En el mundo actual estamos viviendo tiempos de aparición continua y casi descontrolada de múltiples metodologías didácticas "emergentes": ABP (Aprendizaje Basado en Proyectos), Flipped Learning, Inteligencias múltiples, Aprendizaje servicio, Aprendizaje cooperativo... Cada poco tiempo aparece una metodología nueva que pretende solucionar todos los problemas de la educación.
Por este motivo creo que ha llegado el momento de reivindicar y defender las bondades de una metodología que, a pesar de su probada eficacia y sencillez en la aplicación, brilla por su ausencia en la mayoría de nuestras escuelas: el ABSC o el Aprendizaje Basado en el Sentido Común.
De hecho, el ABSC es la herramienta que debe permitir a los docentes aplicar con sentido y funcionalidad cualquier otra metodología. En función de mi entorno, de mi centro, de mis alumnos, de mis circunstancias... y de lo que quiero conseguir en cada momento, el ABSC nos permite escoger qué metodología o metodologías son las más adecuadas.
El sentido común nos permite entender que es más importante aprender que aprobar, que tan importante como el conocimiento es la gestión de las emociones, que se aprende más colaborando que compitiendo, que se puede disfrutar del aprendizaje, que la escuela debe preparar para la vida en un sentido amplio... Y para conseguir todo esto debemos aplicar en cada momento y con el máximo criterio la manera más adecuada de enseñar.
La calidad de la educación tiene que ver con una evaluación constante de la experiencia docente y con una revisión continua de nuestros conocimientos didácticos, con una actitud abierta y alejada de cuestiones preconcebidas y una búsqueda permanente de las necesidades de nuestros alumnos. Para conseguirlo hay que aplicar, sin duda, el sentido común, cosa que no es fácil, pero que es absolutamente necesaria.