"Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocos de ellos lo recuerdan." Antoine de Saint-Exupéry
¡Qué gran descubrimiento para el mundo educativo! Tras arduas investigaciones (leer este párrafo en modo "sarcasmo") hemos averiguado, al fin, que nuestros niños y niñas ni son tan tontos ni tan dependientes ni tan irresponsables como creíamos.
Y esto supone un grave problema porque la educación que les ofrecemos, en casa y en la escuela, está basada en este falso supuesto, con lo que nos vemos obligados a replantear nuestra forma de educar.
La primera consecuencia es que debemos dejar de educar a los niños para el futuro, para el adulto que serán, y debemos empezar a educarlos para el presente, para la persona que son. Nuestra forma de enseñar se basa erróneamente en que los niños son seres incompletos, imperfectos, que deben tomar forma para convertirse en hombres y mujeres de provecho. La infancia es una etapa de la vida que tiene valor por sí misma, no es solo un periodo de tránsito.
Hay que dejar de sobreproteger a los niños, de darles todo hecho, de hacerles las cosas demasiado fáciles. Hay que proponerles desafíos y retos a los que deban enfrentarse con autonomía. Hay que permitir que experimenten, que se equivoquen, que se levanten cuando hayan caído... hay que educarles para que participen de manera activa y responsable de su aprendizaje en la vida. Solo así serán adultos creativos, con capacidad de tolerar la frustración, tendrán espíritu crítico e iniciativa para emprender proyectos vitales que les permitan ser felices en la vida.
Antoine de Saint-Exupéry escribió también que "Los niños han de tener mucha tolerancia con los adultos" porque, aunque los educan como si fuesen incapaces de hacer nada por sí mismos, lo hacen con la mejor de las intenciones. Lo malo es que, aun haciéndolo con la mejor de las intenciones, el daño que se les hace repercute para toda su vida.
Los niños y las niñas no son tontos, nos lo demuestran cada día, aunque no parece que nos demos cuenta. Por eso hay que dejar de llevarles siempre de la mano para que no se pierdan y hay que empezar a enseñarles a que, como Pulgarcito, dejen pistas por el camino para que puedan regresar por ellos mismos. Hay que dejar de educar a los niños como si fueran incapaces de hacer nada por sí mismos, para que puedan ser creadores de su propio conocimiento y responsables de sus actos presentes y futuros.
Querer y no poder.
Hace 4 días
Sencillo y clarito. Gracias por este artículo.
ResponderEliminaresto me hizo recordar ver a mi sobrina de 4 años y a la hija de mi amiga 2años y medio aproximarse solas a la orilla del mar, se dieron cuenta que podían hacerlo juntas y mirando bien hasta donde caminar...en un momento salió el instinto humano...mi sobrina le extendio su mano a la otra niña cuando ésta le dijo dame tu mano ...fue espectacular verlas desenvolverse solas!
ResponderEliminarLiliana Luque
esto me hizo recordar ver a mi sobrina de 4 años y a la hija de mi amiga 2años y medio aproximarse solas a la orilla del mar, se dieron cuenta que podían hacerlo juntas y mirando bien hasta donde caminar...en un momento salió el instinto humano...mi sobrina le extendio su mano a la otra niña cuando ésta le dijo dame tu mano ...fue espectacular verlas desenvolverse solas!
ResponderEliminarLiliana Luque
Totalmente de acuerdo! Lo comparto!
ResponderEliminarESTOY TOTALMENTE DE ACUERDO, ADEMÁS LOS PAPÁS DEBEMOS DARLES EL EJEMPLO CON NUESTRAS ACCIONES, CREO QUE ESTAS EDUCAN MÁS QUE MIL PALABRAS.
ResponderEliminarEnhorabuena, pero hace muchos años que se viene educando de esa manera. Por ejemplo filosofía para niños.
ResponderEliminarhttp://josemariacalvo.blogspot.com
El articulo me recuerda a Sabater, cuando recuerda que hacer todo por los hijos o dar todo se asemeja a ser malos padres, contrario a lo que se piensa, que por tener todo a disposición de los hijos se es buen padre.
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