El niño que quería aprender, pero tenía que aprobar

domingo, 29 de octubre de 2017
La educación debería considerarse un viaje de descubrimiento. Debería estimular las llamas de la imaginación y encender el fuego de la curiosidad.” Richard Gerver
Hace ya un tiempo publiqué este artículo en @INED21 que hoy quiere recuperar porque creo que tiene plena vigencia:
Hacia los 3 años de edad empieza una de las etapas más interesantes de nuestra vida: la etapa de la preguntas. “¿Por qué?” se convierten en las palabras más empleadas por los niños y niñas ávidos de saciar su curiosidad, por saber cómo funciona el mundo:¿Por qué brilla el Sol? ¿Por qué no se caen las estrellas? ¿Por qué el agua moja? ¿Por qué no tienes pelo en la cabeza, papá?
Los niños necesitan descubrir el mundo, ordenar y dar una explicación razonable a lo que les rodea, conocer los motivos de las cosas… y esa es una actitud que jamás deberíamos perder. Aunque hay que reconocer que es difícil para los adultos aguantar la intensidad de las preguntas de los niños, es importante que les apoyemos y que favorezcamos que  puedan buscar por si mismos algunas de las respuestas que tanto anhelan.
Hacia esa misma edad, un buen número de niños y niñas inician su periplo por la educación formal. Llegan a los centros educativos y allí, poco a poco, se produce un extraño fenómeno: se dan cuenta de que para que su vida escolar sea confortable y exitosa no necesitan ser curiosos, sino recordar lo que los docentes les dicen que tienen que saber.
Hace un tiempo, escribí en un post:
“No sé muy bien por qué la escuela es un lugar donde la curiosidad y la creatividad se transforman en monotonía y memorización. Lo que sí sé es que debemos trabajar para cambiar el hecho de que ir a la escuela es una obligación y un sacrificio para los chavales (y para los adultos) y conseguir que la escuela sea un lugar donde los alumnos (y los docentes) quieran ir y disfruten aprendiendo y enseñando en ella.”
La historia de la vida escolar de muchos alumnos podría llevar por título La historia del niño que quería aprender pero tenía que aprobar. Si nos preocupamos por conseguir que aprender y aprobar sean una misma cosa, estaremos haciendo de la escuela un lugar privilegiado para formar personas que sean capaces de transformar el mundo en un lugar mejor.
De algún modo, deberíamos poder mantener durante toda la vida el espíritu de la etapa de las preguntas, que la curiosidad fuera el motor permanente de nuestro aprendizaje. Así seríamos adultos capaces de adaptarnos a las exigencias de un mundo cambiante. Un adulto que conserva la capacidad de hacerse preguntas para entender cómo funciona el mundo es un adulto creativo e innovador, capaz de proponer ideas y ofrecer soluciones que a nadie se le habían ocurrido antes.

6 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Llevo tiempo siguiendo tu blog y suelo coincidir con tus palabras. Ahora mismo estoy estudiando 4° de Educación Primaria y me fascina el hecho de la
    creación de una comunidad de aprendizaje digital. Creo que la solución al problema que propones es empezar a cambiar fuera de las ataduras y exigencias dentro de las aulas, dejar de calificar a productos sociales y empezar a educar a niños, sólo así podemos poner remedio a este presente tan distópico y poner rumbo hacia un futuro utópico.

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  3. El problema básico,esta en la economía y la intención del administrador del sistema educativo.. pretender que un solo Docente canalices,motive,anime a 40 jóvenes o niños a la vez en un mismo espacio,sin los recursos,en ambientes poco apropiados, y de paso en un sistema donde la honestidad es vista como desventaja, que te hace quedar rezagado.. Es bien cuesta arriba.Ademas El administrador del sistema educativo,lo que generalmente pretende es que las personas aprendan a seguir ordenes,a mantener cierto orden que reproduzca el modelo de sociedad que conviene....En algunos casos tristemente se fomenta la diversidad de temas sin llegar a profundizar nada....lo que hace al individuo mas fácilmente engañable,por solo conocer lo elemental...Si realmente se desea desarrollar potencialidades la educación deberia ser mas personalizada..lo que implica menor cantidad de aprendices por docente...claro el costo de la enseñanza, aumentaría..pero de seguro la calidad de enseñanza mejoraría...Incluyendo,por supuesto una preparación mayor de los docentes ,que para poder responder a la mayoría de las inquietudes debe tener un grado de cultura y actualización excepcionalmente bueno...Cosa que se consigue con una buena motivación vocacional y económica en lo referente a sueldos.Mientras que un docente gane menos que los ingenieros,militares,abogados,médicos que ayuda a formar. la forma de educar no sera la mas idónea y efectiva.

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  4. Sin ninguna duda, cuando consigamos ese tan esperado cambio en el que los niños fueran a las escuelas no solo para aprobar, si no, también para aprender, estaremos en el camino correcto.
    Buen post, un saludo.

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  5. Totalmente de acuerdo, es necesario rescatar el aprendizaje dentro de las aulas, de las cadenas creadas por un preceso de evaluación que sólo califica para castigar con la reprobación y no busca motivar la curiosidad propia del ser humano.

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  6. ¿Y qué podemos hacer cuando nuestros hijos tienen que copiar el libro de matemáticas? Preguntan los alumnos ¿ profe, por qué lo copiamos si está escrito ya en el libro? Respuesta: Por qué lo digo yo...
    Me invade la impotencia día tras día. Tres niños de 25 han pasado el corte.
    Tres meses ha estado el niño estudiando fuera, en Ottawa. A su vuelta, 10 exámenes en quince días, 3 trabajos, resumen de dos temas que no van a estudiar en el aula sobre organización territorial y Comunidad Europea, todos los ejercicios de cuatro asignaturas... ha aprobado una sola asignatura...y no ha sido inglés
    ¿ Qué hacemos si este es el panorama? Si esto es conocido por tutor y jefe de estudio..
    Lo que más le lamo a mi hijo la atención estudiando fuera es que los profes estaban siempre contentos, no les importaba repetir las cosas varias veces, el trabajo era colaborativo trabajando con internet, no tenían libros, un solo cuaderno que al terminar la clase dejaban en el aula.
    Mi hijo se siente mal porque no ha sido capaz, se arrepiente de haberse ido porque ahora va con 9 asignaturas a rastras.
    Yo no creo en las injerencias en el trabajo del docente, que me parece tan maravilloso como difícil. No pido aprobados, ni tratos especiales, pero ni siquiera recogerle el trabajo que ha hecho en quince días, no recibir ni una palabra de aliento, sólo frases cómo: tú ya puedes ponerte al día, búscate la vida, pide apuntes a tus compañeros ( en plenos exámenes), me produce mucha desesperanza e impotencia.
    Son tan ciertas tus palabras, tan bonitas y ...tan lejanas de mi realidad.

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