El profesor lápiz

miércoles, 16 de enero de 2013
“Si enseñamos a los estudiantes de hoy como enseñamos ayer, les estamos robando el mañana.
” John Dewey


El ánimo de un profesor es como un lápiz, se va desgastando al tiempo que va escribiendo. Da igual si escribe hermosos poemas o complejas operaciones matemáticas, el uso lleva inevitablemente al desgaste.
 
De vez en cuando le sacas punta y el lápiz vuelve a escribir como antes. Pero cada vez que le sacas punta, el lápiz se va consumiendo, haciéndose cada vez más pequeño. Sigue permitiendo escribir con buena letra, pero cada vez reduce más y más su tamaño.
 
Los propensos al desánimo, que desgraciadamente son muy numerosos, pueden llegar a consumirse del todo. Y eso es lo peor que le puede pasar a un profesor. El desánimo, la desmotivación, el desinterés por innovar, el estrés, la desidia... se apoderan de su día a día en el aula y eso lo pagan sus alumnos.
 
Hay unos pocos, los más animosos, los lápices de más calidad, que tardan más en gastarse. Incluso algunos, los que se conocen como lápices de hierro, no llegan a gastarse nunca: se pone una mina nueva y ya está. Son los profesores que se forman continuamente, que buscan nuevas maneras de enseñar, que entienden que la realidad que les rodea es cambiante. Son los que se adaptan a sus alumnos y no hacen que sean los alumnos los que se adapten a ellos. Son los que pueden cambiar la educación, los que van a cambiar el mundo.
 

3 comentarios:

  1. Siempre me han enseñado, desde la facultad, que el profesor tiene que entregarse, darse, consumirse por sus alumnos, pero esta bella parábola, que enseña, pero a la vez, ¡compromete!, no puede dejarnos inadvertidos. ¿Por qué? No hay nada más cierto que el profesor que se consume, desde una perspectiva negativa, cae en el conformismo y en el cansancio fácil, cuando nuestra vocación docente y educativa nos debe llevar a renovarnos, cambiar, ponernos una nueva "mina" que nos ilusione con nuevos retos y nos desafíe en nuestro quehacer diario. No podemos quedarnos anclados en el pasado, en la quietud de la rutina fácil. Rompamos con nuestra zona de confort y vislumbremos y aspiremos a nuevos horizontes. Esto nos hará renovar cada día nuestro ser y hacer docente. ¡Quiero ser profesor portaminas... que lleva incluido una goma para borrar aquello que me impide crecer y madurar, que me impide mejorar... para y por mis alumnos.

    ResponderEliminar
  2. Cuando un profesor deja de aprender se olvida de ser profesor, cae en el conformismo y abraza la mediocridad.

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.
Subir