Reflexiones para una nueva ley de educación: ¿un paso adelante?

domingo, 4 de diciembre de 2016
Tengo que confesar que he tenido muchas dudas sobre si escribir el título del post con interrogantes (¿Un paso adelante?) o con admiraciones (¡Un paso adelante!). Lo cierto es que el reciente anuncio de derogación de la LOMCE y los inicios de contactos para elaborar una nueva ley de educación con un amplio consenso deberían haber causado un efecto de entusiasmo que no se ha producido entre la comunidad educativa.

No hay un clima de euforia, o al menos de ilusión, a pesar de que el ministro de educación Méndez de Vigo ha anunciado que "se escuchará a los docentes". Pocos docentes creen que esto suceda realmente... especialmente cuando el ministro dice también que "no hay que derribarlo todo. Hay que construir sobre lo que estamos haciendo".

Sé que nadie me ha pedido mi opinión y que nadie lo hará. Por eso quiero dedicar este post a reflexionar sobre cómo debería ser esta nueva ley educativa. Yo utilizo una metáfora para explicar qué debe hacerse para elaborar una ley de educación que sea estable, que dure en el tiempo ofreciendo el marco adecuado para educar adecuadamente a las futuras generaciones: la metáfora del bolígrafo gigante.

La gran cantidad de reformas educativas que se han producido en España (y en otros países) en un corto plazo de tiempo han tenido un efecto curioso: el currículo se ha ido haciendo cada vez más y más grande, porque se añadían cosas nuevas en cada reforma sin eliminar ninguna de las anteriores. Esto ha provocado que el currículo se haya "agigantado" y, como los bolígrafos gigantes, haya perdido su eficacia. Es igualmente difícil escribir con uno de estos bolígrafos como que los alumnos aprendan de verdad en un sistema educativo así.

Lo que hay que hacer es volver a lo esencial. Cuando desmontas uno de estos bolígrafos gigantes te das cuenta de que la mina que contiene la tinta es idéntica a las de los bolígrafos normales. Hay que hacer lo mismo con el sistema educativo, desmontarlo hasta quedarnos con su esencia para poder hacer una ley que de verdad funcione.

Hay que hacer una nueva ley y olvidarnos de reformas que no sirven para nada, Hay que ser valientes y dar un paso adelante en la manera de entender la educación que conviene a los ciudadanos y ciudadanas del siglo XXI, a las personas que tienen que afrontar los desafíos de un futuro incierto. Una ley que tenga por prioridad el aprendizaje y no el aprobado, donde se evalúe a los alumnos por lo que pueden hacer con los conocimientos adquiridos y no únicamente si son capaces de retenerlos en la memoria a corto plazo para contestar las preguntas de un examen.

Una ley que no excluya a nadie, que permita a cada uno alcanzar su máximo potencial, desarrollar sus habilidades y destrezas hasta el infinito (y más allá). Una ley que posibilite formar a las personas en todas sus dimensiones, no solo en la intelectual: conocer, hacer, ser, convivir.

Cualquier ley que aspire a ser una buena ley de educación necesita de buenos docentes a los que hay que dar formación continua, de familias informadas e integradas en el proceso educativo y de alumnos a los que hay que escuchar y que deben participar de forma activa y responsable de su aprendizaje.

Señores y señoras que van a consensuar una nueva ley de educación: ¡No nos defrauden!

3 comentarios:

  1. Bravo!! Ya lo empezamos a escuchar y hace sentido lo expresado. Lo felicito!

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  2. Más razón que un santo. Lo de contar con los docentes, lo creeré cuando lo vea; ningún gobierno ha demostrado mucho interés en contar con expertos en la materia cuando se habla de educación.
    El otro día leí un post en Facebook de familias que pedían que en la escuela se enseñara a cuidar de plantas y animales. Estuve a punto de preguntarles qué querían quitar a cambio (¿matemáticas?, ¿lengua?, ¿conocimiento del medio?), porque no hay tiempo para todo; también se me pasó por la cabeza proponerles que lo hicieran ellos y ellas en ese fin de semana sin deberes que tanto anhelan. Al final me callé por ahorrarme el mal rato, ya sabía que me iban a poner verde.
    (Gran blog. Soy seguidora en silencio desde hace tiempo.)

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  3. Lo que está claro es que esto tiene que cambiar. Los chic@s están desmotivados, el peso del curriculo es enorme y no se valora el esfuerzo sino los resultados, no se potencia la creatividad, la curiosidad, la imaginación..., se enseña lo que deben poner los alumnos en el examen...
    Llevo muchos años en esta profesión y lo primero que debemos hacer es creer en nosotros como docentes y educar desde el corazón y conseguir una escuela de niñ@s, chic@s y adolescentes felices, donde se inculquen valores de respeto, colaboración, responsabilidad, confianza.
    Interesante artículo. Gracias.

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