"Internet facilita enormemente la tarea de la reinvención, hasta un punto inalcanzable en la vida desconectada; he aquí, sin duda, una de las razones más importantes por las que la nueva 'generación electrónica' pasa tanto tiempo en el universo virtual, un tiempo que crece a ritmo constante a expensas del tiempo vivido en el 'mundo real'." Zygmunt Bauman
Lo menos que debemos pedirle a cualquier maestro o profesor es que enseñe con sentido y coherencia, que sea capaz de ponderar su actividad docente y evalúe constantemente si aquello que hace en el aula tiene los resultados deseados.
Pero aunque esto es de sentido común, tenemos una peligrosa tendencia al radicalismo pasamos de la nada al todo en un instante... están los que no quieren cambiar absolutamente nada en su forma de enseñar y, en el otro extremo, aquellos que pretenden cambiarlo absolutamente todo. Tan peligroso puede ser lo uno como lo otro. Ni el inmovilismo ni la innovación son valores absolutos.
A continuación, me gustaría detenerme a reflexionar sobre uno de los temas que me preocupa especialmente desde hace algún tiempo: la imperiosa necesidad que tienen algunos de romper con todo y cambiar radicalmente las cosas sin detenerse a evaluar sus consecuencias. Los cambios que innovan son aquellos que mejoran los resultados o los procesos anteriores... y no siempre sucede así.
Siento verdadero temor a las consecuencias de lo que está sucediendo en algunos centros educativos que están desterrando las metodologías "obsoletas del pasado" por la "panacea tecnológica". No podemos tomar posturas radicales sin antes valorar y evaluar sus consecuencias. Por ejemplo, no se puede desterrar la lectura en papel en favor de la lectura en pantalla, porque son dos procesos distintos y complementarios. Tampoco podemos enseñar a nuestros alumnos solamente con actividades multitarea y superficiales, sino que también debemos pedirles que elaboren tareas en detalle y profundidad de manera crítica y analítica.
Dice Catherine L'Ecuyer: "Entonces, ¿nuestros hijos son más inteligentes por ser nativos digitales? Pues va a ser que no". Si cambiamos la palabra hijos por alumnos, esta es una máxima que no deberíamos olvidar nunca. Ahora y siempre los niños tienen la necesidad de que la escuela les permita formarse plenamente como personas. Para ello es necesario que, además de conceptos, datos y procesos, les enseñemos a dominar sus emociones, a tener los valores fundamentales que les permitan convivir con los demás en armonía y cooperación. Pero cuidado no seamos extremistas y dejemos de enseñar matemáticas y literatura para convertir el aula en una especie de terapia de grupo. La función de la escuela es alfabetizar al alumno intelectualmente pero también su carácter.
No soy sospechoso de ser "tecnoescéptico" (estoy convencido de que la introducción en las TIC en nuestras escuelas no es una opción, sino una necesidad), pero para evitar lo que dice Bauman en la cita inicial de este post, en la escuela no podemos trabajar solo en el mundo virtual, sino que debemos hacerlo también en el mundo real. Nos conviene no olvidar esto para no acabar nuestras aulas en una especie de laboratorio informático lleno de gadgets que nos conectan con lo "virtual" y nos alejan de lo "real".
Lo menos que debemos pedirle a cualquier maestro o profesor es que enseñe con sentido y coherencia, que sea capaz de ponderar su actividad docente y evalúe constantemente si aquello que hace en el aula tiene los resultados deseados.
Pero aunque esto es de sentido común, tenemos una peligrosa tendencia al radicalismo pasamos de la nada al todo en un instante... están los que no quieren cambiar absolutamente nada en su forma de enseñar y, en el otro extremo, aquellos que pretenden cambiarlo absolutamente todo. Tan peligroso puede ser lo uno como lo otro. Ni el inmovilismo ni la innovación son valores absolutos.
A continuación, me gustaría detenerme a reflexionar sobre uno de los temas que me preocupa especialmente desde hace algún tiempo: la imperiosa necesidad que tienen algunos de romper con todo y cambiar radicalmente las cosas sin detenerse a evaluar sus consecuencias. Los cambios que innovan son aquellos que mejoran los resultados o los procesos anteriores... y no siempre sucede así.
Siento verdadero temor a las consecuencias de lo que está sucediendo en algunos centros educativos que están desterrando las metodologías "obsoletas del pasado" por la "panacea tecnológica". No podemos tomar posturas radicales sin antes valorar y evaluar sus consecuencias. Por ejemplo, no se puede desterrar la lectura en papel en favor de la lectura en pantalla, porque son dos procesos distintos y complementarios. Tampoco podemos enseñar a nuestros alumnos solamente con actividades multitarea y superficiales, sino que también debemos pedirles que elaboren tareas en detalle y profundidad de manera crítica y analítica.
Dice Catherine L'Ecuyer: "Entonces, ¿nuestros hijos son más inteligentes por ser nativos digitales? Pues va a ser que no". Si cambiamos la palabra hijos por alumnos, esta es una máxima que no deberíamos olvidar nunca. Ahora y siempre los niños tienen la necesidad de que la escuela les permita formarse plenamente como personas. Para ello es necesario que, además de conceptos, datos y procesos, les enseñemos a dominar sus emociones, a tener los valores fundamentales que les permitan convivir con los demás en armonía y cooperación. Pero cuidado no seamos extremistas y dejemos de enseñar matemáticas y literatura para convertir el aula en una especie de terapia de grupo. La función de la escuela es alfabetizar al alumno intelectualmente pero también su carácter.
No soy sospechoso de ser "tecnoescéptico" (estoy convencido de que la introducción en las TIC en nuestras escuelas no es una opción, sino una necesidad), pero para evitar lo que dice Bauman en la cita inicial de este post, en la escuela no podemos trabajar solo en el mundo virtual, sino que debemos hacerlo también en el mundo real. Nos conviene no olvidar esto para no acabar nuestras aulas en una especie de laboratorio informático lleno de gadgets que nos conectan con lo "virtual" y nos alejan de lo "real".