La educación que crea puentes

domingo, 24 de diciembre de 2017

En noviembre del año 2015 publiqué en INED21 el artículo que podéis leer a continuación. Lo recupero porque creo, como dijo Isaac Newton, que Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes.” Estamos empeñados en poner obstáculos, en poner barreras, en no dialogar... y, quizás, el espíritu navideño que impera estos días nos ayude a dejar de hacerlo. 

Si escribes en tu navegador: puente más largo del mundo, la información que encontrarás te dirá que está en China y que se llama el Gran Puente de Danyang-Kushan, que tiene más de 160 kilómetros de longitud y que es una gran obra de ingeniería en cuya construcción trabajaron unas 10.000 personas durante 4 años.

Pero hay un secreto que me gustaría compartir con todos vosotros: ¡Internet no lo sabe todo! En realidad, el puente más largo del mundo no lo ha construido un ingeniero, sino un docente. Porque los puentes más largos del mundo no se utilizan para cruzar ríos o mares, sino para unir personas.

Son puentes que no se construye con piedras y cemento, sino con palabras, ideas y emociones. Estos puentes se construyen en muchas escuelas de distintas partes del mundo, cada día se construyen más... unen países e incluso continentes.

La educación crea puentes, la ignorancia levanta muros. Los puentes unen, comunican; los muros separan y aíslan. Esos puentes permiten colaborar, compartir, dialogar, cooperar..., es decir, establecer lazos de comprensión mutua. Posibilitan que nos conozcamos, que nos entendamos y que tengamos proyectos y objetivos comunes.

Los puentes educativos permiten transitar de la ignorancia al saber, de la desigualdad a la justicia, del sometimiento a la participación, de la obediencia ciega al pensamiento crítico. Los puentes educativos unen lugares y personas que parecían imposibles de unir.

Pero no todos los puentes son iguales. Los hay sólidos y resistentes pero también los hay frágiles e inestables. Depende del material y de las técnicas con las que se construyan. ¿Cómo tiene que ser la educación que construya puentes duraderos y consistentes?

Dice César Bona en La nueva educación que “Somos emociones, y si somos emociones debemos intentar buscar la emoción en los niños y en las niñas.” Por tanto, la educación que construye este tipo de puentes tiene que ser una educación que tenga las emociones como base no solo para la adquisición de conocimientos, sino también para el dominio de las habilidades no cognitivas que serán fundamentales para el éxito académico, profesional y vital. Algunas de estas habilidades son las que señala Tony Wagner:

1. Pensamiento crítico y resolución de problemas
2. Colaboración a través de las redes y liderazgo por influencia
3. Agilidad y adaptabilidad
4. Iniciativa y espíritu emprendedor
5. Acceso y análisis de la información
6. Comunicación oral y escrita efectiva
7. Curiosidad e imaginación

Otras habilidades que deberían añadirse a la lista de Wagner son la tolerancia a la frustración, la perseverancia y la meticulosidad.

Quizá una de las características más significativa de la educación que construye puentes resistentes es que tanto docentes como alumnos (y familiares, otros profesionales, etc.) deben tener un papel importante. Si para hacer el Gran Puente de Danyang-Kushan participaron más 10.000 personas, para construir puentes educativos es necesaria la participación responsable de todos y cada uno de los actores que participan en los procesos de enseñanza/aprendizaje. Debe de ser una educación abierta, inclusiva y colaborativa. Pero también debería ser creativa, curiosa, provocadora y activa.

Quien de verdad quiere transformar la educación para mejorarla, crea puentes; quien no, busca excusas para no hacer nada.

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