¡Profe, deja de darme lecciones (magistrales)!

lunes, 21 de enero de 2013
“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo.” Benjamin Franklin


Si tuviéramos la sabiduría suficiente y el coraje necesario para escuchar la voz de nuestros alumnos, una de sus demandas casi unánime sería: ¡Basta de clases magistrales!

Aunque ya hay una “minoría importante” de docentes que lo han hecho, no es fácil romper con la tradición, con el modo arraigado de transmitir conocimientos en nuestras escuelas. El cambio requiere un enorme esfuerzo por parte de los docentes que solo lo harán si entienden los muchos beneficios que comporta para los alumnos y si reciben la formación continuada y necesaria para sentirse arropados durante el proceso de transición.

Dictar apuntes a alumnos silenciosamente concentrados a tomar notas (e inmóviles en cuerpo y alma) no es la mejor manera de enseñar a unos jóvenes acostumbrados a interactuar gracias a la tecnología, a expresar y compartir sus opiniones e ideas en las redes sociales.

Aunque alguien pueda pensar que últimamente los monólogos están de moda, en las aulas, un soliloquio del profesor (reflexión en voz alta y a solas, porque aunque los alumnos están presentes no interactúan) puede ser de lo más aburrido y desmotivante para los estudiantes 2.0.

Existe la percepción generalizada de que uno de los problemas más importantes de nuestro sistema educativo es que promueve un tipo de enseñanza (basándose en exceso en la memorización) y se le evalúa por parte de los organismos internacionales correspondientes de un modo totalmente contrario, mucho más competencial.

La clave está en dar utilidad práctica a los contenidos teóricos. No basta con saber conceptos y tener la cabeza llena de datos, hay que saber aplicarlos en diferentes situaciones para resolver problemas. No basta con recitar de memoria el teorema de Pitágoras o el principio de Arquímedes, hay que saber aplicarlos en situaciones diversas.
 
Y, aunque para algunos (léase políticos actualmente en el poder) enseñar de este modo solo sea una manera de maquillar los resultados de las evaluaciones internacionales (PISA, PIRLS...), también implica tratar a nuestros alumnos como sujetos activos y responsables en la construcción de su aprendizaje, lo que solo puede suponer ventajas.

 

2 comentarios:

  1. Muy evidente lo que expones, hay que replantear metodologías y adptarse al alumnado para que él sea agente de su propio aprendizaje, con todos los medios a su alcance ha sido capaz de aprender técnicas que nosotros aún somos reticentes de usar, démosles un campo abierto para su propio desarrollo, enseñémosle a hacer presentaciones, vídeos, grabaciones orales, hablémosle de la remezcla de contenidos... démosle la caña y no el pez.Saludos

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  2. Siguiendo una reflexión anterior, muchos compañeros siguen anclados o, perdón, "apoltronados" en su zona de confort. Son conformistas, apáticos (con o sin razón), con poca capacidad para desafiarse y encontrar continuas oportunidades en su trabajo diario. No son capaces de convertir en retos y compromisos las posibles dificultades que encuentran en su trabajo diario. Entienden que los alumnos tienen que ser discos duros que acumulen información, sin posibilidad alguna de resetearse diariamente. Deben "archivar" información que, por otra parte, no se recicla, actualiza o renueva. No quiero caer en la crítica ligera. Es fácil cuestionar a otros y "escapar" o "eludir" tu cuota de responsabilidad. Entiendo que muchos de estos compañeros no han tenido la formación o la oportunidad de encontrar a alguien que les diga que tienen que cambiar o mejorar. Han caído en tal rutina, porque les resulta más fácil repetir esquemas (les concede seguridad, tranquilidad, comodidad y...). Muchos de ellos no son conscientes de esta situación, de verdad, y necesitan que alguien les ¡despierte y zarandee! Lástima que la realidad apremiante y desafiante de sus alumnos no suscite en ellos este cambio y sean el toque de atención que necesitan.
    Por mi parte, he visto, veo y veré estas situaciones personales y docentes. ¿Qué puedo hacer? Recrearme diariamente para no repetirlas en mi acción docente y, en la medida de lo posible, hacer cómplices de este cambio al mayor número de compañeros con los que trabajo. No puedo quedarme de brazos de cruzados -sería lo más cómodo-, porque no pienso sólo en ellos, sino en mis ALUMNOS, Como tutor, he escuchado esta reflexión por boca de padres, alumnos y ¡compañeros...! y seguims callados, aguantos "rollos unidireccionales". Necesitamos crear oportunidades, desafíos y situaciones "nuevas" para que perciban en el cambio metodológico, no sólo una posiblidad de mejora, sino una respuesta a las necesidades, inquietudes y demandas formativas de sus alumnos.
    ¡Perdón por la extensión!, pero... mañana, ¿me encontraré con esta situación? ¿Y pasado? Mis alumnos "desconectan"; yo no puedo y quiero "hacer algo"). Gracias Salvador.

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