Reig afirma que según investigaciones recientes:

"(…), resulta que cuando la información es familiar se procesa de forma rápida pero cuando es caótica, nueva, cuando no entra por nuestros sentidos en el orden correcto, necesita ser reorganizada y procesada para que la entendamos, generando la sensación de que el tiempo pasa mucho más despacio.”

Realmente me sorprendió la afirmación de que en el océano de información en que navegamos el tiempo pase más despacio… tenía la “intuición” errónea de que sucedía todo lo contrario.

La afirmación de @dreig me parece un argumento más a sumar a la larga lista de ventajas que supone la utilización de Internet en los procesos de enseñanza/aprendizaje. La lista que yo había elaborado incluía:
-Facilita el proceso de socialización de los alumnos porque facilita la participación activa.
-Supone una puerta abierta a información, acontecimientos… complementando así la educación que el alumno recibe en el ámbito escolar.
-Favorece la interacción y el trabajo colaborativo, pues permite intercambiar ideas, opiniones…
-Convierte el aula escolar en un espacio sin paredes, abierto al mundo.
-Mejora la motivación de los alumnos ante las tareas escolares y, según parece, se mejoran los resultados académicos.

Por tanto, en mi opinión la incorporación de Internet y las TIC en el mundo de la educación es indiscutible e irremediable. El problema está en que hay docentes que ven Internet como una manzana envenenada (como la del cuento de Blancanieves), es decir, apetitosa pero muy peligrosa.

Yo creo que internet en educación es un caramelo infoxicado, que además de una fuente inagotable de información y datos supone un cambio estructural revolucionario, un cambio paradigmático sin precedentes.

La infoxicación, como ya he dicho, no es en sí misma un aspecto negativo. Valorar o discriminar la información significativa en el maremágnum de información es uno de los contenidos más relevantes de la educación actual. Esto requiere tiempo y conocimiento. Las redes sociales juegan un papel importante. Pero, ¿cuántos docentes tienen perfiles activos de carácter profesional en las redes sociales para compartir información con otros docentes?

Ante los cambios que supone la integración de Internet en la educación, muchos docentes se sienten como si estuvieran al borde de un abismo, como en las películas de exploradores en las que el héroe aguanta a duras penas el equilibrio y está a un suspiro de caer a un precipicio sin fin. Sienten esa sensación de vértigo, de angustia vital, esa especie de mareo que causa sentir que puedes caer al vacío.

La sensación de inseguridad es tal que cuando intentas ayudarles a aguantar el equilibrio, cuando los sujetas para que no caigan, ellos tienen la sensación de que pretendes darles un empujón hacia el abismo.

A lo largo de la Historia, todas las revoluciones tecnológicas han causado vértigo a las personas que las han vivido y siempre se han superado los miedos.

De todos modos, no debemos cegarnos y cometer con las TIC los mismos errores que se han cometido con otras tecnologías que se han ido incorporando al mundo de la educación. No se trata de borrar de un plumazo todo aquello que se ha hecho tradicionalmente en la escuela y sustituirlo por lo digital, se trata de saber combinar adecuadamente las posibilidades que nos dan todos los recursos a nuestro alcance.
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Pequeña historia de una buena profesora

jueves, 3 de octubre de 2013
Esta es la historia de una profesora que puede llamarse Laura, Esperanza, Miriam, Mercedes... Una maestra tan abnegada que sus alumnos aprenden casi sin darse cuenta y con alegría. Tan buena es esta profesora que muchas veces se hace invisible y sus alumnos continuan trabajando sin que ella esté presente. Pero eso sí, cuando algún alumno la necesita ella siempre está allí.

Una maestra afable, de sonrisa ligera pero permanente, siempre atenta a los pequeños detalles y a los gestos de reconocimiento. Despierta y entusiasta porque su profesión coincide con su vocación.

Recuerda el nombre de cada uno de los alumnos y alumnas a los que ha dado clase. También conoce cuáles eran sus virtudes y sus defectos lo que le permite orientarlos para conseguir lo mejor de ellos como personas y como ciudadanos.

Una profesora con la capacidad de embelesarte contándote el cuento más fantástico del mundo y, al mismo tiempo, sorprendente con su dominio de los aparatos tecnológicos más modernos. Domina el arte clásico de la enseñanza y conoce las pedagogías más emergentes.

Así es con sus alumnos, pero también con sus compañeros de claustro, a los que escucha, a los que ayuda y anima... y cuando puede los embarca en los más diversos proyectos para innovar la manera de enseñar en su centro.

Así es esta profesora..., ¿crees que podrías ser tú?
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5 maneras fáciles de frustrar a un alumno

martes, 1 de octubre de 2013
Si eres docente: ¡No te enfades antes de continuar leyendo el post!

Estoy absolutamente convencido de que no hay ningún profesor, ni uno solo en cualquier lugar del mundo, que pretenda limitar voluntaria y conscientemente a alguno de sus alumnos. Creo que no hay un solo maestro que no quiera que sus alumnos  alcancen el máximo desarrollo personal y social.

Aclarado este punto, me gustaría comentar que involuntariamente se producen situaciones en los procesos de enseñanza/aprendizaje que pueden llevar a resultados no deseados, pudiendo tener una influencia muy negativa en los alumnos.

A continuación, enumeraré cinco de estas situaciones educativas que pueden tener como nefasta consecuencia la frustración del alumno y, por tanto, incidir de una manera brutal en su educación:

1. Etiquetar a los alumnos suele provocar lo que se conoce como efecto pigmalión negativo, lo que puede provocar una autoestima baja. Deberíamos desterrar de la escuela (y también de la educación en el ámbito familiar) expresiones del tipo "No te enteras de nada...", "No sirves para nada...", "No sabes hacer nada...", "Nunca llegarás a nada...".

Es importante tener siempre presente que las expectativas que un docente tiene sobre sus alumnos suelen acabar cumpliéndose.

2. Impedir sistemáticamente a los alumnos desarrollar aquello que les gusta o aquello para lo que están especialmente dotados es otra de las formas de frustrar sus expectativas. Es importante recordar que existen distintos tipos de inteligencia y que no es conveniente valorar uno o dos tipos de forma preponderante. En la escuela, la inteligencia lógico-matemática y la lingüístico-verbal están especialmente sobrevaloradas, dejando de lado a los alumnos que destacan en cualquiera de los demás tipo de inteligencia.

3. Otra manera muy efectiva de desilusionar a un alumno es no hacerle partícipe activo de su aprendizaje, no permitirle ser generador de contenidos, en definitiva, no tratarlo como un sujeto responsable. Dar lecciones magistrales o "dictar" una lección son los caminos más fáciles para que a los alumnos les aburra la escuela y renieguen de su educación.

4. Muy relacionado con el punto anterior, no proporcionar a nuestros alumnos un aprendizaje significativo, es decir, pedirles que memoricen sin comprensión, que aprendan sin ningún tipo de emoción, les conduce inevitablemente a la desidia más absoluta.

5. No enseñarles a ser maleables, a adaptarse a situaciones cambiantes es otro de los caminos directos a la frustración. La educación tradicional tenía como objetivo "completar" al alumno para permitirle alcanzar una vida adulta plena. Ahora la educación debe prepararle para que sepa adaptarse a situaciones nuevas en un mundo lleno de incertidumbre.

Estas son cinco maneras fáciles de conducir a nuestros alumnos a la frustración más absoluta y a la desidia más profunda; es el camino más fácil para convertirles en jóvenes sin ilusión, sin esperanza; en adultos incompletos... y eso es algo que ningún educador debería permitir.

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Educar es como jugar a Candy Crush

lunes, 23 de septiembre de 2013
Educar en estos tiempos de incertidumbre y movilidad se asemeja mucho a jugar a Candy Crush Saga (@uncandycrush).
No lo digo solo por lo adictivo que resultan ambas actividades, sino porque en Candy Crush, al igual que en la educación, cuando superas un nivel ya tienes otro nuevo por superar. Además los caramelos de colores parecen tener vida propia y no siempre hacen lo que uno pretende, igual que sucede con los alumnos de clase.
De hecho la historia de los videojuegos es un buen ejemplo de cómo debería de haber evolucionado la educación en las últimas décadas, pero no ha sido así.
Aunque es algo incierto, se considera que el primer videojuego de la historia fue una versión del Tres en raya desarrollado por Alexander S. Douglas en 1952.
Pero el desarrollo como industria sucedió en 1972 cuando se creó Pong, una rudimentaria versión del juego del tenis.
En los años 80 se desarrollaron los juegos gracias a los salones recreativos con clásicos como Pacman, Tron, Battle Zone o Tetris.
A partir de entonces los videojuegos han evolucionado de manera espectacular y se han desarrollado juegos de una complejidad y de un realismo increíbles, creándose una industria muy creativa y dinámica.
Siendo generoso, afirmaría que la educación, comparada con los videojuegos, se ha quedado en la época del Tetris. La comunidad educativa ha sido incapaz de adaptarse a los veloces cambios de la sociedad y de la tecnología incumpliendo uno de sus principales cometidos que es formar personas socialmente competentes.
Todavía existen docentes que hacen sus clases como si se tratara una partida de Pong... y eso, sin ninguna duda, es la mejor manera de desmotivar y aburrir a sus alumnos.
¡No tengamos miedo en crear una educación que sea como el más actual de los videojuegos! Ojalá todos los docentes enseñaran a sus alumnos como si jugaran a Candy Crush: nuestros alumnos, nosotros mismos y la sociedad en general nos lo agradecerán.


La información sobre La historia de los videojuegos la he extraído de www.fib.upc.edu/retro-informatica/historia/videojocs.html

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Excusas de mal profesor

jueves, 19 de septiembre de 2013
Señor, dame valor para cambiar lo que puede cambiarse; dame serenidad para aceptar lo que no puede cambiarse y dame sabiduría para distinguir lo uno de lo otro.” Proverbio hindú


Estoy convencido de que la labor docente es (y será) una de las profesiones más apasionante y, al mismo tiempo, más difícil que uno pueda ejercer en cualquier momento y en cualquier lugar del mundo.

Por este motivo es muy importante conocer todo aquello contra lo que debe luchar cada día un docente y ante lo que no vale poner excusas de ningún tipo.

Como nos dice el proverbio que encabeza este post, es muy importante reconocer todo aquello que podemos mejorar en nuestra labor como educadores e identificar todo aquello que no depende de nosotros para no perder ni un segundo de nuestro tiempo y esfuerzo con ello.

A continuación, citaré algunas de las características que condicionan de manera fundamental los procesos de enseñanza y aprendizaje, para identificar, al mismo tiempo, las excusas que se emplean habitualmente para justificar la mala praxis educativa o lo que yo llamo excusas de mal profesor:
- Los docentes trabajamos con seres humanos que tiene su propia personalidad, sus ilusiones, sus expectativas, sus sueños, sus miedos, sus fobias, sus vergüenzas... Es obligación de cualquier educador conocer a sus alumnos y formarlos teniendo en cuenta su individualidad.

Por tanto, no se pueden utilizar excusas como “Los jóvenes no tienen interés por aprender”, “Mis alumnos son unos vagos, no quieren trabajar”. Un docente debe buscar siempre los mecanismos para despertar el interés de sus alumnos, debe saber conectar con ellos, debe aprender a hablar su mismo idioma. Cuando un alumno no aprende, en la mayoría de las veces, es porque un profesor no ha encontrado la manera de enseñarle.
 
- Entre profesor y alumnos siempre existe un desfase generacional, que se acentúa para el docente conforme van pasando los años. Por ello es necesario que un docente “se conserve siempre joven” (sin necesidad de cirugía plástica)…, o lo que es lo mismo, se tienen que conocer las necesidades y los gustos e intereses de los alumnos.

Eso significa que no es válida la excusa: “A los jóvenes no les interesa nada”. Son los docentes los que deben darles la posibilidad de trabajar temas que les motiven y, además, utilizando las herramientas que les son habituales.

- Tanto alumnos como profesores vivimos en una sociedad en rápido y continuo cambio. Todo evoluciona a velocidad de vértigo y lo que hoy es blanco, mañana puede ser multicolor. Eso lleva a enseñar con criterios de adaptabilidad, sin miedo al cambio, formando personas competentes y capaces en todo momento y situación de construir su propio aprendizaje.

“Los alumnos no saben nada”, “Antes sí que estudiábamos”, “Cualquier tiempo pasado fue mejor”… estas excusas son inaceptables para cualquier docente pues significa estar de espaldas a la realidad de la sociedad en la que se vive y ese es un lujo que ningún educador se puede permitir si quiere hacer bien su trabajo.

Seguro que todos escucháis a diario más de una excusa de mal profesor… no lo dudéis ni un segundo: ¡hay que luchar contra ellas!
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Habilidades de los alumnos del siglo XXI

domingo, 15 de septiembre de 2013
Solo hay una solución para los problemas que tiene la educación: INNOVAR, hacer las cosas de otra manera. Si la educación no se reinventa con el objetivo de conectar con los alumnos, el fracaso está garantizado.

Debemos tener presente que la tecnología, en todos los ámbitos de la vida, está transformando la manera de pensar, de trabajar y de aprender. Aunque estoy cada vez más convencido de que la tecnología por sí misma no va a cambiar de manera significativa la educación, pues para ello son necesarios cambios estructurales y organizativos.

Para conseguir cambiar la educación es imprescindible tener muy claro cómo son los alumnos del siglo XXI. A continuación, enunciaré algunas de las características más significativas que configuran (o deberían configurar) el perfil de los alumnos y las alumnas de nuestro tiempo. Son las características propias de los niños y jóvenes de un mundo con una educación cuyas bases deben ser la colaboración, la interactividad y el espíritu crítico:

1. Autoconstrucción de aprendizaje contínuo. Los alumnos y alumnas de nuestra época deben ser constructores de su propio aprendizaje. Además deben poseer las competencias que les permitan aprender de manera autónoma a lo largo de toda su vida. Ya no son solamente receptores pasivos de información sino que se han convertido en constructores de contenido. 

2. Adaptabilidad. Vivimos en una sociedad en continuo cambio. Por este motivo, los alumnos y alumnas del siglo XXI deben tener la capacidad de adaptarse a cualquier nueva situación. De otro modo serían incapaces de progresar a nivel personal y social.

3. Dominio de la tecnología. Algunos consideran que los alumnos de nuestras escuelas son nativos digitales. No estoy del todo de acuerdo con esta afirmación, pero sí que es cierto que los niños y jóvenes están familiarizados con los aparatos tecnológicos en su vida cotidiana. Esto debe ser aprovechado en distintas situaciones de aprendizaje, por ejemplo: el e-learning puede permitir que los alumnos sigan cursos de su interés de contenidos que no están recogidos en los currículos escolares. Lo que puede ayudar a abrir un mundo de nuevas posibilidades a la enseñanza.

4. Empatía. Tener la capacidad de ponerse en el lugar del otro, entender cómo se siente, permitirá a los alumnos del siglo XXI adquirir unos aprendizajes mucho más efectivos y poseer unas habilidades sociales que mejoraran su capacidad de participación en las instituciones.

5. Inteligencia colectiva. Muy relacionada con la habilidad anterior, la suma de las inteligencias individuales, el resultado de la colaboración entre múltiples alumnos, da un resultado muy superior a lo que puede hacer una persona por sí sola.

6. Capacidad de análisis. En un mundo donde la información es totalmente inabarcable, disponer de la capacidad de discernir entre lo que es relevante y lo que es vacuo, es una habilidad absolutamente imprescindible para los alumnos y alumnas del siglo XXI.

Conocer a nuestros alumnos nos permitirá mejorar la educación que les proporcionamos a nivel de aula, de centro y de sistema educativo.

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La educación nómada

martes, 10 de septiembre de 2013
La vida de los seres humanos cambió cuando dejaron de desplazarse de un lugar a otro, siguiendo a los animales y buscando frutos que recolectar, y se asentaron en tierras fértiles cerca de un río. Allí desarrollaron la agricultura y la ganadería, se construyeron los primeros poblados fortificados en busca de seguridad y protección, se desarrollaron distintos oficios por la especialización del trabajo y se sentaron las bases para el desarrollo tecnológico.

Algo parecido sucedió con la educación. Cuando se hizo sedentaria, es decir, en el momento en el que se estableció en un lugar fijo (academia, escuela, universidad...), evolucionó de manera constante hasta alcanzar cuotas nunca vistas de extensión y calidad, universalizándose y sentando las bases de la pedagogía y de la didáctica modernas.

Pero el mundo ha cambiado a causa del inconmensurable desarrollo tecnológico que nos abruma con una cantidad inabordable de información y la posibilidad infinita de comunicación. Por este motivo, la escuela, tal y como la entendemos actualmente, ha dejado de ser una tierra fértil, pues ya no ofrece los recursos que nos permitan dar una respuesta eficaz a las necesidades de las personas y de la sociedad en este mundo infoxicado.

Es por ello que propongo que la educación deje de ser sedentaria para volver a ser nómada.

Una educación nómada que no se limite a lo que puede enseñarse en el interior de un edificio, es lo que en otras ocasiones he denominado escuela de cristal. Una escuela transparente, permeable, moldeable, líquida (en el sentido que le da Baugman), o lo que es lo mismo, una educación abierta al mundo, una educación hiperconectada que permita intercambiar información, ideas y opiniones con personas de nuestro entorno y de cualquier lugar del planeta. Una educación en continuo movimiento, en constante adaptación a las necesidades emergentes. Una educación continua, un proceso que dura toda la vida.
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La escuela que quieren los niños

viernes, 6 de septiembre de 2013
Parece que fue ayer... pero este es el post número 100 del blog. Para celebrarlo he decidido darle la palabra a los niños.
Hace ya algún tiempo que les pido que me hagan un dibujo (o escriban un pequeño texto) de cómo les gustaría que fuera su escuela. Sin darles ningún dato más.
Los resultados son sorprendentes y cada vez estoy más convencido de que deberíamos escucharlos siempre, que deberíamos tener en cuenta su opinión. Aunque todavía estoy recopilando información (os agradecería que me enviaséis dibujos de vuestros alumnos e hijos), no he podido resistirme a realizar un pequeño avance a modo de aperitivo:


Este dibujo es de Álex (6 años). Lo primero que llama la atención es que el edificio escolar es un castillo. Los castillos son un lugar seguro, donde Álex quiere sentirse protegido; pero los castillos también son lugares donde se viven mil aventuras, donde los protagonistas de los cuentos salvan princesas, luchan contra dragones (como el que ha dibujado en la parte superior derecha). Álex nos está pidiendo a gritos una escuela "emocionante", un lugar donde no quede ni espacio ni tiempo para el aburrimiento.
También resulta interesante apreciar que en la puerta ha dibujado a la profesora con los brazos abiertos, en actitud de acogida. Álex quiere una profesora que sepa crear vínculos con sus alumnos, que los proteja y los conduzca en las aventuras que vivirán en el castillo/escuela. 
La presencia de un campo de fútbol, una piscina y una zona de juegos también es significativa. Aunque ha dibujado unas ventanas donde se ve a un alumno dando clase y a unos alumnos jugando, Álex pide un espacio donde la actividad física sea la protagonista, un espacio al aire libre, donde pueda correr, nadar, jugar...



El segundo dibujo es de Laia (7 años). Lo primero que llama la atención es que, al igual que en el dibujo de Álex, el sol ocupa un lugar preponderante. Además, Laia añade pájaros, nubes, árboles, flores, una fuente..., es decir, elementos de la naturaleza, elementos que indican la petición de no estar siempre encerrada entre cuatro paredes.
Esta idea queda reforzada por el edificio que ha pintado Laia: sólido y resistente. Laia ha dibujado las puertas cerradas y a ella y a una "princesa" en el jardín que rodea el edificio.
Las ventanas del edificio son enormes y, a través de ellas, pueden verse dos aulas muy ordenadas y decoradas con animales y pizarras.
Laia nos pide una escuela con las aulas transparentes, donde aunque las puertas estén cerradas, el alumno tenga contacto con el exterior.


El tercer dibujo es de Nerea (13 años). Para una alumna de 2º de ESO la tecnología ocupa un espacio absolutamente prioritario. Nerea quiere una clase con una pizarra digital con conexión a Internet y con ordenadores (o tablets) individuales.
La puerta del aula es un corazón enorme, con una ventana justo en medio. Nerea pide un aula acogedora, donde haya un ambiente agradable y buena sintonía entre profesor y alumnos y entre compañeros. Las flores como elemento decorativo son un indicativo de la necesidad de contacto con el exterior... aunque, como lleva ya unos cuantos años de escolarización, se ha acostumbrado a desgana a los espacios cerrados.
Para acabar el post os dejo las palabras de Edén (10 años) sobre su colegio ideal:
"Mi colegio sería ideal (...) si el patio durara una hora. Si la clase de Medio fuera más larga. Haríamos experimentos y descubriríamos piedras preciosas. Podríamos hacer juguetes con cosas recicladas. Veríamos películas.
No tendría que llevar libros y libretas para que no pesara tanto la cartera. Me gustaría que tuviéramos más clases de prácticas y menos de teoría. También nos darían clases de cocina.
Me gustaría que nos dejaran leer más libros de los que nos gustan. Y no tener tantos exámenes."

¿Qué os parece, debemos o no escuchar a los niños?

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Conversar en el aula: clave para el aprendizaje

domingo, 1 de septiembre de 2013
Si escribes en el buscador Google "problemas voz profesores" aparecen aproximadamente 7.090.000 entradas relacionadas.

Sin duda, la garganta es uno de los puntos débiles de cualquier profesor. Los problemas de voz están muy extendidos entre los docentes debido a la cantidad de horas que se pasan hablando: el profesor quiere ser escuchado, necesita ser escuchado.

En demasiadas ocasiones los profesores deben forzar la voz para hacerse oír en un aula inquieta o hablan y hablan sin descanso para transmitir datos, fechas, conceptos y más datos a los alumnos, que los escuchan y los reciben con desgana.

Los docentes hablan mucho a sus alumnos... pero, ¿cuánto tiempo dedican a hablar con ellos?

Hablar es articular, proferir palabras para darse a entender. Conversar supone bidireccionalidad: se quiere ser escuchado pero también se quiere escuchar al otro.

En la escuela del siglo XXI, el profesor debe ceder la palabra a sus alumnos. Debe romper con la creencia injustificada de que se aprende en silencio y debe permitir a los alumnos que hablen con él y entre ellos.

Conversar es compartir y compartir es construir el aprendizaje. Una construcción donde el alumno es partícipe con su propia voz, donde es escuchado y valorado… donde se le tiene en cuenta.

Conversar mejora la convivencia en el aula, facilita la empatía. Cuando tenemos en cuenta la opinión de los alumnos es mucho más fácil ponerse en su lugar y lograr estrategias didácticas que faciliten el aprendizaje. El intercambio de opiniones, de puntos de vista, permite una mejor educación emocional y la transmisión de valores.

A muchos no les va a resultar fácil, pero ya es hora de que los profesores hablen menos y escuchen más.
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