La educación no puede ser perezosa

domingo, 1 de marzo de 2015
Los perezosos siempre hablan de lo piensan hacer, de lo que harán; los que de veras hacen algo no tienen tiempo de hablar ni de lo que hacen.” Goethe
 
No hay nada más contario a la educación que la pereza. Pero, por desgracia, la pereza es un mal endémico en la educación de nuestros días.

La pereza ha llevado a la educación a convertirse en una especie de juego de Tres en raya. En este juego llega un momento en que el nadie gana, en el que es imposible ganar. Lo mismo sucede con la educación tal como está planteada en la actualidad, nadie gana... ni los alumnos, ni los docentes, ni la sociedad.

Para eliminar la pereza hay que luchar cada día contra el peso de la tradición; y eso no es fácil, ni cómodo. Para que esto sea posible, propongo transformar la educación de perezosa a diligente. Si nos fijamos en la definición que de estos dos adjetivos da el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, tendremos las primeras pistas para comprender lo necesario de transformar la educación:

perezoso, sa.
1. adj. Negligente, descuidado o flojo en hacer lo que debe o necesita ejecutar.
2. adj. Tardo, lento o pesado en el movimiento o en la acción.
diligente.
1. adj. Cuidadoso, exacto y activo.
2. adj. Pronto, presto, ligero en el obrar.

La pereza es contraria a la acción, lleva al aburrimiento y, en consecuencia, causa que el cerebro se desconecte. En cambio, la diligencia es movimiento, provoca la motivación, despierta la curiosidad, que es el motor del aprendizaje. Se trata de pasar de una enseñanza pasiva a una enseñanza activa.

En una educación perezosa, el docente habla a sus alumnos; en una educación diligente, el docente habla con sus alumnos. En una educación perezosa, el docente enseña a sus alumnos; en una educación diligente, el docente enseña con sus alumnos.

Pero, ¡cuidado!, no debemos confundir la pereza con la calma, con la pausa, con los momentos de reflexión y concentración… que son muy necesarios en nuestros días. Ni tampoco hay que confundir la diligencia con la hiperactividad y el exceso de multitarea, que muchas veces conducen a la superficialidad y a la falta de rigor.

En conclusión, la educación tiene que ser diligente ya que, según comenta Michel Serres en su obra Pulgarcita, en el mundo actual “hay que rehacerlo todo otra vez, está todo por inventar.” Por eso, transformar la educación de perezosa a diligente no es una opción, es una necesidad imperiosa e ineludible.

4 comentarios:

  1. Enhorabuena por tu blog. Es fantástico. Yo también estoy empezando a crear un blog dedicado a niños, maestros y padres de informática para los más peques! ¿Puedes seguirme? Gracias!!!!!! http://extraescolaresinformaticalaredo.blogspot.com.es/

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  2. Felicidades por tu artículo. Actuar mientras tantos piensan en como actuar nunca ha sido tan necesario como en estos momentos.

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  3. Hola. estoy totalmente de acuerdo. Tenemos que apostar por un cambio en la educación y olvidarnos de la preza y los inconvenientes que suponen los cambios. Una gran reflexión. Seguimos en contacto

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  4. No estoy de acuerdo...
    O sea... ¿Recurrir al diccionario para hacer una propuesta para resolver el problema de la educación?
    No. Creo que estás olvidando que la educación es algo mucho más complejo.

    Me parece que el hecho de recurrir al diccionario para hacer una propuesta de transformación es un perfecto ejemplo de lo que sería la pereza en el sector educativo y de la gente que opera en él. Eso es precisamente una de las prácticas tradicionalistas que sugieres eliminar. ¿No es contradictoria?

    Te doy algo que sí te doy la razón es en el hecho de que no es nada fácil luchar contra la tradición. Es más cómodo quedarse a dormir como el camarón y dejar que nos lleve la corriente.
    Y lo menciono sobre todo porque no creo que haya una institución más tradicional que la Real Academia de la Lengua Española. De cuyo diccionario sacaste los dos adjetivos que sostienen tu escrito.



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