“A
diferencia del conocimiento, la sabiduría no envejece.” Zygmunt Bauman
Desde
tiempos inmemoriales, una de las máximas de la educación ha sido la memorización
de contenidos. Esta es una herencia directa de los tiempos en los que no
existía la escritura y, por tanto, la transmisión oral era fundamental para que
los avances culturales y tecnológicos pasaran de una generación a otra.
Muy
lentamente, con el paso de los siglos, al consolidarse distintos métodos para
conservar y transmitir el conocimiento, especialmente la imprenta, la memoria
ha ido perdiendo protagonismo en la educación hasta quedar relegada en la
actualidad a un recurso más sin especial preponderancia. Por primera vez en la
historia disponemos de una inagotable memoria externa, donde almacenar todo el
conocimiento de la humanidad e ir actualizándola constantemente, pudiendo
dedicar nuestra actividad cerebral a otras tareas.
En esta
primera década del siglo XXI se está produciendo un cambio de paradigma: la
función de la educación no es fijar el conocimiento, es decir, enseñar a
recordar; sino que la educación tiene como objetivo enseñar a olvidar, o sea, a
identificar y desechar los conocimientos caducos.
En
palabras de Bauman: “Olvidar por completo y con rapidez la información
obsoleta y las costumbres añejas puede ser más importante para el éxito futuro
que memorizar jugadas pasadas y construir estrategias basadas en un aprendizaje
previo”.
Enseñar a
desaprender significa dotar a nuestros alumnos de las herramientas, destrezas,
competencias y conocimientos necesarios para reconocer en todo momento lo que
está vigente. Enseñar a olvidar no significa vaciar la enseñanza de contenidos,
más bien al contrario, pero sí que supone una revisión de los contenidos que
deben enseñarse en función del objetivo que pretendemos conseguir.
De hecho
el aprendizaje en el siglo XXI se parece mucho a lo que hace Ferran Adrià con
la cocina: hay que deconstruir los conocimientos adquiridos, replantearse todo
el saber tradicional, desmontarlo para volver a edificarlo.
De este
modo, en la educación actual debemos manejar conceptos clave como adaptación,
incertidumbre, aprender a aprender, aprendizaje permanente, asertividad,
educación emocional, valores… Debemos sentirnos cómodos en un entorno cambiante,
debemos aprender a entender la labor docente como una guía con la que acompañar
a nuestros alumnos en un mundo inestable.
Podemos
resumir todo lo dicho hasta aquí con las palabras del genio Albert Einstein:
“Educación es lo que queda después de olvidar lo que se ha aprendido en la
escuela.”
Las dos
citas de Zygmunt Bauman están extraídas de Tiempos
líquidos. Tusquets editores, Barcelona, 2013.
Esta es una herencia directa de los tiempos en los que no existía la escritura y, por tanto, la transmisión oral era fundamental para que los avances culturales y tecnológicos pasaran de una generación a otra. goodnightpublishing.com/programa-para-descifrar-claves-wifi/
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