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10 cualidades para educar en tiempos de inquietud*

domingo, 15 de septiembre de 2019
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
*Inquietud: 1. Falta de quietud, desasosiego, desazón. 2. Curiosidad o interés.

"Sabemos con certeza que nos orientaremos con mapas que todavía no existen, tendremos una idea de la belleza que no sabemos prever, y llamaremos verdad a una red de imágenes que en el pasado habríamos denunciado como mentiras." Alessandro Baricco 

Seguramente la palabra que mejor define cómo nos sentimos ante todo lo que está sucediendo en el mundo en el que vivimos es inquietud. Curiosamente en la doble acepción de la palabra: desasosiego e interés:

- Desasosiego porque están reapareciendo ideas, actitudes y acciones que parecían estar olvidadas, lo que provoca la sensación de estar retrocediendo en el tiempo, de estar volviendo a épocas superadas con mucho esfuerzo y sacrificio. En lo que se refiere al mundo educativo son cosas como la propuesta de introducir el conocido como "pin parental", el cuestionar constantemente la labor docente y su capacidad para hacerla, el criticar la enseñanza inclusiva, sostenible y en igualdad de género... entre otras muchas "perlas".

- Interés porque hoy más que nunca hay un enorme movimiento en la búsqueda de nuevas soluciones a los problemas del mundo, hay más propuestas que nunca por conseguir que el mundo sea más sostenible, más justo y más colaborativo. En educación, esto se refleja en un constante intento de plantear nuevas maneras de enseñar (aprendizaje basado en proyectos, trabajo colaborativo...), rediseñar los espacios de aprendizaje, etc.

Estas dos visiones del mundo conviven y, de alguna manera, existe un evidente conflicto entre ambas. Por este motivo me parece muy importante que los alumnos y alumnas de nuestros centros educativos trabajen una serie de cualidades que les permitan ser personas autónomas y responsables en este mundo inquietante e inquieto. Entre otras, destacaría las 10 cualidades siguientes:

1. Respeto. Para poder ser educado, lo primero es respeto por uno mismo y por los demás. Sin ello no hay posibilidad de aprendizaje.
2. Agradecimiento. Para poder ser educados, los alumnos y las alumnas deben entender que la labor docente es realmente importante para ellos y valorarla como tal.
3. Diálogo. Para poder ser educado, hay que fomentar la capacidad de conversar con otros exponiendo las ideas propias y escuchando y respetando las de los demás.
4. Compromiso. Para aprender deben ser conscientes de que deben contraer la obligación de hacerlo porque es importante para ellos y para la sociedad.
5. Esfuerzo. No hay aprendizaje sin esfuerzo. Pero esfuerzo no es sinónimo de angustia y dolor sino que puede ir de la mano del goce y la satisfacción del trabajo bien hecho.
6. Honestidad. Para aprender hay que ser razonable y justo con uno mismo y con los demás.
7. Humildad. Para poder ser educado hay que ser consciente de las habilidades y las cualidades propias pero también de las limitaciones y carencias.
8. Prudencia. Para aprender es necesario este valor que está relacionado con la discreción y la reflexión, y que nos ayuda a considerar los efectos de nuestros actos.
9. Rigor. Para aprender debemos perseguir nuestros objetivos con eficacia y firmeza, dando todo lo que está en nuestras manos.
10. Sostenibilidad. Para ser educado hay que entender que este planeta tiene recursos limitados y que debemos hacer buen uso de ellos.

50 docentes y una definición de educación

domingo, 15 de noviembre de 2015
Con cuatro de las profesoras asistentes.
El pasado 10 de noviembre tuve el privilegio de ser uno de los ponentes en las III Jornadas de Innovación Educativa, organizadas por el CEFIRE de Orihuela. Al iniciar mi presentación les pedí a los docentes presentes en el auditorio que escribieran en un papel las dos palabras que para ellos definen la esencia de la educación.

50 de los docentes presentes tuvieron la deferencia de entregarme sus repuestas. La primera sorpresa fue que utilizaron 48 palabras distintas para señalar qué es lo fundamental en la educación. De estas 48 palabras, solo 18 se repitieron una o más veces. También resulta relevante que más del 80% de las palabras que utilizaron están referidas a conceptos relacionados con las emociones, los valores y las habilidades no cognitivas... y no con la alfabetización, lo académico, lo cognitivo. Sin duda esto es una buena muestra de lo complejo que es educar.

También les planteé dos preguntas: ¿En qué se parecen un niño, un árbol y una nube? y ¿En qué se parecen un docente, un río y un avión? Superado el desconcierto inicial por lo extraño de las preguntas, dieron algunas respuestas muy interesantes, originales y creativas.

A continuación, voy a presentaros un texto que he escrito utilizando las 48 palabras que indicaron los docentes (están señaladas en letra cursiva) y algunas de las respuestas más curiosas a las dos preguntas que les propuse:

 "Educar es el proceso de acompañamiento de los niños, por el camino del descubrimiento, para que en el presente y en el futuro mantengan una actitud de entusiasmo, entrega y motivación por crear, por compartir, por cooperar para que el mundo sea un lugar mejor.

La educación es siempre acción, es un proyecto para toda la vida, un compromiso para que las personas tengan libertad, sean felices, sientan pasión por saber y mantengan la alegría de aprender. Educar es un acto de amor para cambiar la sociedad en la que vivimos, para compensar sus desigualdades, para despertar el espíritu crítico.

En el colegio, los niños y las niñas deben conectar con el conocimiento pero a través de la emoción y la creatividad para que aquello que aprenden les resulte significativo y tenga una incidencia real en sus vidas. La formación que se da en nuestras escuelas debe huir de la ideología y la segregación y fomentar la tolerancia, ser respetuosa con la diferencia. Debe tener en cuenta que todos somos distintos y tenemos distintas necesidades.

La curiosidad es el motor del aprendizaje, provoca que aprender sea un esfuerzo placentero y no un suplicio. Un niño curioso está en disposición de aprender cualquier cosa, porque lo hará con el corazón.

Enseñar es ilusión, es crecimiento, es innovar, es perfeccionar y es orientar. Por eso, la educación no puede encerrarse en un examen."

 Todo esto es la educación según las palabras de 50 docentes. Maravilloso, ¿no?
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8 citas sobre el nuevo rol docente

lunes, 13 de enero de 2014
Repasando las notas de los últimos libros que he leído sobre educación he visto que existe una constante: la necesidad de dotar a los docentes de un nuevo rol. A continuación os dejo 8 citas que, en mi opinión, dan una imagen muy acertada de los que debe ser un profesor en el siglo XXI:


"Se supone que los maestros son personas que ayudan a los estudiantes a encontrar sus intereses en la vida, les enseñan a tomar decisiones, o a abordar problemas y los sensibilizan en determinados temas." (pág. 14) Roger SCHANK: Enseñando a pensar. Erasmus ediciones, Barcelona, 2013.

"De la educación al aprendizaje, podemos decir, de la jerarquía indiscutible de un profesor omniscente a su posicionamiento como guía, como orientador que ayude a digerir el flujo imparable de información en internet, que ayude a ser eficientes en la difícil tarea de convertirla (...) en conocimiento." (pág. 222) Dolors REIG: Socionomía. Deusto, Barcelona, 2012.


"Lo que los profesores enseñamos no es lo que los estudiantes aprenden." (pág. 35) María ACASO: rEDUvolution. Paidós, Barcelona, 2013.


"En una escuela moderna y democrática no deberían ser los alumnos quienes siguen a los maestros. Al contrario, los maestros, y también el personal no docente, deberían intentar crear un ambiente rico y estimulante, educativo ya en su planteamiento, su distribución y su equipamiento, y no sólo por lo que dentro de sus paredes se hace y se dice." (Pág. 149) Francesco TONUCCI: Peligro, niños. Graó, Barcelona, 2012.


"Y puede que, habiendo probado el dulce fruto de la comprensión, se sientan motivados para seguir siendo buscadores de conocimiento -quizás incluso creadores de conocimiento- durante el resto de su vida." (pág. 280) Howard GARDNER: La educación de la mente y el conocimiento de las disciplinas. Paidós, Barcelona, 2012.


"Y para ser práctica, una enseñanza de calidad necesita propiciar y propagar la apertura de la mente y no su cerrazón." (Pág. 31) Zygmunt BAUMAN: Sobre la educación en un mundo líquido. Paidós, Barcelona, 2013.


"Debemos configurar mejor los cerebros de nuestros alumnos para que constantemente puedan aprender, crear, programar, adoptar, adaptar y relacionarse positivamente con lo que o con quien se encuentren, y de la forma en que se encuentren con ellos, que cada vez más será por medio de la tecnología." (Pág. 26) Marc PRENSKY: Enseñar a nativos digitales. SM, Madrid, 2011.


“No me importa cómo lo hagáis, pero cuando recorra esta escuela como director, quiero percibir que los niños tienen un sentimiento de que están viviendo su vida, y que yendo a la escuela aprenderán a vivir mejor.” (Pág. 74) Richard GERVER: El cambio. Conecta, Barcelona, 2013.

Que cada uno extraiga sus conclusiones...
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¿Los alumnos pasan, los profesores permanecen?

lunes, 1 de julio de 2013

“Mediocre alumno, el que no sobrepase a su maestro.” Leonardo da Vinci

Todos los veranos, cuando acaba el curso escolar, me planteo una cuestión que considero de vital importancia para ayudarnos a cambiar el paradigma educativo tal y como se ha entendido tradicionalmente: ¿Los alumnos pasan, los profesores permanecen?

Los alumnos pasan
Esta frase puede entenderse literalmente: los alumnos avanzan de curso, cambian de etapa educativa, pasan de la escuela al instituto...; los alumnos, inevitablemente, maduran en sus capacidades evolutivas, se hacen cada vez más autónomos. Es decir, el cambio y el movimiento definen al alumno que, en definitiva, es el sujeto de la educación.

Los profesores permanecen
Esta frase no debería poder entenderse literalmente, pero desgraciadamente la propia estructura de la institución escolar favorece que así sea. El profesor se entiende como permanente, como un ente estático, como “completo” por su formación universitaria que le ha proporcionado un título que le capacita para ejercer su labor.

Pero nada más lejos de la realidad, cambio y movimiento, o lo que es lo mismo, formación continua y reciclaje permanente deben ser la seña de identidad de la función docente y, por tanto, el objetivo de cualquier política educativa que pretenda hacer un sistema educativo cada vez mejor.

El movimiento de unos y la permanencia de los otros provoca que el inevitable desfase generacional entre docente y alumno sea cada vez más profundo. Hasta el punto de que, en algunos casos, llegan a hablar lenguajes distintos, hecho que dificulta la comunicación. Me refiero, por ejemplo, a que los alumnos hablan el lenguaje 2.0 o digital y muchos maestros el lenguaje 1.0 o analógico. Por ello, los docentes no pueden “permanecer” sino estar en continuo movimiento, en constante evolución y renovación.

Otro aspecto que debe tenerse en consideración en la relación profesor/alumno, es que encuentro y despedida, con todas las connotaciones afectivas que ello conlleva, son una constante en el ámbito escolar. Por este motivo, el objetivo primordial de todo docente debe ser que los alumnos tengan las capacidades necesarias para el autoaprendizaje.

El funcionamiento de la escuela es cíclico... se repite siempre: principio y fin, encuentro y despedida. Pero no debemos confundir esto con la educación, que es un proceso inacabable, que tiene un principio pero que no tiene un final y que, por tanto, necesita del movimiento continuo.

El docente que se detiene, se cae y, con el paso del tiempo, cada vez le cuesta más levantarse.
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¿Cómo educar a una generación sin futuro?

lunes, 8 de abril de 2013

Debería ser obligatorio empezar así las clases cada día:
Buenos días, ¿os ha sucedido algo interesante? ¿tenéis interés por hablar sobre algún asunto en particular?”

Es incuestionable que a partir de ahí, de los intereses reales de los alumnos, es como puede construirse mejor una sesión de aprendizaje, o bien, como puede crearse el clima de motivación adecuado para iniciar la labor docente.

El problema surge cuando los alumnos están tan desorientados, tan “perdidos” que no son capaces de encontrar motivación por nada. Los jóvenes de hoy tienen la sensación de haber llegado a un Point of No Return, y si el futuro no existe, su única preocupación es vivir el momento sin interés por nada que no sea inmediato.

En los tiempos que corren, una de las funciones esenciales de la docencia es recuperar la ilusión por el mañana de los millones de jóvenes que son incapaces de vislumbrar un objetivo de futuro, que no creen en unas instituciones que no les representan (que han acabado con su porvenir), que no encuentran ninguna razón para luchar por un mañana que es demasiado incierto.

Educar a una generación “perdida” es una dificultad más en la ya de por sí difícil tarea de educar.

Educar a la generación del “aquí y ahora” significa intentar que los jóvenes no queden al margen de la sociedad, no opten por una actitud de pasotismo o de destrucción compulsiva. Nuestra obligación como educadores es formar a estos jóvenes para que se enfrenten de forma constructiva y con espíritu crítico a un sistema que no funciona, a una realidad injusta que prioriza el beneficio de unos pocos en lugar del bien común, que facilita que la riqueza se acumule en unos pocos (poquísimos) en lugar de repartirse de una manera más equitativa y justa.

Algunos pensarán que este es un post “político”, pero yo creo que es un texto pedagógico, de justicia social, que no pretende defender ninguna ideología, sino apelar a valores humanos como la solidaridad y la justicia.

Ya lo he dicho en otras ocasiones, por mucho que se empeñen, la educación debe mantener su función de equilibrio social, de ascensor, de facilitar que no se pierda para la sociedad el talento de ninguna persona. La función de la educación no es solo alfabetizar, o preparar para el futuro laboral, educar es también dar esperanza, preparar a los alumnos para un mañana mejor.

No está dentro de las posibilidades de los docentes dotar a la juventud de un futuro mejor, pero sí que lo está el luchar cada día para que estos no caigan en el desánimo, en la desesperación, en el pasotismo absoluto y dotarles de las herramientas necesarias para que tengan espíritu crítico ante una sociedad que no funciona.

Para ello es necesario que los docentes sean cada día más profesionales, es decir, reciban un formación cualitativa y cuantitativamente mejor, y, a la vez, mantengan el entusiasmo intacto... aunque esto no sea tarea fácil en los tiempos que corren.
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Enseñanza/aprendizaje: ¿Has intentado atrapar una pompa de jabón?

lunes, 4 de marzo de 2013
Permíteme que te plantee una pregunta más profunda de lo que puede parecer a simple vista: ¿Has intentado alguna vez atrapar una pompa de jabón?
Seguro que sí, seguro que has podido llegar a tocarla, pero, en ese mismo momento, ha desaparecido en tus manos sin que pudieras atraparla.

Puede ser que, sin saberlo ni quererlo, un docente mientras da sus clases esté lanzando a sus alumnos pompas de jabón. Unas pueden ser grandes, otras pequeñas; unas pueden moverse deprisa, otras muy despacio. Puede, incluso, que el docente esté muy contento y satisfecho con el trabajo que está llevando a cabo y que los alumnos estén embelesados mirando las burbujas flotando por el aula... pero el resultado final es siempre el mismo: no se puede atrapar ninguna de las pompas de jabón, con lo que no hay aprendizaje.


Si un profesor intenta enseñar conceptos memorísticos, datos y fechas, listas interminables de nombres... está lanzando inevitablemente pompas de jabón. La función del docente tiene que ver más con enseñar a sus alumnos a cómo mezclar diferentes productos para hacer, en cualquier lugar y en cualquier momento, sus propias pompas de jabón.

Además de todo lo dicho anteriormente, debe tenerse en cuenta otro aspecto: solo puedes enseñar a tus alumnos de forma adecuada si tienes presente que, como un boomerang, todo lo que haces, tarde o temprano lo recibes de vuelta. Por tanto, la actitud también es fundamental.

En este aspecto, vamos a imaginar que un profesor es un semáforo:

- Luz roja: si tiene encendida la luz roja, está poniendo un muro ante sus alumnos, es inaccesible. Provoca el rechazo, el distanciamiento con los alumnos, hay una predisposición a la falta de entendimiento.

- Luz amarilla: si está encendida la luz amarilla, depende del momento, del estado de ánimo, de si se tiene un buen o un mal día... el docente es accesible o inaccesible según le parezca. Esto desconcierta a los alumnos, que no tienen claro cómo deben actuar ante él.

- Luz verde: Si la que está encendida es la luz verde, el docente siempre tiene una predisposición positiva ante sus alumnos. Los alumnos saben que pueden contar con su ayuda y sienten empatía hacia él.

En conclusión, para enseñar a nuestros alumnos es tan importante tener en cuenta lo que se enseña como la manera en que se enseña.



Nota aclaratoria para adelantarme a una crítica recurrente: Enseñar y aprender siempre supone y necesita de esfuerzo por parte de docentes y alumnos, tanto da que se enseñe mnemotécnica como competencialmente. La diferencia estriba en la motivación, el interés y la significación de los contenidos. Esforzarse para hacer algo que nos gusta no supone sacrificio alguno.

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El profesor lápiz

miércoles, 16 de enero de 2013
“Si enseñamos a los estudiantes de hoy como enseñamos ayer, les estamos robando el mañana.
” John Dewey


El ánimo de un profesor es como un lápiz, se va desgastando al tiempo que va escribiendo. Da igual si escribe hermosos poemas o complejas operaciones matemáticas, el uso lleva inevitablemente al desgaste.
 
De vez en cuando le sacas punta y el lápiz vuelve a escribir como antes. Pero cada vez que le sacas punta, el lápiz se va consumiendo, haciéndose cada vez más pequeño. Sigue permitiendo escribir con buena letra, pero cada vez reduce más y más su tamaño.
 
Los propensos al desánimo, que desgraciadamente son muy numerosos, pueden llegar a consumirse del todo. Y eso es lo peor que le puede pasar a un profesor. El desánimo, la desmotivación, el desinterés por innovar, el estrés, la desidia... se apoderan de su día a día en el aula y eso lo pagan sus alumnos.
 
Hay unos pocos, los más animosos, los lápices de más calidad, que tardan más en gastarse. Incluso algunos, los que se conocen como lápices de hierro, no llegan a gastarse nunca: se pone una mina nueva y ya está. Son los profesores que se forman continuamente, que buscan nuevas maneras de enseñar, que entienden que la realidad que les rodea es cambiante. Son los que se adaptan a sus alumnos y no hacen que sean los alumnos los que se adapten a ellos. Son los que pueden cambiar la educación, los que van a cambiar el mundo.
 
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El profesor pirata, una invitación a la aventura de educar

lunes, 24 de diciembre de 2012
"Es mejor ser pirata que alistarse en la marina." 
Steve Jobs
 
 
Que nadie se ofenda antes de leer lo que sigue a continuación. Llamar “piratas” a los profesores no pretende ser ofensivo sino todo lo contrario. No me refiero a piratas sanguinarios que gozan en derramar sangre, sino a aquellos piratas que amaban la libertad, tenían una increíble sed de aventuras y un inquebrantable código de honor.
 
Los piratas, aún estando al margen de ley, siempre han sido personajes muy queridos y admirados, especialmente por los niños, de los que se han escritos multitud de historias fantásticas.

Llamar piratas a los docentes es una invitación a navegar por los mares de la educación como corsarios, conociendo pero ignorando, burlando cuando es necesario, las leyes educativas imperantes, en busca de magníficos tesoros en forma de alumnos motivados que son y serán individuos creativos, participativos, autónomos, capaces de desarrollarse como personas y de participar activamente en la sociedad.

Me resulta alentador pensar en el hecho educativo como una aventura pirata en busca de tesoros, navegar por los mares tranquilos del Caribe, luchar contra tormentas, enfrentarse a cañonazos en mar abierto contra los barcos enemigos.

Desgraciadamente para los profesores, no existen mapas donde una cruz y un mensaje codificado indica el lugar donde está escondido el tesoro, y cada uno debe buscar el camino por sí mismo. Aunque quizás sería más fácil si creáramos una gran cofradía de profesores piratas donde intercambiar nuestras experiencias y buscar juntos el camino que nos conduzca al tesoro: una buena educación para nuestros alumnos y, por tanto, un futuro mejor para todos.
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Aprender a soñar en la escuela

martes, 30 de octubre de 2012

"Reconstruir la escuela con el material con el que se hacen los sueños"


La escuela "tradicional" (no confundir con la escuela como institución) enseña a sentir vergüenza al equivocarse, evalúa en función de lo que falta, uniformiza a los alumnos coartando su creatividad, su imaginación y, lo que es más importante, su capacidad de soñar. La escuela tradicional conduce al niño a tener miedo al error, a huir de la respuesta distinta, a dejar de lado la originalidad.

Un niño que sueña es un adulto que crea, que innova, que emprende, que tiene iniciativa y espíritu crítico. ¿Será por eso que el sistema educativo está diseñado para eliminar los sueños?

Vamos a pensar, por un momento, que la escuela tradicional es un par de zapatos. Unos zapatos bonitos y cómodos, elaborados a mano por el mejor de los artesanos con la mejor de las pieles. Eso sí, son unos zapatos de la talla 35. A los niños y niñas cuyo pie encaje con ese número, esta escuela les va como anillo al dedo.

Ahora imaginemos qué pasa cuando intentamos calzar ese zapato a niños que tienen el pie más grande o, por el contrario, más pequeño. Algunos de ellos, con molestias, rozaduras y a riesgo de deformarle ligeramente el pie, acabarán por llevar esos zapatos. En cambio, otros muchos niños y niñas jamás podrán lucir ese bonito calzado por mucho que lo intenten e insistamos nosotros en ello.

Es por eso que propongo elaborar ese zapato que representa la escuela con el material con el que se fabrican los sueños. Un material capaz de adaptarse al pie de cada niño y cada niña, capaz de cambiar, capaz no dejar descalzo a ningún niño. Es un material que todos tenemos, pero no todos sabemos usar.

Seguramente es un material que tiene que ver con la aplicación de las metodologías pedagógicas que todos los que trabajamos en este mundo conocemos, pero que parece que son tan difícil de implantar en el trabajo de cada día y que tengan una incidencia real en las políticas educativas. Un material elaborado con la tecnología más actual... que permita compartir, conectar, crear... soñar, porque como oí decir el otro día a Francesco Tonucci: "No es normal que a los niños no les guste la escuela".
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La educación del mañana: ¿Ya nada será lo mismo?

jueves, 18 de octubre de 2012
La actual crisis educativa (si es que en alguna ocasión la educación no ha estado en crisis) me recuerda, en parte, a la crisis del petróleo:

Sabemos que las reservas petrolíferas son finitas, que se agotarán en un espacio de tiempo relativamente corto, pero son tantos los intereses creados que no se buscan soluciones y alternativas para aplicar nuevas formas de energía, a ser posible renovables. Soluciones que por otra parte son de sobre conocidas: energía solar, energía eólica...

Del mismo modo, sabemos a ciencia cierta que el paradigma educativo imperante está obsoleto, que es incapaz de dar una respuesta real a las necesidades de la sociedad actual, pero son tantos los intereses creados y tan cómodas las dinámicas conocidas, que casi nadie se atreve a proponer nuevas formas de enseñar, a ser posible que respondan a la realidad de los jóvenes a los que van dirigidos los procesos de enseñanza/aprendizaje. Propuestas didácticas dinámicas que son conocidas por algunos docentes: enseñanza individualizada, trabajo colaborativo, enseñanza por competencias...

El objetivo de la educación del futuro debe de ser perder el miedo al cambio, a lo nuevo, a innovar, a emprender...

Por primera vez en la historia, somos conscientes de que lo que enseñamos en nuestras escuelas tiene fecha de caducidad. Por lo que la educación del mañana solo tiene sentido en tanto que sea permanente, es decir, durante toda la vida. Todo el saber actual ha dejado de ser "sólido" para pasar a ser "líquido", todo caduca con mucha (¿demasiada?) rapidez. Por eso hoy transmitimos nuestros conocimientos a través de blogs, wikis... y no a través de enciclopedias. Es curioso que, en ocasiones, consideremos obsoletas interesantes entradas de blogs porque tienen ¡un mes de antigüedad!

Pero aun en esta situación, ¿podemos afirmar que en la educación del futuro inmediato ya nada será igual de como lo es en la actualidad? Me gustaría mucho poder contestar afirmativamente, pero no soy tan atrevido. Romper las dinámicas, las costumbres, las tradiciones siempre es una tarea compleja. Nuestra obligación como integrantes de la comunidad educativa es, al menos, intentarlo.




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