Los docentes NO son la solución a los problemas de la educación

domingo, 23 de diciembre de 2018
Este año que está a punto de acabar ha sido especialmente convulso en muchos aspectos y, como no, también en lo que se refiere a la educación.

El auge de los partidos políticos populistas de extrema derecha en distintos lugares del mundo, las consecuencias evidentes en forma de catástrofes naturales del cambio climático, la violencia contra las mujeres y su incapacidad por ser evitada y juzgada por la sociedad... son algunos de los ejemplos más evidentes y crudos de lo que está sucediendo. Y todo esto debería tener, tiene y tendrá consecuencias en la manera de entender la educación.

A continuación, quiero compartir algunas reflexiones que considero necesarias para afrontar cómo debe ser la educación en estos tiempos convulsos:

1. Los y las docentes no son la solución a los problemas de la educación, porque no son la causa. Los problemas de la educación son muy profundos y estructurales y su solución depende del conjunto de la sociedad. Los profesores y profesoras, su formación y su manera de enseñar en el aula, son parte necesaria, pero de ninguna manera son la única solución a todos nuestros males.

2. Lo que los docentes enseñan y lo que los alumnos aprenden no puede estar al margen de las consecuencias del cambio climático y la destrucción medioambiental del planeta. Podemos aprender muchos contenidos de muchas materias... pero esto no tiene ningún sentido sino tenemos un planeta en el que aplicarlos.

3. Los alumnos y alumnas deben tener el derecho y el deber de equivocarse, de probar, de ser creativos y, sobre todo, ser críticos. Este espíritu crítico debe servir para que los mensajes populistas, que están triunfando en distintas partes del mundo, no sean aceptados de manera irreflexiva y visceral.

4. La educación debe ser un elemento fundamental para conseguir detener la lacra social de la violencia contra las mujeres. Hombres y mujeres debemos aprender a convivir en igualdad y equidad.

5, En conclusión, más que discutir sobre las bondades o no de las distintas metodologías que se están integrando en las aulas, deberíamos debatir y consensuar cuál es el propósito de la educación.

6 dudas sobre la educación actual

domingo, 16 de diciembre de 2018
Es más importante abrir una puerta a la curiosidad de los niños que darles toda la información.” César Bona

El mundo ha cambiado mucho en muy poco tiempo. Además, todo parece indicar que seguirá transformándose a un ritmo cada vez más acelerado. Por eso sorprende que la educación, el arma más poderosa que tenemos para disfrutar de una vida plena, apenas haya experimentado cambios significativos en sus aspectos más esenciales. Las múltiples reformas del sistema educativo solo han conseguido transformar aspectos formales y secundarios.

Ante esta situación se escuchan cada vez más voces que demandan una educación que dé una respuesta real a las necesidades del mundo de incertidumbre en el que vivimos. Al mismo tiempo, se está produciendo un movimiento contrario, pues se alzan otras voces que consideran que esta trasformación es innecesaria e incluso perjudicial, por lo que insisten en abordar las exigencias del siglo XXI con el paradigma educativo del siglo XX. Afortunadamente, este movimiento de contrarreforma educativa no tiene la suficiente fuerza como para impedir la transformación radical de los procesos de enseñanza/aprendizaje que se dan en nuestros centros.

Algunos de los postulados que propugna la nueva educación generan dudas y críticas entre las personas que tienen un punto de vista más tradicional. A continuación, trataremos de dar respuesta a las 6 dudas y críticas más habituales:

1. ¿Se pueden trabajar las emociones en la escuela?

La neurociencia ha demostrado que los aspectos emocionales están relacionados con el rendimiento académico y con el bienestar personal: la amígdala y el hipocampo, que son las estructuras cerebrales responsables de la memoria a largo plazo, están situadas en el área emocional del cerebro.

La tolerancia a la frustración y la “resiliencia” son aspectos que deben trabajarse en clase, no solo para que los alumnos sean capaces de gestionar sus emociones, sino para que los conocimientos que adquieran sean relevantes y significativos.

2. ¿Se pueden trabajar los valores en la escuela?

La crisis de valores es uno de los grandes problemas que tiene el mundo actual. La escuela, junto a la familia, es un espacio privilegiado para transmitir los valores que están aceptados por todos y contemplados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Una de las consecuencias más importantes de la incorporación de la enseñanza por competencias en las escuelas es la superación del concepto de instrucción incorporando también la formación del carácter. Esto supone la necesidad de trasmitir unos valores que permitan educar en el siglo XXI.

3. ¿Se puede enseñar a ser creativo?

Según Ken Robinson, la creatividad se aprende igual que se aprende a leer. En un mundo cambiante, donde la información se genera y se transmite a velocidades de vértigo, la escuela no puede limitarse a transmitir conocimientos, sino que también debe crearlos y compartirlos.

La respuesta divergente, la búsqueda de nuevas preguntas y nuevas respuestas, la iniciativa emprendedora… son habilidades básicas imprescindibles en nuestra sociedad.

4. ¿Se puede enseñar a pensar?

La escuela tradicional dedica mucho tiempo y esfuerzo a memorizar datos y conceptos que más tarde somos incapaces de recordar. Por eso, no siempre aprobar un examen es lo mismo que adquirir un aprendizaje.

En un mundo donde la información es líquida, la nueva educación debe proporcionar a los alumnos las herramientas, las destrezas y las competencias que les permitan tener un pensamiento crítico. No se trata exclusivamente de saber cosas sino de saber qué hacer con ellas.

5. ¿Se debe escuchar a los alumnos?

Los alumnos deben ser los protagonistas principales en la construcción del conocimiento. Para ello es necesario escucharles, conocer sus inquietudes, sus gustos, sus motivaciones y partir de ellas. Deben tener una participación activa y responsable en el funcionamiento de la escuela.

Las escuelas deben ser lugares a los que los alumnos estén deseando ir porque disfrutan aprendiendo y participando activamente.

6. ¿Competir o compartir?

Las personas podemos ser competentes sin tener que ser necesariamente competitivas. La competitividad no tiene por qué ser un valor negativo, pero cuando el sistema educativo se basa exclusivamente en ella no posibilita la cooperación ni la solidaridad.

En el mundo actual, ser capaz de trabajar colaborativamente es una habilidad cada vez más demandada en cualquier ámbito.

La educación ha empezado una trasformación que es imparable y necesaria para dotar a las personas de las herramientas que les permitan aprender autónomamente durante toda su vida y así ser capaces de adaptarse a los retos desconocidos que les deparará el futuro. Estas herramientas incluyen un alto nivel en el aprendizaje de los contenidos de las distintas materias curriculares, pero no exclusivamente. Se trata de saber muchas cosas, pero con sentido, entendiéndolas y sabiendo aplicarlas en situaciones reales. La educación necesita de otras habilidades y destrezas para empoderar a los alumnos y alumnas ante la incertidumbre de un mundo cambiante.
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Oportunidades y riesgos de digitalizar la educación

domingo, 9 de diciembre de 2018
"La tecnología no es nada. Lo importante es que tengas fe en la gente, que sean básicamente buenas e inteligentes, y si les das las herramientas, harán cosas maravillosas con ellas." Steve Jobs

"La tecnología es solo una herramienta. En términos de llevar a los niños a trabajar juntos y motivados, el profesor es el más importante." Bill Gates

Vamos a establecer una premisa que debemos compartir para entender de forma correcta todo lo que se dirá a continuación: los alumnos y alumnas pueden aprender igual de bien (o de mal) en un aula llena de tablets, ordenadores, pizarras digitales y dispositivos móviles, que en un aula con pupitres, pizarra y tiza y libros de papel. Esto es así porque las herramientas digitales o analógicas no son lo importante, lo que realmente importa es lo que hacemos con ellas.

La introducción de lo digital en las aulas de nuestros centros educativos es cada vez más evidente y, a imagen y semejanza del mundo en el que vivimos, cada vez lo será más. Pero lo importante no son los gadgets tecnológicos, sino las posibilidades didácticas que nos proporcionan. Las TAC (tecnologías del aprendizaje y el conocimiento) plantean formas nuevas y creativas de aprender.

Si el propósito de la escuela es preparar a los alumnos y alumnas para la vida, la tecnología no puede quedar al margen de ella. Por tanto, un de las funciones de la educación escolar es la alfabetización digital y la eliminación de lo que se denomina brecha digital, es decir, la distancia entre las personas que usan la tecnología como herramienta habitual y útil en su vida cotidiana y aquellas que no tienen acceso o no saben cómo utilizarla.

Me gusta mucho la propuesta de Jordi Adell (@Jordi_a) de dejar de hablar de nativo e inmigrante digital (como definió Marc Prensky) para pasar a hablar de residente y visitante en la red, según la actividad que se desarrolle en Internet. Creo que ofrece una visión más adecuada de cara a planear una didáctica de lo digital más efectiva y eficaz.

En cualquier caso, lo importante es el desarrollo didáctico del uso de la tecnología en el aula y la capacitación docente (en su manejo y provecho). Las TAC pueden facilitar una educación más social y colaborativa, una educación que dote a los alumnos y alumnas de los conocimientos y las habilidades que necesitan para tener éxito en la vida.
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