Los docentes NO son la solución a los problemas de la educación

domingo, 23 de diciembre de 2018
Este año que está a punto de acabar ha sido especialmente convulso en muchos aspectos y, como no, también en lo que se refiere a la educación.

El auge de los partidos políticos populistas de extrema derecha en distintos lugares del mundo, las consecuencias evidentes en forma de catástrofes naturales del cambio climático, la violencia contra las mujeres y su incapacidad por ser evitada y juzgada por la sociedad... son algunos de los ejemplos más evidentes y crudos de lo que está sucediendo. Y todo esto debería tener, tiene y tendrá consecuencias en la manera de entender la educación.

A continuación, quiero compartir algunas reflexiones que considero necesarias para afrontar cómo debe ser la educación en estos tiempos convulsos:

1. Los y las docentes no son la solución a los problemas de la educación, porque no son la causa. Los problemas de la educación son muy profundos y estructurales y su solución depende del conjunto de la sociedad. Los profesores y profesoras, su formación y su manera de enseñar en el aula, son parte necesaria, pero de ninguna manera son la única solución a todos nuestros males.

2. Lo que los docentes enseñan y lo que los alumnos aprenden no puede estar al margen de las consecuencias del cambio climático y la destrucción medioambiental del planeta. Podemos aprender muchos contenidos de muchas materias... pero esto no tiene ningún sentido sino tenemos un planeta en el que aplicarlos.

3. Los alumnos y alumnas deben tener el derecho y el deber de equivocarse, de probar, de ser creativos y, sobre todo, ser críticos. Este espíritu crítico debe servir para que los mensajes populistas, que están triunfando en distintas partes del mundo, no sean aceptados de manera irreflexiva y visceral.

4. La educación debe ser un elemento fundamental para conseguir detener la lacra social de la violencia contra las mujeres. Hombres y mujeres debemos aprender a convivir en igualdad y equidad.

5, En conclusión, más que discutir sobre las bondades o no de las distintas metodologías que se están integrando en las aulas, deberíamos debatir y consensuar cuál es el propósito de la educación.

6 dudas sobre la educación actual

domingo, 16 de diciembre de 2018
Es más importante abrir una puerta a la curiosidad de los niños que darles toda la información.” César Bona

El mundo ha cambiado mucho en muy poco tiempo. Además, todo parece indicar que seguirá transformándose a un ritmo cada vez más acelerado. Por eso sorprende que la educación, el arma más poderosa que tenemos para disfrutar de una vida plena, apenas haya experimentado cambios significativos en sus aspectos más esenciales. Las múltiples reformas del sistema educativo solo han conseguido transformar aspectos formales y secundarios.

Ante esta situación se escuchan cada vez más voces que demandan una educación que dé una respuesta real a las necesidades del mundo de incertidumbre en el que vivimos. Al mismo tiempo, se está produciendo un movimiento contrario, pues se alzan otras voces que consideran que esta trasformación es innecesaria e incluso perjudicial, por lo que insisten en abordar las exigencias del siglo XXI con el paradigma educativo del siglo XX. Afortunadamente, este movimiento de contrarreforma educativa no tiene la suficiente fuerza como para impedir la transformación radical de los procesos de enseñanza/aprendizaje que se dan en nuestros centros.

Algunos de los postulados que propugna la nueva educación generan dudas y críticas entre las personas que tienen un punto de vista más tradicional. A continuación, trataremos de dar respuesta a las 6 dudas y críticas más habituales:

1. ¿Se pueden trabajar las emociones en la escuela?

La neurociencia ha demostrado que los aspectos emocionales están relacionados con el rendimiento académico y con el bienestar personal: la amígdala y el hipocampo, que son las estructuras cerebrales responsables de la memoria a largo plazo, están situadas en el área emocional del cerebro.

La tolerancia a la frustración y la “resiliencia” son aspectos que deben trabajarse en clase, no solo para que los alumnos sean capaces de gestionar sus emociones, sino para que los conocimientos que adquieran sean relevantes y significativos.

2. ¿Se pueden trabajar los valores en la escuela?

La crisis de valores es uno de los grandes problemas que tiene el mundo actual. La escuela, junto a la familia, es un espacio privilegiado para transmitir los valores que están aceptados por todos y contemplados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Una de las consecuencias más importantes de la incorporación de la enseñanza por competencias en las escuelas es la superación del concepto de instrucción incorporando también la formación del carácter. Esto supone la necesidad de trasmitir unos valores que permitan educar en el siglo XXI.

3. ¿Se puede enseñar a ser creativo?

Según Ken Robinson, la creatividad se aprende igual que se aprende a leer. En un mundo cambiante, donde la información se genera y se transmite a velocidades de vértigo, la escuela no puede limitarse a transmitir conocimientos, sino que también debe crearlos y compartirlos.

La respuesta divergente, la búsqueda de nuevas preguntas y nuevas respuestas, la iniciativa emprendedora… son habilidades básicas imprescindibles en nuestra sociedad.

4. ¿Se puede enseñar a pensar?

La escuela tradicional dedica mucho tiempo y esfuerzo a memorizar datos y conceptos que más tarde somos incapaces de recordar. Por eso, no siempre aprobar un examen es lo mismo que adquirir un aprendizaje.

En un mundo donde la información es líquida, la nueva educación debe proporcionar a los alumnos las herramientas, las destrezas y las competencias que les permitan tener un pensamiento crítico. No se trata exclusivamente de saber cosas sino de saber qué hacer con ellas.

5. ¿Se debe escuchar a los alumnos?

Los alumnos deben ser los protagonistas principales en la construcción del conocimiento. Para ello es necesario escucharles, conocer sus inquietudes, sus gustos, sus motivaciones y partir de ellas. Deben tener una participación activa y responsable en el funcionamiento de la escuela.

Las escuelas deben ser lugares a los que los alumnos estén deseando ir porque disfrutan aprendiendo y participando activamente.

6. ¿Competir o compartir?

Las personas podemos ser competentes sin tener que ser necesariamente competitivas. La competitividad no tiene por qué ser un valor negativo, pero cuando el sistema educativo se basa exclusivamente en ella no posibilita la cooperación ni la solidaridad.

En el mundo actual, ser capaz de trabajar colaborativamente es una habilidad cada vez más demandada en cualquier ámbito.

La educación ha empezado una trasformación que es imparable y necesaria para dotar a las personas de las herramientas que les permitan aprender autónomamente durante toda su vida y así ser capaces de adaptarse a los retos desconocidos que les deparará el futuro. Estas herramientas incluyen un alto nivel en el aprendizaje de los contenidos de las distintas materias curriculares, pero no exclusivamente. Se trata de saber muchas cosas, pero con sentido, entendiéndolas y sabiendo aplicarlas en situaciones reales. La educación necesita de otras habilidades y destrezas para empoderar a los alumnos y alumnas ante la incertidumbre de un mundo cambiante.
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Oportunidades y riesgos de digitalizar la educación

domingo, 9 de diciembre de 2018
"La tecnología no es nada. Lo importante es que tengas fe en la gente, que sean básicamente buenas e inteligentes, y si les das las herramientas, harán cosas maravillosas con ellas." Steve Jobs

"La tecnología es solo una herramienta. En términos de llevar a los niños a trabajar juntos y motivados, el profesor es el más importante." Bill Gates

Vamos a establecer una premisa que debemos compartir para entender de forma correcta todo lo que se dirá a continuación: los alumnos y alumnas pueden aprender igual de bien (o de mal) en un aula llena de tablets, ordenadores, pizarras digitales y dispositivos móviles, que en un aula con pupitres, pizarra y tiza y libros de papel. Esto es así porque las herramientas digitales o analógicas no son lo importante, lo que realmente importa es lo que hacemos con ellas.

La introducción de lo digital en las aulas de nuestros centros educativos es cada vez más evidente y, a imagen y semejanza del mundo en el que vivimos, cada vez lo será más. Pero lo importante no son los gadgets tecnológicos, sino las posibilidades didácticas que nos proporcionan. Las TAC (tecnologías del aprendizaje y el conocimiento) plantean formas nuevas y creativas de aprender.

Si el propósito de la escuela es preparar a los alumnos y alumnas para la vida, la tecnología no puede quedar al margen de ella. Por tanto, un de las funciones de la educación escolar es la alfabetización digital y la eliminación de lo que se denomina brecha digital, es decir, la distancia entre las personas que usan la tecnología como herramienta habitual y útil en su vida cotidiana y aquellas que no tienen acceso o no saben cómo utilizarla.

Me gusta mucho la propuesta de Jordi Adell (@Jordi_a) de dejar de hablar de nativo e inmigrante digital (como definió Marc Prensky) para pasar a hablar de residente y visitante en la red, según la actividad que se desarrolle en Internet. Creo que ofrece una visión más adecuada de cara a planear una didáctica de lo digital más efectiva y eficaz.

En cualquier caso, lo importante es el desarrollo didáctico del uso de la tecnología en el aula y la capacitación docente (en su manejo y provecho). Las TAC pueden facilitar una educación más social y colaborativa, una educación que dote a los alumnos y alumnas de los conocimientos y las habilidades que necesitan para tener éxito en la vida.
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¿Educamos para la ignorancia?

domingo, 25 de noviembre de 2018
"La ignorancia completamente consciente es el preludio de cada avance real de la ciencia." James Clerk Maxwell

¿Estamos educando a nuestros alumnos y alumnas de forma que los hacemos ignorantes?

No, rotundamente no... si entendemos ignorante como algo negativo: Que carece de cultura o conocimiento (según la Real Academia de la Lengua, 2.ª acepción).

Pero sí que deberíamos estar educándolos como ignorantes según su 1.ª acepción en el diccionario de la RAE: Que ignora o desconoce algo. Como leí hace unos días en un artículo de La Vanguardia en la educación de nuestros jóvenes estamos pasando del "sé que esto es así, pero no sé por qué" al "no sé qué es, pero puedo averiguarlo".

Durante muchos años la educación se ha basado en el convencimiento de que se podía alcanzar el conocimiento. Pero en el mundo actual necesitamos una educación que se base en la posibilidad de adaptarnos constantemente a él, que nos dote de las herramientas que nos permitan alcanzarlo en un momento y en unas circunstancias concretas.

Y es que en la sociedad del conocimiento, no siempre este está al alcance de todo el mundo. Ni es cierto que todo este a un clic, ni que Internet sea el depósito de todo el saber de la humanidad. La única certeza de la sociedad del conocimiento es que la generación acelerada y continua de datos e información genera constantemente ignorancia, pues nadie es capaz de saberlo todo... ¡ni falta que hace!

Ante este estado permanente de ignorancia, la educación que damos a nuestros alumnos y alumnas debe ser asertiva, resiliente y proactiva, porque lo importante no es lo que sabemos sino lo que aún no sabemos. Ser conscientes de nuestra ausencia de un conocimiento es lo que nos permitirá alcanzarlo, siempre y cuando disponga de las destrezas y habilidades que me permitan hacerlo.

Y es que hay una gran diferencia entre ignorancia y estupidez, La ignorancia nos señala "lo que queda por hacer", la estupidez nos hace creer que podemos "alcanzar el conocimiento pleno". El conocimiento genera ignorancia... y este principio debe estar siempre presente en nuestra manera de educar.

La ignorancia que no nos podemos permitir en educación es aquella que no enseña a trabajar colaborando en equipo, que no saber enseñar a enfrentarse a nuevas situaciones, retos o desafíos, que no deja de castigar el error, que creer que el error es un fracaso y no un paso hacia el éxito.

Como dijo Karl Popper: "La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimiento, sino la negativa a adquirirlo".
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4 claves para aprender: emoción, curiosidad, atención y memoria

domingo, 18 de noviembre de 2018
"Hoy solo se debe y se puede enseñar a través de la alegría, porque conocemos bien los sustratos cerebrales de estos procesos." Francisco Mora (@morateruel)

El objetivo de cualquier docente es enseñar cada día de forma más eficiente en la escuela. Y está claro que una misma fórmula estandariza no sirve para todos los alumnos y alumnas.

Por tanto, no existen fórmulas infalibles ni recetas mágicas sobre cómo enseñar a nuestros alumnos y mucho menos en el mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo en el que vivimos. Por este motivo, la educación es igualmente compleja e incierta y solo puede ir en la dirección correcta si tiene siempre presente la realidad en la que se lleva a cabo, el contexto en el que se aplica, las características cognitivas y de carácter de los alumnos y, por supuesto, sus circunstancias, intereses y motivaciones.

Esta complejidad manifiesta en la manera de educar obliga a los docentes a colaborar, intercambiar experiencias... a conectar ideas y hechos. Ya no tiene sentido el docente solitario que se encierra en su aula como en un castillo y se "defiende" del exterior levantado el puente levadizo e impidiendo que nadie ni nada pueda entrar allí. La realidad de la educación del siglo XXI nos obliga a derribar las puertas y los muros de las aulas para dejar entrar a otras personas, enriqueciendo la experiencia de aprendizaje de los alumnos y alumnas. La escuela debe ser una comunidad creativa de aprendizaje.

¡Qué importante es compartir prácticas educativas de éxito! Que no se queden aisladas y ocultas en un aula concreta de una escuela concreta. ¡Qué importante es evaluar las experiencias que llevamos a cabo y obtener evidencias de su aportación positiva en el proceso de enseñanza/aprendizaje!

Ante esta necesidad ineludible de transformar la educación y la evidencia de que no existen fórmulas mágicas, tan solo cabe señalar algunas claves, en concreto cuatro, que pueden ayudar a mejorar el aprendizaje de nuestros alumnos: emoción, curiosidad, atención y memoria.

La emoción es muy importante en educación porque posibilita la curiosidad y la atención. Y estos tres aspectos son fundamentales para conservar en la memoria de nuestros alumnos los aprendizajes que llevan a cabo. Sin memoria, no hay aprendizaje. Pero lo que se aprende se fija en ella siempre y cuando se comprende, se entiende su aplicación en contextos de realidad.

Una escuela basada en el placer por el aprendizaje y la curiosidad innata de los alumnos y alumnas es el mejor fundamento para que puedan aprender de forma autónoma a lo largo de toda su vida. Y esa es la mejor herramienta de vida que les podemos aportar porque vivir es adaptarse constantemente a los cambios que nos presenta la vida.
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Mi presentación en SIMO 2018

viernes, 16 de noviembre de 2018

Innovar en educación: por qué, cuándo y para qué


El pasado jueves 15 de noviembre tuve la oportunidad de participar en SIMO 2018 con una conferencia sobre innovar en educación. Fue una experiencia muy enriquecedora poder compartir con un buen número de docentes mis opiniones sobre este tema.

Si queréis consultar la presentación, la comparto con todos vosotros en PDF y también os dejo aquí el vídeo sobre Dick Fosbury que proyecté (y que no puede verse en el PDF).

Para los que no pudisteis asistir, estas son algunas de las principales ideas que comenté:

- Innovación y educación son dos palabras que se suelen utilizan con demasiada ligereza.
- La innovación es el objetivo de nuestra acción educadora.
- No todo el mundo puede ni debe ser innovador.
- Los docentes tenemos la obligación de ser proactivos, de adaptarnos al cambio.
- La innovación necesita efectividad, sostenibilidad y replicabilidad.
- En educación, la única forma de ser innovador es conociendo la herencia pedagógica.
- Innovar no es introducir tecnología.
- Innovar no es utilizar metodologías.

Espero que sea de vuestro interés.
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¿Escuela sí o escuela no? ¡Tú decides!

domingo, 4 de noviembre de 2018
"Siempre ha habido aprendizaje sin educación y educación sin enseñanza. Siempre ha habido mucha educación sin escuela y mucho aprendizaje sin educación." Carlos Magro (@c_magro)

La escuela actual presenta muchos inconvenientes, demasiadas incongruencias y no pocos anacronismos. Pero, a pesar de todo, sigue siendo un lugar privilegiado para preparar a los hombres y mujeres que tienen que hacer de este mundo un lugar mejor. Claro que hay conocimientos que deben adquirirse dentro de la escuela, pero hay otros muchos que no. Pero, ¿debemos dejar la educación de nuestros jóvenes en manos de Google?

La escuela actual tiene una misión y un propósito demasiado utilitarista: formar a nuestros jóvenes para una profesión, para encontrar un trabajo. Hemos reducido el asistir a clase a un montón actividades dirigidas a seleccionar a los alumnos y alumnas según los resultados que obtienen en pruebas donde, en demasiadas ocasiones, solo se valora su capacidad memorística y su habilidad para adaptarse al sistema.

Parece que hemos olvidado que la palabra escuela, etimológicamente proviene del griego σχολή (scholé), que significa "ocio, tiempo libre", y la hemos convertido en un lugar donde se va por obligación para hacer cosas a las que no le encontramos el sentido. La escuela debería un lugar al que se quiere asistir por el gusto de aprender, un lugar donde debemos despertar en los alumnos y alumnas el deseo por seguir aprendiendo constantemente, siempre, durante toda la vida, en cualquier circunstancia.

Si no cambiamos la escuela, la condenamos a convertirse en una institución vacía e inútil. ¿Tan difícil es cambiarla? Se nos ocurren multitud de excusas para no hacerlo. Y sí, hay una falta de recursos e inversiones preocupante, irritante e insoportable que dificultan que se produzca el cambio.

A pesar de ello, "solo un sistema educativo de calidad, inclusivo, integrador y exigente, garantiza la igualdad de oportunidades y hace efectiva la posibilidad de que cada alumno o alumna desarrolle el máximo de sus potencialidades." ¿Sabéis de dónde es esta cita? Del Preámbulo de la LOMCE... sí, de nuestra ley educativa (con todos los defectos y limitaciones que tiene, que no son pocas).

Y es que el propósito de la escuela es preparar a los niños y niñas para la vida, con todo lo que ello significa (aprender conceptos, lograr competencias, gestionar emociones, adquirir valores...). Si no adaptamos la escuela a este objetivo, estará absolutamente fuera de juego y, en poco tiempo, dejará de ser necesaria.
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La escuela cansada

domingo, 28 de octubre de 2018
"La escuela a medida no se puede describir de manera definitiva, en un modelo que se debe probar y repetir. Solo puede nacer como una escuela que renueva constantemente su modelo, reinterpretando constantemente las exigencias, las sugerencias directas o indirectas, la cultura espontánea, las necesidades de aquellos niños concretos, de aquel niño concreto, aquel año, aquel día." Gianni Rodari

Los síntomas de cansancio de la escuela son evidentes, pero también las múltiples fórmulas para revertirlos que cada día ponen en marcha miles de docentes. Esas buenas prácticas docentes son las vitaminas que permitirán rejuvenecer, reformular, una escuela que por momento parece incapaz de dar soluciones a las nuevas necesidades del mundo globalizado y digital en el que vivimos.

Otra de las cosas que ayudará a que la escuela vuelva a su edad dorada, a recuperar su energía juvenil, es la dotación de recursos económicos por parte de las administraciones correspondientes, la mejora de los recursos, la reducción de las ratios, la mejora laboral de los docentes y el reconocimiento de su labor a todos los niveles... Esto es básico, aunque de tan básico que es, en ocasiones lo olvidamos.

La escuela actual necesita de grandes dosis de adaptabilidad a las situaciones y necesidades cambiantes, de resiliencia para levantarse tantas veces como caiga, de creatividad para ser capaz de afrontar los problemas de aprendizaje de los alumnos desde distintos puntos de vista, de cooperación porque trabajando juntos llegamos más lejos, de entusiasmo que sirva de combustible para que todo lo demás sea posible.

Pero no solo con entusiasmo vamos a rejuvenecer la escuela. La formación y la mejora de los conocimientos docentes es fundamental. Los docentes tienen que mejorar constantemente el dominio de su área de enseñanza, pero también la manera como hacen que sus alumnos accedan a ellos. Tan importante es lo que se enseña como el modo que se hace.

La escuela está cansada porque está demasiado parada, demasiado quieta. La escuela necesita de movimiento para sentirse más eficaz y eficiente. Cuanta más capacidad tenga para responder de manera rápida a los problemas y a las nuevas situaciones, más energía tendrá. No hay mayor revitalizante que ver que lo que haces, por mucho esfuerzo que cueste, da sus frutos.

La escuela es una institución vieja y está cansada, pero sigue siendo tan necesaria como el primer día y es, sin duda, un lugar privilegiado para que los niños y los jóvenes de hoy sean las personas que cambiarán el mundo. La escuela no es el problema, la escuela es la solución.
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Educar con emoción, aprender con pasión

domingo, 21 de octubre de 2018
"La emoción es la energía que mueve el mundo. Es ese motor que todos llevamos dentro y nos hace reaccionar ante diferentes tipos de estímulos provenientes del medio ambiente o la memoria." Francisco Mora

La emoción es un factor muy importante en la educación porque es la llave que abre la puerta de la curiosidad y la atención.


Una educación basada en el placer por el aprendizaje y la curiosidad es la base para que los alumnos y alumnas puedan aprender de forma autónoma a lo largo de toda su vida. Debemos aprender a aprovechar su impulso natural por aprender para que sirva de motor para la adquisición de los conocimientos, las competencias y las habilidades que les permitirán realizarse plenamente como personas.

Eso está fuera de toda duda.


La contraposición entre contenidos y emociones, que es una cuestión muy discutida en la actualidad, es una falacia. Ambos son igualmente importantes, se complementan y refuerzan. No es por casualidad que el área de nuestro cerebro que gestiona la memoria a largo plazo y las emociones sea la misma. Los contenidos deben trabajarse en profundidad para que se comprendan y sean significativos. Solo así pueden emocionar a los alumnos y alumnas. Por eso, hay que adelgazar los currículos y hacerlos más razonables.


Eso está fuera de toda duda.

Pero conseguir esto no es una tarea sencilla. Si nos guiamos por lo que vemos cada día en las redes sociales, en mi caso especialmente Twitter, en muchas ocasiones se confunde educar con emoción con un bienintencionado pero ineficaz catálogo de frases tipo Mr. Wonderful. Con el agravante de que estas frases provocan su reacción contraria tipo Mr. Puterful...


Tenemos que dejar de lado las frases grandilocuentes y el postureo para afrontar la educación desde la evidencia. Creo que es necesaria mucha más pedagogía y mucha menos pantomima. Hay que empezar a analizar y evaluar resultados que se obtienen utilizando distintas metodologías para descubrir qué es lo que funciona y produce una mejora real en los procesos de enseñanza/aprendizaje. Entonces y solo entonces, cuando tengamos la evidencia de que algo funciona deberíamos aplicarlo de forma generalizada en nuestras escuelas.

Eso está fuera de toda duda... y más que una demanda es una necesidad imperiosa.

"El futuro es ahora" se puede leer en la fotografía que acompaña este post. No puedo estar más de acuerdo. Si no cambiamos nuestra forma de enseñar hoy, lo más probable es que mañana sea tarde. Nuestra escuela ha sufrido durante muchos años un apagón emocional que debemos revertir de inmediato si queremos que las generaciones venideras construyan un mundo mejor.
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¿Educar para seleccionar o educar para incluir?

domingo, 30 de septiembre de 2018
"Estamos en un contexto de incertidumbre y no se puede decir qué será del día de mañana, excepto si nos consideramos profetas. Pero si el futuro es incierto, significa que lo peor tampoco es seguro, y que dependerá también, al menos en parte, de lo que hagamos o no hagamos en el presente para orientar su trayectoria." Robert Castel


Cuando hablamos del futuro, de cómo será la sociedad de aquí a unos años, solemos tener una visión negativa, en ocasiones apocalíptica. Pero lo cierto es que esa incertidumbre, el hecho de que no sepamos cómo va a ser, nos debería dar esperanza para conseguir que sea un futuro esperanzador. Y nuestras decisiones y actuaciones presentes van a condicionar que sea así o no.

Es por esto que ha llegado el momento de escoger cuál debe ser el propósito de la escuela: seguir seleccionando y excluyendo o formar e incluir. Nuestra decisión va a tener, sin duda, una enorme influencia en cómo serán los tiempos venideros.

Nuestra sociedad es enormemente competitiva y en un momento de descuido, en una mala decisión, puedes quedar fuera de juego. Bauman lo compara con una especie de cruel juego de las sillas, en el que si no estás atento y aprovechas tus oportunidades puedes quedar fuera del sistema. Y esa exclusión no debe nunca iniciarse en la escuela.

La escuela (el sistema educativo) debería perseguir que cada persona pueda desarrollar al máximo su potencial, sea este cual sea, para que se desarrolle como individuo y participe activa y responsablemente de la sociedad en la que vive. En cambio, el sistema educativo actual promueve la competición entre individuos, el enfrentamiento entre rivales (como si de una competición deportiva se tratase). Tienes que ser mejor que los demás para tener mejores oportunidades.

Pero en realidad es cuando trabajamos con otros, cuando colaboramos, cuando nos convertimos en verdaderamente competitivos, porque la suma de individualidades tiene un efecto amplificador en los resultados que se obtienen. Y este es un valor, una habilidad, cada vez más importante en el mundo actual.

Más que educar para ser competitivos, debemos educar para ser competentes... y eso implica no dejar a nadie abandonado a su suerte por el camino de la educación.
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10 cosas que todos tus alumnos y alumnas merecen

domingo, 23 de septiembre de 2018
"El sistema educativo se tendría que construir pensando en el desarrollo de los niños." Richard Gerver

Qué y cómo aprender en la escuela es una cuestión clave para el desarrollo de las generaciones futuras y es motivo de múltiples y variadas reflexiones en todo tipo de contextos. A diario, gracias a la magia de las redes sociales y al trabajo incansable de miles de profesionales de la educación, podemos leer, debatir, compartir y comentar muchas experiencias y teorías educativas, con las que no siempre se está de acuerdo, pero que nos enriquecen.

Hoy os propongo algo distinto. Más allá de las grandes metodologías didácticas, os propongo pensar en esas cosas que no cuestan mucho y dan resultados fantásticos. En esos pequeños detalles que muchas veces pasan desapercibidos y pueden hacer que el clima de aprendizaje en el aula sea el adecuado, que la actitud de los alumnos y alumnas para el aprendizaje sea la más propicia para alcanzarlo, que la relación docente/alumno sea fluida y respetuosa.

Dice Juanjo Vergara (@juanjovergara) que los alumnos, y nosotros mismos, aprendemos porque queremos, cuando sentimos la necesidad de conocer. Os propongo 10 cosas que todos los alumnos y alumnas merecen y que ningún docente debería dejar de darles para facilitar que sientan esa necesidad de conocer:

1. Confianza, que se crea en ellos. Todo alumno merece que el docente crea en él, que lo trate como si tuviera el potencial necesario para hacer cosas maravillosas. Solo así un alumno puede alcanzar su máximo talento y tener la oportunidad de perseguir sus sueños.

2. Ser escuchados. En general, a los niños y niñas se le oye mucho, pero se les escucha poco. Es hora de que tengan voz, que se tengan en cuenta sus necesidades, sus intereses, sus motivaciones.

3. Participar activamente. Si lo que se propone en el aula parte de sus intereses, los alumnos y alumnas deben ser partícipes de la organización y la realización de las actividades que se llevan a cabo.

4. Recibir sonrisas. Todos los alumnos y alumnas debería recibir, al menos, una sonrisa en cada clase. Crear un clima afectivo y alegre facilita un ambiente propicio para aprender y para convivir.

5. Escuchar cosas amables y constructivas. Dirigirse a los alumnos y alumnas con un lenguaje positivo, que destaque lo bueno y que no estigmatice con negatividad, también es un elemento imprescindible para un buen ambiente de aprendizaje y de convivencia.

6. Ser mirados a los ojos. Un alumno que siente la mirada de su profesor, siente a su vez que es participe de lo que está sucediendo en el aula. Además, si la mirada es el espejo del alma, el contacto visual facilita la conexión a nivel emocional.

7. Saciar su curiosidad y creatividad. La actividad de los docentes debe ir encaminada a que los alumnos y alumnas aprovechen su curiosidad para aprender y su creatividad para tener una mirada disruptiva.

8. Permitir que aprendan de sus errores. No es bueno que a los alumnos y alumnas se les ponga todo fácil "para que no se frustren". Debe permitirse que pierdan el miedo a equivocarse, a probar cosas nuevas, a hacer las cosas a su manera.

9. Inclusión. Es obligación de todo docente que se haga todo lo posible para evitar la exclusión del sistema del cualquier alumno o alumna. Que no se les seleccione con criterios arbitrarios debería ser un objetivo prioritario en la escuela del siglo XXI.

10. Aprender más allá de aprobar. Como conclusión, todos los alumnos y alumnas merecen que se les enseñe más allá de aprobar, que su paso por la escuela les proporcione los conocimientos, las destrezas y las habilidades necesarias para tener éxito (a todos los niveles) en la vida.
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Enseñar en un mundo digital y acelerado

domingo, 16 de septiembre de 2018
"La profesión del educador contribuye más al futuro de la sociedad que cualquier otra profesión." John Wooden

Cuando nos enfrentamos al reto de tener que enseñar/formar/educar deberíamos tener siempre presente el contexto y las circunstancias en las que vivimos, nosotros como educadores y, más importante aún, los sujetos de la educación: hijos, alumnos...

Y lo cierto es que vivimos en un mundo global, digital, hiperconectado, acelerado y superficial donde el acceso al conocimiento se ha facilitado de forma impensable hace tan solo unas décadas. Cualquier conocimiento, información, idea... (incluso los más inadecuados) están a nuestro alcance a un solo "clic". Por tanto, todo aquello que nuestros hijos/alumnos quieran aprender, lo harán por su cuenta y sin ningún tipo de filtro en YouTube. ¿Es adecuado delegar el acceso al conocimiento a Internet?

Quizás ha llegado el momento de adelgazar y flexibilizar los currículos educativos y dejar más tiempo y espacio a los intereses y motivaciones de los alumnos y alumnas. Creo que sí que hay una serie de conocimientos que podríamos llamar clave o básicos a los que todo alumno debería acceder. Pero cuando analizamos los estándares de aprendizaje que establece el currículo, aunque hagamos un análisis rápido y superficial, nos damos cuenta de que esos contenidos distan mucho de ser los básicos y obligatorios para todo alumno.

La realidad de la educación actual es que nos enredamos en debates interminables sobre qué metodología o qué tecnología debemos utilizar cuando nuestros debates y discusiones deberían centrarse en el qué, el para qué y el cuándo educar. La verdadera revolución de la educación pasa por redefinir cuál es su propósito, cuál es su fin. Cuando tengamos claro su propósito y cuáles son los conocimientos y/o competencias que deben adquirir nuestros alumnos y alumnos, será el momento de hablar del cómo las adquieren.

La realidad de nuestro día a día en educación es que la pobreza de recursos (materiales y teóricos) para innovar se ve sustituida por el ímpetu, el entusiasmo y la entrega de un pequeño porcentaje de docentes... y, aún reconociendo el enorme mérito de estos docentes, este no es el camino para educar en un mundo digital y acelerado.
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Todo profesor quiere que sus alumnos aprendan

domingo, 9 de septiembre de 2018
"El currículo es viejo, viejo, viejo. Enseñamos a leer libros sobre nada importante, a escribir a mano con buena letra, a calcular de cabeza, a memorizar tablas... y todo esto ya no es tan útil como antes." Marc Prensky

Cuando debatimos, en ocasiones acaloradamente, sobre qué, cómo, cuándo y dónde educar nos aferramos a nuestras creencias, experiencias e ideas y nos olvidamos que hay un principio básico indiscutible: Todo profesor quiere que sus alumnos aprendan. A partir de aquí podemos empezar a debatir, reflexionar e incluso discutir de manera que sirva para, entre todos, mejorar la educación que ofrecemos a nuestros niños y jóvenes.

Todo docente quiere enseñar a sus alumnos aquello que ellos creen que les va a servir para su desarrollo personal y/o laboral... la cuestión principal reside en establecer qué aprendizajes son estos y cuál es la mejor manera de alcanzarlos.

Hace un tiempo escribí en un post para la campaña #realinfluencers que "enseñar no puede reducirse solo a una técnica, a la aplicación de una u otra metodología didáctica. Esta es condición necesaria, pero no suficiente. Un buen docente, además de tener un gran conocimiento de la materia (o materias) que imparte, debe tener una serie de habilidades, destrezas y valores como la empatía, la resiliencia, la creatividad, la capacidad de comunicar (escucha, diálogo), la tolerancia a la frustración... A su vez debe también conocer a sus alumnos (sus talentos, sus limitaciones, sus posibilidades) y el contexto en el que enseña." Y sigo suscribiendo cada una de estas palabras. Una persona puede ser un gran músico, por ejemplo, un excelente guitarrista... pero eso no le capacita de manera fehaciente para ser un buen educador... la enseñanza requiere conocimientos específicos para llevarla a cabo.

La mejora de la educación pasa ineludiblemente por la redefinición de cuál es su propósito y aquí hay múltiples opiniones que se basan más en creencias e ideologías que en constataciones basadas en principios válidos y coherentes. Lo que no debería ser motivo de disputa es que para educar se necesita una mayor dotación económica por partes de las administraciones (la educación no es un gasto, es una inversión), una mejor formación inicial y continua para los docentes (que esté contemplada en su horario de trabajo), la disminución de las ratios y la elaboración de leyes educativas valientes que recojan la experiencia de las personas que están cada día a pie del cañón en las aulas.

A pesar de todo... creo que la educación que se ofrece en nuestros centros educativos es de una altísima calidad y que la escuela y los profesionales que en ella trabajan realizan una tarea poco valorada y reconocida. Existe una tendencia injustificable a desmerecer esa labor. ¡Claro que hay cosas que se pueden mejorar!... pero no estamos tan mal como a algunos les gusta decir.

Este curso que empieza, y para el que os deseo lo mayores éxitos educativos, vamos a seguir reflexionando y debatiendo sobre educación. Pero que este debate sea constructivo y sirva para una mejora real de la formación y el aprendizaje de nuestros alumnos.
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¿Al salir de clase? Educar durante las vacaciones

domingo, 8 de julio de 2018
"La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle." Maria Montessori

Ya no hay alumnos en nuestros centros educativos. Llegaron las vacaciones y con ellas, pasa lo mismo cada año, llegan las listas de tareas, deberes o "queredes" que algunos docentes publican en las redes sociales y triunfan en likes y tuits. Listas con incidencia a nivel de prensa, radio y televisión que se sorprenden con el hecho de que haya docentes que no propongan a sus alumnos tareas escolares para los meses de verano.

No, en este post no voy a dar una lista de tareas. ¡Ni nada que se le parezca! Solo quiero invitar a reflexionar sobre qué es la educación (en cualquier época del año, en cualquier contexto, en cualquier circunstancia).

Durante el curso, para muchos niños y niñas la vida fuera de la escuela continúa siendo excesivamente académica. Sus actividades extraescolares son una extensión de saberes y experiencias que se consideran necesarios para tener éxito en la vida (especialmente en la laboral). Y esa misma idea suele hacerse extensiva durante el periodo vacacional.

¡Por eso me encantan esas listas! Me parece que son propuestas muy necesarias para que la educación de niños y niñas cumpla con su principal propósito: prepararles para la vida (en todos los sentidos). Lo que en realidad cuestiono es que esas tareas se propongan solo para las vacaciones, deberían plantearse durante todo el año y, especialmente, en los centros educativos durante el curso académico.

Dibujar o escribir lo que te apetezca, pasear por el bosque, escuchar música, mirar las estrellas, hacer deporte, cantar, bailar, jugar, leer por gusto, hacer nuevos amigos y amigas... ¡eso hay que hacerlo siempre! Eso, junto con la adquisición de contenidos y competencias curriculares, es preparación para la vida.

Casi siempre olvidamos que el día tiene 24 horas. Si de estas, 8 las pasamos durmiendo, nos quedan 16 horas para realizar actividades de todo tipo. También durante las vacaciones. Por lo que si un niño o niña necesita reforzar algún aspecto académico durante las vacaciones, tampoco es ningún crimen. Al contrario, es necesario para que se ponga al día, para compensar aquellos aspectos en los que pueda tener alguna limitación o deficiencia.

Pero para hacer esto no es necesario volver a encerrarse en un aula. Se puede hacer mediante juegos, retos y desafíos que les hagan trabajar y disfrutar al mismo tiempo. La propuesta de actividades gamificadas se me antoja una herramienta genial para estas tareas.

¡Feliz verano!
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7 ideas clave sobre educación que nadie debería cuestionar

domingo, 1 de julio de 2018
"En lo que respecta a la enseñanza, es importante no limitar el porvenir de tus hijos dando por hecho que la educación que tú tuviste será de manera inevitable la más conveniente para ellos. Quizá das por sentado que algunas asignaturas serán necesariamente más útiles que otras para su futuro profesional. Con este mundo en continuo cambio, eso podría no ser cierto." Ken Robinson

Siempre he pensado, y no voy a cambiar de opinión ahora, que en educación no existen recetas mágicas, ni fórmulas infalibles que nos aseguren alcanzar nuestros objetivos. Lo que funciona en un centro, en un aula y con unos alumnos no tiene porque funcionar en otro contexto y circunstancia.

A pesar de ello, creo que sí que existen algunas ideas clave que pueden considerarse como pilares de una educación de calidad. A continuación comentaré 7 de estas ideas que, el título del post, me he atrevido a decir que nadie debería cuestionar... y, aunque soy consciente de que esa es una misión casi imposible, sí que tengo el convencimiento de que son cuestiones que van más allá de metodologías y modas o "motodologías" como me gusta llamarlas, porque te venden la moto sin contrastar y evaluar sus resultados de forma fiable):

1. Mantén siempre un alto nivel de exigencia con tus alumnos y alumnas. No les hacemos ningún favor cuando, para evitar que fracasen o se equivoquen, bajamos nuestro nivel de exigencia. No hay que ponérselo todo tan fácil que no tengan la opción de equivocarse, de tropezar para tener que levantarse... que no tengan que esforzarse.

2. Solo se aprende con trabajo y esfuerzo, el aprendizaje no aparece de manera difusa. Pero el trabajo y el esfuerzo no están reñidos con el goce y el disfrute. El aprendizaje tiene que ser una experiencia gratificante y no frustrante.

3. Saca el máximo provecho de los recursos de que dispongas. Antes de que se me malinterprete, creo que es obligación de toda la sociedad en su conjunto exigir que nuestros centros educativos tengan todos los recursos necesarios para poder desarrollar adecuadamente los procesos de enseñanza/aprendizaje. Pero eso no impide que seamos capaces de exprimir al máximo los recursos (aunque sean escasos) disponibles. Me explico: si mi aula dispone de una PDI, no es de recibo utilizarla de manera similar a una pizarra de tiza.

4. Conoce a fondo a tus alumnos y alumnas, sus talentos y limitaciones, sus sueños y sus frustraciones. Y, como dice mi amigo Manu Velasco (@manu_Velasco), ayúdales a que se conozcan a sí mismos.

5. Consigue que tus alumnos y alumnas sean lo más autónomos posible, tanto en acción (que sean competentes) como en pensamiento (que sean críticos).

6. Huye del aprendizaje memorístico a corto plazo y selectivo que da respuesta a la cultura del examen. Busca que el aprendizaje sea significativo y, en la medida de lo posible, emocionante.

7. Evalúa para diagnosticar, no para calificar. Lo importante no es la calificación, la nota, sino el aprendizaje. Comprobar si se ha aprendido y cómo se ha aprendido debería ser el objetivo de la evaluación en nuestros centros educativos.
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Balance de un año educativo complejo y apasionante: me confieso

domingo, 24 de junio de 2018
Acaba de llegar el verano y con él, al menos en nuestro hemisferio, acaba el curso académico. Es el momento de hacer balance y valorar cómo ha ido todo.

A nivel personal, ha sido un año tan complicado como apasionante. He participado en la coordinación de un material de educación primaria para una editorial. La propuesta consiste en elaborar materiales didácticos que superen el concepto caduco de libro de texto y ofrecer materiales que puedan dar una respuesta diversa y adaptativa a las diferentes necesidades de docentes y alumnos.

Este proyecto me ha llevado mucho tiempo y esfuerzo... y eso ha repercutido en este blog. He tenido alguna que otra crisis para mantener un cierto ritmo de publicaciones y que estas fueren de interés y mantuvieran los niveles de calidad que me autoexijo. También he estado menos participativo en redes sociales y he participado en menos "saraos educativos". En las redes sociales (Twitter) porque aunque aún es mucho lo que me aportan y me encanta compartir y debatir con mi claustro virtual, no me gusta el tono de enfrentamiento y las faltas de respeto que se están produciendo cada vez con mayor frecuencia. Todos deberíamos expresar nuestras ideas y opiniones sin llegar a la falta de repeto y mucho menos al insulto. En jornadas y formaciones... porque el día solo 24 horas y no se puede abarcar todo, al menos con un cierto nivel de calidad y coherencia.

Me gustaría aprovechar la ocasión para aclarar que, con lo que publico en este blog, nunca he tenido la pretensión de decirle a nadie cómo debe dar sus clases o comportarse con sus alumnos y alumnas... es pretencioso y absurdo por parte de cualquiera decirle a un docente cuál es la mejor manera de dar su clase o qué metodología debe aplicar, sin conocer ni a sus alumnos, ni su centro, ni su formación, ni sus circunstancias.

Todo lo que escribo y comparto en este blog o en redes sociales son invitaciones y provocaciones para reflexionar sobre la educación en abstracto porque creo que es lo que debemos hacer todas las personas que nos dedicamos a este mundo. Creo que reflexionar sobre educación mejora (o puede mejorar) la práctica educativa. Estoy convencido de que tanto para utilizar como para cuestionar una metodología educativa es necesario conocerla a fondo... y, a partir de ahí, defender su uso o su abuso. Debemos empezar a valorar cada vez más los datos y los resultados tangibles, que las opiniones o las intuiciones.

Posdata: Lamento el rollo casi psicoanalítico que os he explicado, pero sentía la necesidad de hacerlo. Por cierto, aprovechad el verano para descansar y recuperar energías.
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Educar es conectar mentes y conectar corazones

domingo, 17 de junio de 2018
"La tendencia a tratar el aprendizaje como una actividad individual se ve reforzada por la cultura competitiva de continuos exámenes." Ken Robinson



A veces tengo a sensación de ir contracorriente. En un tiempo donde todo sucede a velocidad de vértigo, donde todo es inmediato, donde se buscan soluciones "mágicas" y recetas metodológicas que prometen arreglar todos los males de la educación, a mi me da por mantener un blog donde reflexionar sobre todos estos temas... y parece que eso ya no se lleva, que no está de moda.

A pesar de ello, me reafirmo: hoy es más necesario que nunca reflexionar sobre la educación. Y es que lo que estamos viviendo en nuestros centros centros educativos, en particular, y en la sociedad, en general, es tan apasionante como peligroso.

Desde que las neurociencias nos han permitido entender que nuestras habilidades personales pueden desarrollarse a lo largo de toda la vida, a la educación formal se han abierto un abanico de posibilidades que, aunque conocidas desde hace mucho tiempo, no se daban las condiciones adecuadas para su implementación en la realidad de nuestras escuelas. Lo que nos propusieron hace muchos años pedagogos como Montessori, Freinet, Dewey, Decroly y otro muchos, hoy puede ser al fin realidad en nuestros centros educativos.

Dice José Antonio Marina que el talento no está antes, sino después de la educación. Eso supone que no solo podemos y debemos aprender ciencias, matemáticas o literatura, sino que también podemos y debemos aprender capacidades como la creatividad, el emprendimiento, el agradecimiento, la perseverancia o la resiliencia. A pesar de ello seguimos enseñando y evaluando como si el aprendizaje solo pudiera alcanzarse de forma individual, memorística, repetitiva y competitiva.

Sin duda el aprendizaje necesita de la memoria, pero aprender no es memorizar. Aprender es conectar, relacionar, comparar, analizar, intercambiar y colaborar. Para aprender es necesario conectar mentes y conectar corazones, compartir conocimiento y compartir emociones. Para aprender es necesario conectar ideas y hechos, saberes y valores, conceptos y sentimientos.

La escuela no es un simulacro de la vida, la escuela es la vida... y, en ella, los alumnos y las alumnas deben adquirir y manejar los conocimientos, las habilidades, las destrezas y las capacidades que necesitan para dar respuesta a los retos, desafíos y necesidades que les plantea la vida.

El "docente instructor", aquel que enseña exclusivamente conceptos y datos de una materia o asignatura, es una reliquia del pasado. Pero, el "docente emocional", el que solo trabaja lo emocional, lo sentimental, el ser, es una falacia bienintencionada del presente. Todo docente debe ser a la vez "instructor" y "emocional" porque como dice el maestro Francisco Mora solo se aprende lo que se ama.

La educación del siglo XXI debe hacer personas más competentes que competitivas, más colaboradoras que individualistas, más críticas que sumisas, más autónomas que dependientes y eso solo se consigue si conectamos mentes y conectamos corazones.
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¿Puede un algoritmo educar a un niño?

domingo, 10 de junio de 2018
"Los megamillonarios de Silicon Valley saben perfectamente que es mucho mejor que sus hijos tengan una enseñanza personalizada a que sean instruidos por los algoritmos de los ordenadores. Pero es inexacto decir que apartan a sus hijos de la tecnología, pues cuando terminan las clases la utilizan en su casa." Linda Castañeda

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? es el título del libro en el que se está inspirada la película de culto Blade Runner. ¿Serán las generaciones futuras educadas por robots mediante complejos algoritmos?, podría ser el título de una reflexión sobre el futuro inmediato de la educación.

Uno de los grandes retos a los que va a enfrentarse la educación en los próximos años, como otros muchos aspectos de nuestro mundo, es la "robotización" de los procesos de enseñanza/aprendizaje. De hecho, el proceso ya ha comenzado. Se están empezando a proponer soluciones tecnológicas simples (y de bajo coste) a complejos problemas y situaciones educativas. Se pretende que un algoritmo marque el camino de aprendizaje personalizado para cada uno de los estudiantes. Se piensa erróneamente que un buen algoritmo es mejor que un mal profesor... pero deberíamos tener claro que ese es el peor error que se puede cometer para que la educación del futuro sea de calidad.

Un algoritmo nunca podrá sustituir a un docente, como mucho podrá ayudarle, facilitar su tarea. Pero esto es así siempre y cuando entendamos de una vez por todas que en las escuelas los alumnos van para mucho más que para aprender contenidos de las distintas áreas curriculares o asignaturas, allí los alumnos y las alumnas deben aprender todos aquellos contenidos, todas aquellas destrezas y habilidades que les permitan tener éxito en la vida.

Con un algoritmo se puede instruir, pero no educar. Como dice Catherine L'Ecuyer: 
"La dificultad de educar, y también paradójicamente el éxito en hacerlo, reside precisamente en eso: en la capacidad de discernir entre lo que reclama el niño y lo que reclama su naturaleza, que no siempre coinciden. Eso no lo puede hacer un manual de crianza escrito por personas que no conocen a nuestros hijos, no lo puede hacer una aplicación informática, por muy sofisticados que sean sus algoritmos, ni nos lo pueden resolver consejos, por muy bienintencionados que sean, y menos si son oportunistas y seudocientíficos."

La tecnología está facilitando y facilitará, sin ninguna duda, los procesos de enseñanza/aprendizaje. Pero, en educación, el factor humano es indispensable e insustituible. El mundo actual es digital, nuestros hijos y alumnos usan la tecnología para su vida cotidiana e incluso algunos piensan que los robots nos sustituirán en muchas de las tareas que no necesitan de la creatividad y la intuición de los humanos... y la docencia es una de estas tareas.
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Aquí no sobra nadie: Decálogo para una escuela inclusiva

domingo, 3 de junio de 2018
"No hay calidad sin equidad. No hay equidad sin atención a la diversidad. No hay buena atención a la diversidad sin concepciones y actitudes presididas por el sentido de inclusión." Miguel Ángel Santos Guerra

Todos somos iguales y todos somos distintos. Iguales en derechos y deberes, en oportunidades; todos somos distintos en intereses y talentos. Por ello, la verdadera revolución, la transformación radical que debe producirse en el mundo de la educación es que la escuela debe dejar de ser selectiva y debe pasar a ser inclusiva.

Creo sinceramente que el mundo es mejor cuando compartimos, que cuando competimos; creo que es más justo cuando incluimos, que no cuando seleccionamos y excluimos. Y la escuela debe ser un instrumento para que esto sea posible.

A continuación, propongo 10 ideas para una escuela inclusiva*:

1. Escuela de calidad para todos y todas. Todos tenemos derecho a recibir una educación de calidad que nos permita desarrollar al máximo nuestro potencial y nuestro talento y minimizar al máximo nuestras limitaciones.

2. Atender la diversidad del alumnado. Se trata de ofrecer a todos los alumnos y alumnas las mismas oportunidades y condiciones a través de una atención personalizada.

3. Formación docente continua y de calidad. La escuela inclusiva necesita que los profesores y profesoras estén permanentemente aprendiendo y formándose, compartiendo experiencias entre ellos.

4. Fomentar la creatividad y la innovación del profesorado.  Se trata de conocer y dominar las metodologías didácticas que den respuestas a los desafíos a los que se enfrentan ante sus alumnos y alumnas.

5. Educación emocional. Una escuela inclusiva no solo debe enseñar contenidos de las distintas áreas curriculares, sino que debe ayudar a que los alumnos y alumnas identifiquen y gestionen de forma eficaz sus emociones.

6. Afecto y confianza. Los alumnos y alumnas de una escuela inclusiva deben aprender a autogestionarse y a tener la máxima autonomía, sean cuales sean sus talentos y limitaciones.

7. Implicación de todos los agentes de la comunidad educativa. Docentes y familias deben participar activa y conjuntamente en la organización y el funcionamiento de una escuela inclusiva.

8. Favorecer la permanencia de los alumnos y alumnas en el sistema educativo. La orientación y la tutorización son herramientas fundamentales para conseguir que nadie quede fuera del sistema educativo, porque ello supondría su exclusión social.

9. Cambiar los sistemas de evaluación. En una escuela inclusiva se deben evaluar los procesos de aprendizaje y el esfuerzo por alcanzarlos y no solo los resultados.

10. Todo el alumnado, sin excepción, debe formar parte activa y responsable de la comunidad escolar. La escuela es una representación de la vida misma por lo que un funcionamiento democrático de la misma es una condición inexcusable.

*Parte de este decálogo está inspirado en las conclusiones y las actas del congreso Diversidad, calidad y equidad educativas, celebrado en diciembre de 2011... pasan los años y seguimos luchando por conseguir una escuela inclusiva.
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